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Baleren Bakaikoa, José Manuel Castells, Luis Bandres Profesores de la UPV

El BBVA deslocaliza más de 1.000 empleos

El proceso ha sido lento. Empezaron tímidamente a finales de los 70 y la debacle final ha venido de la fusión con Argentaria, propugnada por el Gobierno del PP y auspiciada y consentida por un irresponsable Emilio Ybarra

Esto es sencillamente lo que ha ocurrido con la deslocalización que ha llevado a cabo el BBVA en Bilbao, llevándose todos sus servicios centrales a Madrid y que ha supuesto la desaparición de más de mil puestos muy cualificados de trabajo. No hay empresa en Bizkaia que haya practicado una deslocalización de esta envergadura, y eso sin tener en cuenta las empresas filiales y las participadas del Banco, destacando por su importancia Naviera Vizcaina y Petronor, vendidas a Repsol; Aurora Polar vendida a Axa; y la participación de Iberdrola aprovechada para ser comprada por el Santander...

Imagínese cuántos cuadros de la Comercial o de la UPV supone esa sangría, el efecto sobre proveedores locales, creación de empresas que trabajen en su órbita, financiación de otras nuevas, sin olvidar el efecto tributario de todas ellas, y en definitiva, el que Bilbao hubiese seguido siendo una destacada plaza financiera con lo que supone de generación de riqueza para todo el entorno.

El proceso ha sido lento. Empezaron tímidamente a finales de los 70 los Bancos de Bilbao y de Vizcaya. En el Banco de Bilbao el impulsor fue su antiguo presidente José Angel Sánchez Asiain. Cajo su mandato se erigió el edificio Azca de Madrid, destinado a trasladar los servicios centrales del Banco de Bilbao, al mismo tiempo que desestimaba la compra del edificio colindante al Banco en la Gran Vía bilbaína. Naturalmente contaba con la colaboración del consejo. En los 80 el Banco de Vizcaya, presidido por Pedro Toledo, dejó desierto el Centro de Informática de Sarriko para trasladarlo a Tres Cantos.

La posterior fusión que dio lugar al BBV, precipitó más las cosas. No eran grandes decisiones empresariales, pues trasladarse 400 km de Bilbao a Madrid no parece un viaje estratégico de largo alcance. Era una terrible mezcla de provincianismo madrileño, unido a una desafección profunda por este país mantenida por las mediocres segundas y terceras generaciones de Neguri.

La debacle final ha venido de la fusión con Argentaria, propugnada por el Gobierno del PP y auspiciada y consentida por un irresponsable Emilio Ybarra, máximo responsable del desaguisado final. Todo ello impulsado por un centralismo feroz, especialmente de la mano de Rodrigo Rato y los gobiernos de Aznar.

No deja de ser curioso también el silencio que ha rodeado a esta enorme operación de desmantelamiento: La prensa local no ha dicho nada en 30 años. Ello no le impide ser muy suspicaz cuando hablan de la fusión de las cajas, estar preocupados por algún tema menor o no entender nada cuando algún comentarista decía que Arzallus no defendía a Iberdrola por ser partidario de la fusión con Gas Natural, cuando dicha fusión hubiese garantizado al menos el mantenimiento del centro de decisión en Bilbao de la parte del negocio eléctrico de la nueva compañía; los sindicatos, ELA y LAB incluidos, con gran visión, se han encartelado en las juntas generales de accionistas, con loables reivindicaciones como la cancelación de la deuda del tercer mundo o cosas por el estilo, mientras ante ellos desmontaban y deslocalizaban el Banco en Bilbao; en cuanto a las instituciones, poco han hecho o habrán podido hacer por tratarse de una empresa privada, pero destaca que en su momento la Diputación de Bizkaia le nombró a Sanchez Asiain «hijo predilecto de Vizcaya». Sería por su contribución a desertizarla. Qué diferencia, por poner sólo un ejemplo, a la numantina defensa hecha por el PP y todos sus medios para impedir la marcha de Endesa de Madrid a Barcelona.

Quizás quede todavía el último acto de este lamentable proceso: por primera vez en su historia, el Banco ha celebrado su Junta General de Accionistas un viernes en lugar de sábado y sin la asistencia de los altos directivos que venían a Bilbao de todo el mundo. Todo parece indicar que es una táctica de descafeinarla y preparar el traslado de la sede social a Madrid en un par de años.

Todo se ha perdido y sin necesidad. Ha sido una escandalosa historia de cobardes silencios, de desafectos y acomplejados aldeanos y de terribles presiones centralistas, especialmente de los gobiernos del PP. A todos ellos les debemos la desaparición de la entidad financiera que fue y debía haber seguido siendo motor económico de Bizkaia y del País Vasco y centro de trabajo de cientos y cientos de sus más cualificados profesionales. La sociedad vasca debe tomar nota de lo ocurrido para evitar que estas situaciones se repitan y, sobre todo, debe ser consciente de qué opciones políticas son las que están sacando adelante este país, generando riqueza y bienestar para todos sus ciudadanos frente a los que nada han hecho por ella.

Para terminar, señalar que en una economía globalizada, la posibilidad de que el BBVA fuese absorbido por un gran banco extranjero, quizás podría ser una buena opción. Por una parte se podrían conjugar los intereses de los accionistas que verían mejorada su posición, y por otra, la sede en Bilbao sería gestionada con criterios económicos y no políticos como hasta la fecha, lo que le permitiría a buen seguro tener una presencia más significativa en el nuevo grupo financiero.

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