BASQUET COUNTRY
Por muy agradecido que uno esté
Imanol AMIANO
Es lo que tiene crear un equipo de la nada. Se realiza una buena gestión, se logra un ascenso tan brillante como inesperado, e involucrar a las instituciones para materializarlo en los despachos. Se ficha bien, en la medida de las posibilidades. Se consigue un recinto perfecto para el basket -y llenarlo-. Pero falta la identificación de la gente con el equipo; el bagaje histórico. Solera. Porque una cosa es recuperar el basket de elite para la ávida afición guipuzcoana, y otra, que ésta anime, algo casi más complicado.
Porque que éste es un público frío queda patente en casi cualquier manifestación deportiva. El domingo pasado, sin ir más lejos. Y no será por culpa del speaker, que lo intentó de todas las maneras. Primero, con arengas al uso; después, regañando al respetable -sigue siendo una plaza de toros-: «¡Venga, que estamos ante el campeón de Copa!», seleccionó del vasto palmarés culé.
Será que, como me pasa a mí, a la mayoría de las 10.000 personas que acude a Ilunbe se le hace extraño, incluso duro, animar a pleno pulmón a una constructora, por muy agradecido que uno esté. Porque en can Barça no se anima al Winter-thur y, aunque Taulell lleva 20 años patrocinando al Baskonia, Zurbano es una olla a presión -con sus canciones y consignas- sin tener que animar a la empresa de cerámicas castellonense.
Y eso, independientemente de los errores que se puedan cometer en la pista o en la banda, se nota. Y mucho. Porque el Bruesa tuvo la victoria ante el Barça a tiro, pero se diluyó e Ilunbe poco hizo para evitarlo, con el respetable vaciando las gradas a tres minutos del final. Gran Canaria, Menorca y Joventut quedan por pasar por Donostia en una temporada que dirá si esto ha sido un oasis o un espejismo en la travesía del desierto.