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ELECCIONES en QUÉBEC

La populista ADQ relega a los independentistas al tercer puesto

La política quebequesa sufrió un vuelco en las elecciones del lunes. El independentista Parti Québecois (PQ), que en 1998 logró el 60% de los votos, se quedó en el 28% y perdió la condición de segunda fuerza. Los unionistas del Partido Liberal (PLQ) se mantienen en el poder, pese a perder la mayoría absoluta, mientras que la autonomista ADQ experimentó un espectacular crecimiento al pasar de cuatro escaños a 41 y ocupar la segunda plaza.

Martxelo DIAZ | IRUÑEA

El independentista Parti Québécois (PQ), que en las elecciones de 1994 y 1998 superó el 60% de los votos, se ha convertido en la tercera fuerza política de este territorio de habla francesa incluido en el Estado de Canadá.

El actual primer ministro quebequés, Jean Charest -Partido Liberal de Québec (PLQ), conservador y defensor de la integración en Canadá-, ha logrado repetir la victoria que consiguió en 2003, pero ha perdido la mayoría absoluta que disfrutaba entonces. Los 48 escaños de una Cámara de 125, gracias al 33% de los votos, le permitirán seguir gobernando, pero se verá obligado a pactar con la oposición para sacar adelante sus proyectos.

En cualquier caso, el mayor incremento en los resultados de las elecciones del lunes fue para Action Démocratique du Québec (ADQ), una formación de centroderecha que propugna una mayor autonomía para el territorio, pero sin cuestionar la integridad de Canadá.

La ADQ, de la mano de Mario Dumont, ha conseguido 41 escaños, con un 31% de los sufragios, lo que supone un gran avance teniendo en cuenta que en 2003 no tenía más que cuatro años en el Parlamento de Québec, con un exiguo 3,1% de los votos.

El panorama político que a partir de ahora se abre en Québec está lleno de incógnitas, ya que es la primera ocasión desde 1878 en la que un partido no goza de mayoría absoluta para gobernar a placer. En aquel entonces, el Parlamento quebequés contaba sólo con 65 escaños. El Partido Conservador contaba con 32 escaños (49,2% de los votos), el Partido Liberal tenía 31 (47,7%) y había dos parlamentarios independientes.

De todos modos, la disciplina parlamentaria de la segunda mitad del siglo XIX poco tiene que ver con la actual. La propia página web del Parlamento de Québec advierte de que no era extraño ver a parlamentarios de una tendencia votar en el mismo sentido que sus adversarios. «Los gobiernos se hacían y deshacían según el humor de los diputados, que tenían unas opiniones muy libres», añade.

Resultaría casi imposible que una circunstancia así se repitiera. Además, hay que tener en cuenta que puede descartarse una unión entre ADQ y PQ para desbancar al PLQ.

El propio Dumont lo dejó claro en la campaña electoral, ya que manifestó que «nunca entrará en una coalición entre el segundo y el tercer partido».

Por tanto, si Dumont cumple lo que dijo en campaña, Charest podrá tener acceso sin problemas a la reelección como primer ministro de Québec.

En cualquier caso, la victoria del PLQ es muy ajustada, ya que supera en apenas dos puntos a la ADQ. Su porcentaje ha descendido casi a la mitad de lo que obtuvieron en 2003, ya que ha pasado de un 60,8% a un 33%.

Hasta Charest se las vio y se las deseó para ser elegido en su circunscripción de Sherbrooke, hasta el punto de que Radio Canada llegó a informar de que había perdido la nominación. Finalmente, logró imponerse, pero de una manera muy justa.

A izquierda y derecha

Los analistas destacan que el PQ ha perdido votos tanto por su derecha como por su izquierda. Por un lado, parece que la ADQ ha sido capaz de arrebatarle buena parte de su electorado fuera de la isla de Montréal, el tradicional feudo de los independentistas.

El unionista PLQ, en cambio, ha mantenido su hegemonía en Montréal, una gran ciudad multicultural, con inmigrantes de variada procedencia, y que, generalmente, da la espalda a las reivindicaciones de más soberanía para Québec.

La ADQ defiende «un Québec más autónomo», pero sin llegar a la independencia y los analistas estiman que ha podido beneficiarse de la apuesta del primer ministro canadiense, Stephen Harper, de reconocer «la nación quebequesa» y de transferir miles de millones de dólares canadienses para inversiones en la provincia francófona.

Los analistas definen a la ADQ como una «fuerza populista» y un partido extremadamente personalista, que habría aprovechado el desencanto de la población hacia los políticos convencionales.

La fuga de votos del PQ por la izquierda habría ido a para a Québec Solidaire (QS), una formación que puede calificarse como de «izquierda alternativa» frente al centroizquierda del partido que dirige Boisclair.

Junto a propuestas como la defensa del derecho de autodeterminación de los pueblos autóctonos que habitan en Québec, QS reclamaba un giro social en ámbitos como el ecológico (nacionalización del sector de energía eólica, la creación de comités forestales locales, agricultura ecológica), la exigencia de la abolición de las leyes antisindicales, la igualdad de salario entre los géneros, la ampliación de las vacaciones, el reforzamiento de las leyes contra la pobreza, la creación de un sistema público de adquisición de medicamentos, un programa contra la violencia contra los mujeres, la apuesta por la educación laica y pública y la creación de una red de centros de infancia.

Es decir, un programa muy avanzado para una sociedad norteamericana.

El PQ se tomó muy en serio la apuesta de QS y situó a pesos pesados del partido en las circunscripciones en las que la nueva formación tenía posibilidades de lograr el escaño parlamentario para impedirlo.

Otra formación que se ha quedado fuera del Parlamento de Québec con un 4% de los votos ha sido el Partido Verde.

La prensa quebequesa coincidió ayer al definir lo sucedido en los comicios como «un seísmo» o «una tempestad» debido a la irrupción espectacular de la ADQ y se apuntaba la posibilidad de que Boisclair fuera descabezado como líder del PQ.

Desde la canadiense Toronto, «The Globe and Mail» subrayaba que el verdadero vencedor de los comicios había sido el autonomista Dumont.

Un primer ministro que no es visto con buenos ojos por la población

Nacimiento: 24 de junio de 1958

Lugar: Sherbrooke (Québec)

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Aunque Jean Charest ha conseguido a duras penas mantener su puesto de primer ministro de Québec, su balance de gestión gris y su impopularidad crónica le han podido costar muy caro.

Con 48 años, el líder del Partido Liberal de Québec, se ha encontrado con que encabeza un movimiento político que ha dejado de ser mayoritario, a causa de la irrupción de otra formación derechista que ha sabido aprovecharse del descontento ciudadano, algo que Charest no ha sabido prever.

El enfado de numerosos votantes que le han reprochado no haber mantenido sus promesas en cuanto a reducción de impuestos ni en materia de sanidad puede ser una de las causas de su pérdida electoral.

«Es curiosa la falta de sintonía que existe entre los quebequeses y Jean Charest. Hasta cierto punto, tiene algo de irracional, porque su balance de gestión no puede calificarse de malo objetivamente», destaca Christian Dufour, profesor de la Escuela Nacional de Administración Pública de Québec.

Dufour señala como causa posible de este divorcio entre los quebequeses y Charest que el líder del PLQ proviene de la política federal canadiense y que «su objetivo inicial no era el convertirse en primer ministro de Québec».

Este antiguo abogado de cabellos rizados, que lleva en la política activa más de 20 años, ha mostrado, sin embargo, un fuerte carácter que le ha hecho imponerse a la adversidad.

Inicios en Ottawa

La carrera política de este quebequés padre de tres hijos comenzó en la esfera federal canadiense, en el gabinete del primer ministro conservador Brian Mulroney, quien en 1986 le confió el cargo de secretario de Estado para la Juventud. Con 28 años recién cumplidos, Charest se convirtió en el ministro más joven de Canadá.

Como ministro de Deportes, tomó la decisión de suspender de por vida al atleta canadiense Ben Johnson, que reconoció haberse dopado en los Juegos Olímpicos de Seúl en 1998.

Charest se vio obligado a dimitir de este puesto tras un escándalo judicial, pero pese a este traspiés, volvió al Gobierno de Ottawa al año siguiente como titular de la cartera de Medio Ambiente.

En 1993, después de nueve años en el poder, los conservadores son barridos en las elecciones canadienses, aunque Charest es uno de los dos únicos que logra conservar su escaño en el Parlamento de Ottawa. Los conservadores partían de una cota de 162 parlamentarios.

A pesar de desempeñar un papel protagonista en el ámbito del unionismo en el referéndum sobre la independencia de Québec de 1995, Charest no consiguió más que un puñado de diputado conservadores en las siguientes elecciones canadienses.

Por ello, en 1998 decidió pasar de la política canadiense a la quebequesa, aunque sus primeros resultados tampoco fueron los deseados, ya que sufrió una importante derrota frente al independentista PQ.

Sin embargo, en 2003 pudo tomarse la revancha y convertirse en el primer ministro quebequés. Pese a ello, tampoco pudo conquistar el corazón de los habitantes de la provincia francófona, debido, fundamentalmente, a un programa económico extremadamente neoliberal que suscitó la oposición sindical.

boisclair, en duda

Los malos resultados obtenidos por el PQ, que ha perdido votos tanto por la izquierda como por la derecha, podrían convertirse en el punto final de la carrera política de su actual líder, André Boisclair.

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