Un año después del inicio del alto el fuego permanente de ETA -que fue seguido de declaraciones en favor de un proceso de paz por parte de las instituciones europeas-, nueve meses después de la declaración de Zapatero sobre el derecho a decidir de la ciudadanía vasca, y 50 años después del Tratado de Roma que puso el embrión de la Unión Europea, los miembros de Friendship reiteraron ayer su apuesta por una solución negociada al conflicto e hicieron un llamamiento a que las instituciones europeas se impliquen para forzar un acuerdo. Presentan este documento a modo de «declaración abierta a la comunidad europea».

El texto leído ayer en Bruselas por Bernat Joan, de ERC, y Bairbre de Brun, de Sinn Fèin, recoge todos estos antecedentes. Tras recordar además el acuerdo en favor de un proceso de paz tomado por la mayoría de la Eurocámara el 25 de octubre pasado, remarca que «las instituciones euro- peas deberían tener un papel fundamental y decisivo en la resolución del proceso de paz vasco. Estos días celebramos el 50 aniversario del Tratado de Roma. En este contexto, creemos que es la hora de que la Comisión Europea, el Consejo Europeo y los estados miembros actúen en consecuencia para que el proceso de paz llegue a buen puerto. La Unión Europea no sólo tiene la posibilidad, sino también la obligación moral y política de promover un proceso de paz en el País Vasco», afirma su declaración. La concluye con una doble afirmación: «Euskal Herria lo necesita. La Unión Europea lo necesita».

Las dos claves

En el comunicado se alude a que hace dieciocho años se frustró el proceso de negociación entre Gobierno español y ETA en Argel. Remarca por tanto que han tenido que pasar casi dos décadas para llegar al momento en que «la solución es posible de nuevo».

Para los componentes del intergrupo de apoyo a Euskal Herria, «existe una oportunidad real». Y añade que debería dar respuesta a lo que define como «dos nudos del conflicto: la territorialidad y el derecho a decidir». Los firmantes inciden en que la clave estriba en que sea la ciudadanía vasca quien decida so- bre su futuro.

Concluye con un deseo: que el futuro pueda celebrarse el aniversario de la resolución del conflicto vasco y «del reconocimiento del País Vasco como entidad política».