Como la de Wall Street en el famoso jueves negro de 1929 en la mayor crisis del capitalismo, la bolsa del especulador Piterman vivó ayer su particular Crack en Castellón. Y es que, de tanto invertir en un ascenso sin cimientos sólidos, la calculadora ha comenzado a escupir números rojos tras una jornada nefasta tanto en Castalia como en el resto de campos y el objetivo real del equipo albiazul en lo que queda de temporada será evitar un descenso que queda a tan sólo cinco puntos, mientras que la distancia con la tercera plaza es tres veces mayor.

Las repercusiones en todo el mundo fueron graves tras la caída de Wall Street en el segundo cuarto del siglo XX y las consecuencias a futuro en el equipo gasteiztarra también pueden ser virulentas, porque Piterman pasa ahora mismo por su peor momento deportivo desde que llegó a Gasteiz y, con todos los elementos, internos y externos en contra, los meses hasta el final de temporada, luchando por objetivos muy por debajo de los esperados, pueden ser críticos y con golpes muy violentos.

La rueda de prensa posterior al partido del ucraniano-estadounidense, crispado y con un mensaje que él mismo sabe que no hay por dónde cogerlo y en el que mantuvo que ni siquiera mira hacia abajo, fueron un claro ejemplo del nerviosismo de Piterman, y el propietario del 51% de las acciones del Alavés intranquilo es sinónimo de nuevas convulsiones.

Pese a las constantes arengas y supuestas primas millonarias con las que intenta mentalizar a los jugadores su presidente, el Deportivo Alavés es hoy por hoy un equipo sin fe y sin preparación táctica y todo esto quedó en evidencia en la nefasta puesta en escena de los albiazules ayer en Castalia.

Con las novedades de Coromina en el eje de la defensa por Casar, Elton en el pivote junto a Lacen y Ogbeche en sustitución de Wellington en punta, el Alavés deambuló por el césped castellonense y pagó su falta de actitud y criterio encajando un sonrojante gol a los cinco minutos.

La diferencia de tensión y necesidad entre los dos equipos quedó en evidencia en el minuto cinco, cuando Antonio López aprovechó el error de Ogbeche a la hora de querer sacar el balón jugado al borde de su área para robarle la cartera y poner por delante a su equipo.

Claramente inferiores

El varapalo pudo incluso ser mayor, si el equipo de Pepe Moré hubiera estado más acertado a la hora de materializar las claras oportunidades que dispuso en pleno desconcierto albiazul. La poca presión existente carecía de sincronización y el ex albiazul Mario Rosas manejó a su antojo al equipo. Cerca del cuarto de hora, Porato tuvo que lucirse ante una clara ocasión de Nakor Bueno.

Los problemas físicos de Elton obligaron a la comisión deportiva a tener que hacer cambios en torno a la media hora de partido y la entrada de Jandro en lugar del brasileño terminó compensando algo el juego, aunque el Alavés tuvo que esperar al borde del descanso para estirarse con peligro y llegó incluso a pedir penalti por manos de Aurelio dentro del área.

Obligados a arriesgar mucho más en la segunda mitad, el equipo gasteiztarra terminó siendo cazado en la trampa en la que intenta hacer caer a sus rivales una vez sí y otra también. Toni Moral tuvo en su cabeza la mejor oportunidad de empatar el encuentro a los 53 minutos, pero este tipo de remates no es su especialidad y Oliva desbarató la ocasión más peligrosa de la tarde.

El Castellón estaba comenzando a pasarlo mal ante el asedio forzoso de los albiazules, pero Mario Rosas sentenció el partido al aprovechar los espacios dejados por los babazorros y batió a Porato tras una gran jugada en la que nadie pudo parar al menudo jugador andaluz.

Dos grandes intervenciones del portero francés fueron el único argumento para que el Alavés no encajara una goleada en la primera parte.