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La desaparición en EEUU de millones de abejas sin dejar rastro inquieta al sector

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La misteriosa desaparición de millones de abejas en todo EEUU tiene a los apicultores al borde del ataque de nervios y preocupa, incluso, al Congreso, que ayer debatió la crítica situación de un insecto clave para el sector agrícola.

Las primeras señales serias de este enigma surgieron poco después de las Navidades en el estado de Florida, cuando los apicultores se encontraron con que muchas de las abejas se habían esfumado. Desde entonces, el síndrome que los expertos han bautizado como Problema del Colapso de las Colonias (CCD) ha mermado en un 25% los enjambres del país.

«Hemos perdido más de medio millón de colonias, con una población de alrededor de 50.000 abejas cada una», señaló Daniel Weaver, presidente de la Federación Estadounidense de Apicultores, quien apuntó que el mal afecta a unos treinta de los cincuenta estados del país.

Lo curioso del fenómeno es que en muchos casos no se encuentran «restos mortales». «Históricamente, cuando algo afecta a los enjambres hay muchos insectos muertos», explicó a Efe May Berenbaum, una profesora de entomología de la Universidad de Illinois, quien añadió que «en muchas de estas misteriosas desapariciones no hay cuerpos».

La reina, atrás

A esa rareza se suma otra igualmente desconcertante, la de que las abejas obreras se dan a la fuga dejando a la reina atrás, en un comportamiento de lo más atípico. «Nunca habíamos tenido un caso como este», indicó Weaver, quien como muchos de los 1.200 miembros de su organización confiaba en que el problema desapareciese con la llegada de la primavera, cuando los enjambres se encuentran a rebosar y los laboriosos insectos polinizan cultivos valorados en entre 12.000 y 14.000 millones de dólares, según un estudio de la Universidad de Cornell.

Pero la situación «todavía es crítica», aseguró Weaver, quien manifestó que aún sigue recibiendo informaciones de abejas desaparecidas o muertas en distintas zonas de EEUU.

El misterio permanece.

La profesora Berenbaum asegura que los científicos barajan todo tipo de hipótesis, entre ellas la de que algún pesticida haya provocado daños neurológicos a las abejas y alterado su sentido de la orientación, lo que les impediría encontrar el camino para regresar a sus colmenas.

Otros culpan a la sequía e incluso a las ondas de los teléfonos móviles, pero lo cierto es que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el verdadero desencadenante del fenómeno.

A la espera de que se despeje la incógnita, los apicultores temen que no haya suficientes abejas para polinizar muchos de los cultivos que florecerán en el próximo mes y que incluyen desde peras hasta melones, melocotones y alfalfa.

«Nueva York es una de las zonas más afectadas y parte de las plantaciones de manzanas y arándanos podrían quedarse sin polinizar», alertó Weaver.

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