La manifestación organizada por la coalición de Gobierno de Navarra, a la que asistió la plana mayor del PP, y más fuerzas derechistas y nostálgicas del franquismo, ha provocado numerosas reacciones.

Las primeras manifestaciones públicas fueron las adhesiones, escasas y previsibles, como la Confederación de Empresarios de Navarra (CEN). Sanz no habrá empleado muchos esfuerzos en convencer a la patronal, que debe de estar muy agradecida por la cuantiosa subvención concedida por el Gobierno para construir su humilde nueva sede.

El único motivo de Sanz y Alli, lo dejaron claro en la declaración final, es no perder el poder. El aspecto simbólico asociado a la cuestión política sirve para desviar la atención del verdadero caballo de batalla, el entramado de intereses económicos y de control social que detenta UPN. El Gobierno de Sanz no tiene argumentos, y por eso agita fantasmas: «Navarra peligra».

Sin embargo, la única amenaza para la identidad navarra es la de los propios convocantes UPN y CDN; detrás de ellos no hay sino un españolismo exacerbado.

¿Qué pasa con quienes no secundan la convocatoria? Resulta sorprendente la dificultad de algunos partidos políticos y sindicatos para mostrar su crítica.

La actuación del PSN indica las enormes dificultades que tiene para mantener una posición política propia. La manifestación del 17 de marzo respondía a la hoja de ruta trazada por el PP para desgastar al PSOE en Madrid y para complicar la posición electoral del PSN, pero éste, pocas horas antes de la manifestación, hizo una declaración que supone la aceptación del ideario de UPN y CDN.

Los sucesivos gobiernos de UPN han sido muy conscientes de la importancia de neutralizar la crítica, y para ello han cedido parcelas de poder, o han lanzado el anzuelo de la financiación pública. Se podría hacer una larga lista con las ayudas, subvenciones y prebendas concedidas, que han tenido efecto, ya que hasta organizaciones con posiciones ideológicas opuestas a la derecha navarra, han aceptado participar y sacan partido de la ocasión.

La convergencia de intereses entre Gobierno navarro y sindicatos UGT y CCOO permite comprender algunas decisiones y declaraciones de estas organi- zaciones, beneficiarias de la política subvencionadora de UPN-CDN. Decenas de millones de euros de fondos públicos se han gestionado sin otra supervisión que la del Gobierno de UPN, la patronal CEN, UGT y CCOO. Unas partidas económicas que se reparten basándose en ineficaces programas, planes y comisiones relacionados con el empleo, la salud laboral, etc. Las áreas en las que más dinero se está repartiendo, empleo y salud laboral, presentan cada año peores datos. La eventualidad ha llegado al 30% y los trabajadores muertos en sus puestos de trabajo aumentan.

La convergencia de intereses en el ámbito laboral y social lleva, por otra parte, a la paz social. Sobran ejemplos en la negociación colectiva: firmas en minoría, convenios a la baja... Y en esa carrera, CCOO ha decidido tomar la delantera a UGT, firmando en minoría las condiciones de los trabajadores y trabajadoras de la administración navarra, o escenificando la firma del acuerdo sobre los MIR, que este mismo colectivo ha reprobado por su pobreza de contenidos y por no haber sido consultado.

La actitud neutra de CCOO ante la manifestación del 17-M obedece a esa ansia de quedar bien con Sanz. Pero además, su secretario general, el señor Molinero, va más allá y llama a tender puentes con esa derecha cada vez más reaccionaria. El fruto más inmediato de ese entendimiento sería conceder mayor protagonismo, e incluso garantizar la capacidad de veto a la derecha española en la mayoría de materias políticas, sociales o laborales.

Resulta difícil comprender muchas decisiones y actitudes de estas organizaciones, si no es desde la deuda contraída con el poder. El Gobierno de UPN-CDN ha conseguido, mediante sustanciosos recursos públicos, sumar adhesiones y neutralizar a aquellos que a priori estarían en posiciones contrarias a la acción política de un ejecutivo derechista y neoliberal como el de Sanz. Luego, ¿quién pone precio al futuro de Navarra?