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pedro barkaiztegi Donostia

Me alegro por lo de Antonio Aguirre

Que no se me entienda mal. No me alegro de que le hayan pegado una patada en los testículos, aunque si me alegrara tampoco lo diría, porque, además de no ser elegante, puede que, tal y como están las cosas, sea incluso legalmente punible. Pero ya digo que no me alegro de eso. De lo que me alegro es de que quien reaccionó ante la provocación pegándole un puntapié sea un presunto militante del PNV. Si hubiera sido un presunto simpatizante de la izquierda abertzale, hace ya tiempo que habría comparecido ante la Audiencia Nacional, aunque hubieran tenido que llevarlo en avión.

Por otra parte, ¿es Antonio Aguirre un fascista? La verdad es que, a fuerza de utilizar el término sin ton ni son para descalificar al contrario, ha terminado por significar poco menos que nada. El otro día, sin ir más lejos, Patxi Baztarrika calificó como fascistas a quienes interrumpieron con una pancarta durante unos minutos (algo relacionado con el euskara, por lo visto) una charla suya. Pero es que hay gente que sostiene que calificar como fascista a Aguirre no tiene sentido argumentando que hasta ayer mismo ha sido militante del PSOE. Y eso tampoco. Ya sé que es un ejemplo muy manido, pero, en este caso, parece especialmente oportuno recurrir a él: antes de fundar el fascismo, Mussolini había sido socialista. Por tanto, ése, como muchos otros, es un camino perfectamente transitable; también a la inversa, y, de hecho, son muchos los franquistas reciclados en el PSOE. Es más, algunos, como sabemos, han alcanzado altos cargos.

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