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Tres Aguirres, tres pares

Un tal Antonio Aguirre, eximio representante del Foro Ermua, ha sido quien le ha echado un par y se ha plantado en las calles de Bilbao para insultar y provocar

A Lope de Aguirre, conocido como la cólera de Dios, el loco de Araotz que se sintió ofendido por Felipe II, el rey al que marchó a servir a las lejanas tierras del río Marañón, se le hincharon los dídimos y, con un par, le escribió una bella y extensa carta en la que se pueden admirar reflexiones como ésta: «Por cierto tengo que van poco reyes al infierno, porque sois pocos; que si muchos fuésedes, ninguno podría ir al cielo, poque creo allá seríades peores que Lucifer, según teneis sed y hambre y ambición de hartaros de sangre humana; mas no me maravillo ni hago caso de vosotros, pues os llamais siempre menores de edad, y todo hombre inocente es loco y vuestro gobierno es aire». Desde luego, no se le puede negar valor al oñatiarra que firmaba con el sobrenombre de «El Peregrino».

Siglos más tarde, en el año 1936, fue otro Aguirre, esta vez de nombre José Antonio, lehendakari del Gobierno Vasco y comandante en jefe de Eusko Gudarostea, quien tuvo que acreditar arrestos para conducir al conjunto del jelkidismo, dubitativo, asotanado y vaticanista, a las filas de defensa de la II República en compañía de socialistas, comunistas y anarquistas. Y lo hizo pasando por encima de las dudas que, sin pudor alguno, exhibieron buena parte de sus compañeros. José Antonio Aguirre lo hizo porque sabía que era precisamente en aquella barricada donde se defendía la libertad y desde la que podría pelear también en defensa de los derechos de su pueblo. Enfrente, y en nombre de la unidad de España, del orden y de la ley, sólo cabía encontrar la imposición, la violencia y la represión. Con un par, José Antonio.

Y ahora, en este año de 2007, un tal Antonio Aguirre, eximio representante del Foro Ermua, ha sido quien le ha echado un par y se ha plantado en las calles de Bilbao para insultar y provocar a diestro y siniestro en compañía de media docena de no menos reputados provocadores. Con un par, también. En esta ocasión se ha topado, sin embargo, con un jelkide sulfurado y el asunto ha terminado con un puntapié en las partes exhibidas como muestra de valor. Tres Aguirres, pues. Y tres pares.

Yo me quedo con Lope y José Antonio. Y si me apuran, con el primero. Al otro... que le den. Ya le han dado.

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