Un huérfano del presente en la ciudad flotante de un mundo venidero
«Descubriendo a los Robinsons"
El último largometraje animado de Disney tiene como protagonista a una familia futurista que se asemeja a la televisiva de «Los supersónicos", aunque vista desde los ojos de un niño inventor actual.
M. I. | DONOSTIA
Se supone que esta nueva producción animada de Disney está basada en el libro infantil de William Joyce «Un día con Wilbur Robinson», pero al margen de tal base literaria y como ya ocurriera con la reciente «Robots», recuerda mucho en su configuración general a la mítica serie televisiva de Hanna-Barbera «Los supersónicos».
«Descubriendo a los Robinsons» también presenta a una familia del futuro, a la que el niño inventor protagonista accede mediante una máquina para viajar en el tiempo. Gracias a la amistad que entabla con el hijo pequeño de los excéntricos Robinsons, además de conocer cómo serán las ciudades flotantes de ese mundo venidero, este huérfano del presente podrá ser adoptado por el numeroso clan de otros mundos.
No deja de ser ciencia-ficción a escala reducida, con mucho humor tecnológico y el un tanto sicotrónico villano de rigor, de diseño no demasiado original, aunque tal vez sea porque los creadores de la película han puesto más empeño en los personajes positivos y el mensaje de paz universal que se deriva de sus buenas intenciones.
Dejando la vena sentimental a un lado, no se puede pasar por alto que el talón de aquiles de los largometrajes animados de Disney -al igual que el de la mayoría de los grandes estudios que pretenden competir con la compañía de Burbank en su mismo terreno-, sigue estando en los doblajes que hacen para el mercado latino. Con «Descubriendo a los Robinsons» han querido convertir el defecto en virtud, al hacer una promoción específica para el lanzamiento en castellano de la película, con lo que semejante carencia no hace sino agravarse. Primero nos presentaron a la familia del cantante Raphael como la encargada de doblar al clan original, para, a continuación, anunciar un concurso del que saldría elegida otra familia anónima para compartir dicho honor con la artística saga de los Martos. El invento no tendría mayor inconveniente de no ser porque el padre y el hijo de los Martos también están presentes con sus voces en la banda sonora.
El ínclito Raphael y su sucesor Manuel versionean sendas canciones de Rufus Wainwright, con lo que resulta fácil imaginar el cambio de registro y de tratamiento que imprimen a la parte musical. Quizás los niños y niñas no sean conscientes de la maniobra, que difícilmente pasará desapercibida a los oídos de sus sufridos acompañantes adultos. Con los millones que se invierten en el perfeccionamiento de las imágenes digitales en 3-D y más aún en una realización supervisada personalmente por John Lasseter, parece mentira que se descuiden otros aspectos artísticos fundamentales en aras de una comercialidad mal entendida.
T.O.: «Meet the Robinsons».
Dirección: Stephen J. Anderson.
Guión: Jon Bernstein,
Michelle Bochner Spitz,
Don Hall, Nathan Greno,
Aurian Redson, Joseph
Mateo y Stephen J. Anderson,
sobre la novela «Un día
con Wilbur Robinson»
de William Joyce.
Montaje: Danny Elfman
y Rufus Wainwright.
País: EE.UU., 2007.
Duración: 102 minutos.
Género: Animación.