Los países árabes dan la «última oportunidad» de paz a Israel
La cumbre de la Liga Árabe arrancó ayer en Riad con la presentación de una oferta de paz que Israel rechazó en su día y que Arabia Saudí vuelve a poner encima de la mesa «por última vez". Capaz de imponer su «solución" a la exhausta población palestina y pujante en contraste con la debilidad endémica de Israel y los malos tiempos de EEUU en la región, el régimen saudí se permitió criticar la ocupación de Irak. Tampoco se olvidó de su enemigo iraní.
GARA |
La XIX Cumbre de la Liga Árabe arrancó ayer en Riad con la cuestión israelí y, en menor medida, la ocupación iraquí, como centros de la agenda.
Coincidiendo con la inauguración, el ministro saudí de Exteriores, príncipe Saud al Faisal, aseguró en entrevista al diario británico «Daily Telegraph» que la oferta de paz árabe rescatada tras cinco años de olvido con motivo de la cumbre será la «última oportunidad» para Israel.
Si volviera a rechazarla, como hizo tras su presentación en Beirut en 2002, «ello significaría que no quiere la paz y que se pone en manos del destino».
Un destino, advirtió el príncipe, «que no estará en las manos de los defensores de la paz, sino de los señores de la guerra».
El presidente de la Autoridad Palestina (ANP), Mahmud Abbas, ha abundado en estos días en la misma idea de ultimátum. «Si esta iniciativa es rechazada, no creo que se presente en los próximos años una oportunidad mejor que ésta», coincide.
Por de pronto, el presidente sudanés, Omar el Bechir, inauguró la cumbre mostrando el apoyo de la Liga Árabe al Gobierno de unidad nacional e instando al levantamiento del boicot internacional instaurado para castigar la elección por los palestinos en las urnas de Hamás como primera fuerza.
El rey Abdalá de Arabia hizo suya en su discurso la apelación árabe al fin del castigo a la población palestina.
El rey saudí, uno de los principales aliados de EEUU, criticó por «ilegítima» la ocupación de Irak y arremetió duramente contra la presencia de «fuerzas extranjeras en la región».
Hasta ahora, los dirigentes saudíes habían criticado duramente la política estadounidense en Irak pero nadie había llegado a hablar, como hizo ayer Abdalá, de «ocupación extranjera ilegítima» del «bienamado» país árabe.
El octogenario monarca enarboló en su discurso la bandera panárabe al instar a sus aliados a no permitir que «fuerzas extranjeras marquen el futuro de la región» y apostó por que «ninguna bandera que no sera la del arabismo sea izada en tierra árabe».
El régimen saudí trata así de alinear a la Liga Árabe a su lado en su pugna con Irán por la influencia en Irak y en el conjunto de Oriente Medio.
Una pugna que tiene más frentes de batalla para la dinastía saudí. Así, y en referencia a Líbano, el rey Abdalá deploró que el País de los Cedros, «un ejemplo de cohabitación está paralizado y sus calles se han convertido en hoteles».
Crítica a Hizbulá
Se vislumbra con claridad el alineamiento saudí con el Gobierno libanés pro occidental, que afronta en Beirut acampadas de protesta de la oposición, liderada por el pujante movimiento chiíta Hizbulá.
Por contra, el anfitrión de la cumbre mostró explícitamente su alineamiento con el Gobierno de Sudán en su enfrentamiento con Occidente con motivo de la crisis de Darfur. Muy crítico con la inoperancia política de los regímenes árabes -no se sabe si incluyó al suyo en la autocrítica-, el rey saudí señaló que «la falta de firmeza árabe permite la ingerencia extranjera en sus asuntos», en referencia a la situación en Sudán.
En referencia a Somalia, constató finalmente «nuestra incapacidad (árabe) de ayudar a nuestros hermanos».
La cumbre se clausurará hoy entre fuertes medidas de seguridad por temor a ataques de Al Qaeda. El régimen ha decidido declarar festivos los dos días de la cumbre, lo que ha permitido a muchos saudíes huir de la ciudad aprovechando los cuatro días de puente (el jueves y el viernes son festivos).
La Policía israelí se ha tomado tres días para desalojar, sin hacer uso de violencia alguna, a cientos de judíos que ocuparon a inicios de semana las ruinas de una colonia desmantelada en 2005 en Cisjordania.