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Xabier Silveira Bertsolaria

Drogaína

Pero la cafeína pone, joder que si pone, por eso se consume a esos niveles de rutina y, como el vino, es pan nuestro de cada día

Los españoles no dejan de sorprenderme. Ya de por sí, alguien que reniega de su tierra y opta por ser español, acto que implica pertenecer a una patria sin cultura propia -a no ser que la tortura lo sea- y basada en un ejército, dos partidos políticos, dos bancos, dos grupos de información y un equipo de fútbol... me parece, al menos, extraño. Su presidente, el señor Rodríguez Zapatero, otro figura, se prestó a responder a las preguntas de sus compatriotas hace tres o cuatro días. En riguroso directo, de esos en los que se emite el acto con un retraso de varios minutos por si las moscas, ZP hacía campaña cuando fue atacado por un adversario político inesperado que, como ya todos sabemos, le preguntó por el precio del café.

Cafeína. La droga preferida por los traficantes de cocaína para convertir sus kilos de farlopa en el doble o, quién sabe, quizás el triple. Tampoco es que se les pueda acusar de crueles por este hecho a quienes se dedican a adulterar sustancias puesto que, una vez puestos, podrían hacerlo con materias primas muchísimo más baratas que no colocan y encima te devoran. Pero la cafeína pone, joder que si pone, por eso se consume a esos niveles de rutina, y por eso, como el vino, es pan nuestro de cada día. Ahí abajo, aquí arriba, entre los límites fronterizos en los que el mandato de ZP y de Juan Carlos de Bourbón desaparece al cruzar una línea trazada por una espada, unas drogas son legales y sagradas y otras ilegales. Satanizadas.

Todas las drogas son droga. ¿O no? En el caso de algunas de ellas, como es el del alcohol (vino, cerveza), la cafeína (café, red bull...) nos hacen creer que son parte imprescindible de una dieta, la mediterránea dicen, que es, como su selección de fútbol, la mejor del mundo. Ultimamente se suma a este grupo de drogas que se anuncian a través de los medios de comunicación la cocaína, que aunque siga siendo ilegal ya nadie oculta que sus amigos la toman y es sagrada puesto que lo que antes se bendecía en misa ahora se hace en la televisión. Nadie se espanta al escuchar que un tertuliano de las cadenas españolas se ponga hasta el culo de perica. ¡También los ricos son rebeldes, guey!

Zapatero no sabía cuánto vale un café, no tiene ni idea, pero seguro que sus amigos saben cuánto vale un gramo de coca. Seguro que saben cuánta gente se pudre en la cárcel para que ellos puedan correrse sus juergas cada vez que ganan eurovisión o juegos sin fronteras. A ellos les da absolutamente igual el precio del café, y más aún el de la vida, que es a lo que parece que quería hacer alusión el señor que le preguntó a ZP por el café.

¿Que está caro el café? Pues métete perico tío, que no sube de precio, sólo baja la cantidad. ¿La calidad? ¡Qué más te da cafeína líquida o en polvo! Al final va a resultar cierto eso de que las drogas son malas, aunque yo prefiero pensar que es según quién las tome, como hacen ellos con las armas.

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