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J. Ibarzabal Licenciado en Derecho y Ciencias Económicas

Hacia una Euskal Herria socialista

Partiendo del análisis de la situación socio-económica consecuencia de un Tratado de Maastricht que califica de «la puntilla a los avances sociales del Estado de bienestar europeo", el autor aboga por llevar a ese terreno las propuestas políticas de la izquierda abertzale. Un camino que conduciría a la Euskal Herria socialista, pasando por una serie de estaciones intermedias.

El panorama socioeconómico actual de Euskal Herria es muy preocupante. Sin duda, el contexto internacional presidido por las directrices de la globalización neoliberal (privatización del sector público, intervención del sector público a favor de las clases adineradas, prioridad en la lucha contra la inflación, déficit presupuestario cero, reducción del gasto público en protección social...), no ayuda a que las cosas vayan bien.

El Tratado de Maastricht (1992) da la puntilla a los avances sociales del Estado de bienestar europeo. El mercado y la libre competencia son los puntos de apoyo básicos del neoliberalismo europeo. Se marcan objetivos monetarios (límites de déficit presupuestario, tipos de interés, tipos de cambio...), y se marginan a la pura retórica los objetivos reales (creación de empleo de calidad, no discriminación laboral de la mujer, porcentajes del Producto Nacional Bruto destinado a la protección social...).

Así pues, la filosofía del neoliberalismo consiste en considerar a la persona al servicio de la economía, y no a la inversa, lo que causa estragos en los indicadores de bienestar social.

En Euskal Herria se reproducen y agudizan las consecuencias nefastas del T. de Maastricht. Los últimos años son un fiel reflejo de lo dicho. Un desarrollo económico sostenido, con un notable incremento de la riqueza (el año 2005 la renta per cápita osciló en torno a los 26.500 euros) jaleado como gran triunfo por las autoridades vascas, sin tener en cuenta los aspectos cualitativos, que ensombrecen de forma considerable los resultados.

Examinemos brevemente la otra cara de la moneda del desarrollo económico:

Desarrollo insostenible. El informe Brunstrand (1985) de la Comisión Mundial de Medioambiente y Desarrollo de las Naciones Unidas, define el desarrollo sostenible como «el conjunto de estrategias que garantizan la satisfacción de las necesidades actuales sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas». En la Cumbre de la Tierra de la Conferencia de Río (1992) se profundiza en el concepto de desarrollo sostenible y medioambiente, abarcando temas relativos a los derechos de la tierra, desarrollo sostenible y medioambiente, biodiversidad, regulación del comercio de la madera, y el cambio climático. Sobre este último se establece un convenio vinculante (protocolo de Kyoto), cuya meta principal es intentar poner fin al efecto invernadero que se está produciendo en el planeta, mediante la reducción programada de emisión de CO2.

Pues bien, Euskal Herria incumple los compromisos adquiridos y no hay en absoluto propósito de enmienda. Las dos centrales combinadas de gas de Castejón, la de Zornotza, las incineradoras, el TAV, el proyecto de autovía 2x2... son proyectos faraónicos hechos a espaldas de la voluntad popular que no contribuyen en absoluto al bienestar social de la inmensa mayoría de la población.

Sólo contribuyen a distanciarnos de los compromisos adquiridos con el medioambiente y a la neutralización del enorme potencial de este pueblo en lo relativo a los movimientos sociales y a la democracia participativa. En lugar de impulsar el desarrollo sostenible, las autoridades impulsan el desarrollo insostenible.

-Acumulación de la riqueza. La prosperidad económica de estos últimos años no se ha plasmado en una distribución equitativa de la renta y de la riqueza, sino en una cada vez mayor acumulación de ambas en pocas manos.

-Sistema fiscal regresivo. El sistema fiscal regresivo (reducción de los impuestos directos y aumento de los indirectos) ha contribuido a la citada acumulación de la riqueza. La propuesta de las diputaciones y del Gobierno de Nafarroa para reducir el impuesto de sociedades raya en el escándalo. Los enormes beneficios de la banca, cajas de ahorro y empresas son los exponentes de esta esquizofrénica situación.

-Drama de la vivienda. La especulación de la vivienda en Euskal Herria se ha convertido en un problema de orden público. Con más de 250.000 viviendas deshabitadas, los «fallos del mercado» del capitalismo provocan una situación similar a la esclavitud en la Edad Media.

-Precariedad laboral. El término precariedad, temporalidad, es el que mejor define la inestabilidad provocada por el neoliberalismo en el orden socioeconómico, y concretamente en los planes de los trabajadores (dificultades para proyectos de vida en común, planes de futuro...). Especial relevancia adquiere la precariedad en el mundo laboral, que pone la guinda al desaguisado social. La discriminación laboral contra la mujer se perpetúa, los contratos temporales basura predominan sobre los contratos indefinidos dignos y, para más escarnio, y en base a criterios de competitividad, los empresarios tratan de endurecer aún más las condiciones laborales (salarios por debajo de la inflación, aumento de horas trabajadas).

-Protección social a la baja. Todo contribuye a la crisis del bienestar social, de la protección social, en el Estado neoliberal actual. Los planteamientos macroeconómicos, el sistema fiscal regresivo, la agresividad empresarial, son un vivero de injusticia social, que aumente considerablemente el número de pobres en Euskal Herria (aproximadamente 900.000 según criterios de la OCDE). A su vez, la protección social a la baja se manifiesta en que seguimos ocupando los últimos puestos de la Unión Europea de «los 15» en recursos públicos canalizados hacia la protección social.

-Solidaridad internacional débil. Nuestra participación en ayuda al desarrollo al tercer mundo queda muy por debajo del mínimo razonable, un 0'7% del PNB, fijado por los movimientos sociales progresistas.

Cómo se ha llegado a esta situación? Como decíamos, el contexto internacional ha sido propicio, pero en ningún caso lo podemos considerar como determinante. El tripartito de PNV, EA, EB, UPN y la derecha francesa han sido los responsables. Resulta sorprendente que proclamen su talante antineoliberal teniendo en cuenta su práctica. El afán de acumular riqueza de la clase empresarial vasca, el desarme ideológico, la entrega de la mayoría de los sindicatos y la pasividad de la clase trabajadora vasca han sido los factores determinantes del imperio del neoliberalismo.

¿Cómo salir de esta situación? Haciendo un parangón con el nuevo orden político propuesto por la izquierda abertzale para Euskal Herria, el camino tiene estaciones intermedias hasta llegar al socialismo identitario pleno como alternativa al neoliberalismo socioeconómico.

Pero hay que empezar a caminar ya. El nuevo orden socioeconómico requiere abordar de inmediato el problema de la vivienda, robustecer la protección social, introducir cambios en el sistema fiscal regresivo, aumentar la ayuda al desarrollo... llevando a la práctica las propuestas de la izquierda abertzale.

En una fase posterior se propone el desarrollo del socialismo vasco basado en un Sector Público fuerte y honrado, en un control efectivo de los sectores básicos de la economía, en el papel de un mercado subordinado a los intereses de las clases populares, en una planificación central vinculante para el sector público y orientativa para el sector privado, en un desarrollo sostenible sin tapujos, en una ayuda al desarrollo de los países no industrializados que sobrepase la mera ayuda financiera. En resumen, una economía al servicio de las personas y un desarrollo subordinado a la justicia social y a los intereses de la mayoría de la población.

Y en la última estación de este proceso, cuya dinámica y ritmo la debe marcar el pueblo trabajador vasco, el lema «a cada uno según sus necesidades, de cada uno según su capacidad».

Para aplicar este programa la izquierda abertzale requiere poder político. Poder político que, articulado con los movimientos sociales, posibilite una Euskal Herria más justa y solidaria que la actual. Las próximas elecciones municipales de mayo son una buena cita para afianzar este proceso.

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