Una imagen con mucho pasado y con un enorme potencial de futuro
na imagen vale más que mil palabras. Y la fotografía del líder del DUP, Ian paisley, y el presidente de Sinn Féin, Gerry Adams, sentados uno al lado del otro ha sido durante años un sueño inalcanzable. U
El pasado lunes el primer ministro británico, Tony Blair, afirmaba que «en cierto sentido, todo lo que hemos hecho durante los últimos diez años ha sido en preparación para este momento». Con esta declaración, Blair trataba de apropiarse del éxito del proceso de paz irlandés. Al tiempo, el primer ministro trataba de mostrar al Estado británico como un árbitro en el conflicto, y no como una de las partes responsables por los sucesos de los últimos cuarenta años, y de finiquitar con esa fotografía entre Paisley y Adams el proceso de paz.
Sin embargo, las premisas de Blair son falsas. Si bien es cierto que algunos de los eventos más importantes del proceso político irlandés han tenido lugar durante su mandato -como la firma del Acuerdo de Viernes Santo, en 1998- otros hechos claves tuvieron lugar con anterioridad a su elección como primer ministro británico.
Sin remontarnos a los años setenta y ochenta, cuando a pesar de la dureza del conflicto y de las políticas británicas para el norte de Irlanda los gobiernos de Londres -incluido el de la llamada `dama de hierro', Margaret Thatcher- mantenían abiertos los cauces de comunicación con el movimiento republicano, es a principios de los 90 cuando se apuntala un hecho clave para impulsar este proceso.
En 1990, el IRA seguía con su campaña militar. El sucesor de Thatcher, el conservador John Major, era el primer ministro y Peter Brooke su secretario de Estado para el norte de Irlanda. En noviembre de ese año, y cuando ya Londres había iniciado sus contactos secretos con el IRA, durante un discurso en Londres, Brooke afirmó que «el Gobierno británico no tiene un interés egoísta, estratégico o económico en Irlanda del Norte». Esa afirmación fue la base de lo que luego vino a conocerse como la Declaración de Downing Street, un documento conjunto de Londres y Dublín que reconoce el derecho de autodeterminación del pueblo del norte de Irlanda.
Alianza nacionalista
En esta instancia, británicos e irlandeses respondían a una iniciativa del líder del SDLP, John Hume, y el presidente de Sinn Féin, Gerry Adams -que habían mantenido contactos y reuniones desde 1988- que en abril de 1993 habían reclamado el derecho a la autodeterminación para los irlandeses en un documento conjunto. Esta declaración de Hume y Adams daba paso a una nueva estrategia nacionalista, al tiempo de expresar la voluntad republicana de iniciar negociaciones.
A pesar de que inicialmente Londres rechazó la posición de Hume y Adams, al considerarla demasiado `nacionalista', esta jugó un papel vital en la creación del contexto político que llevó a la Declaración de Downing Street, firmada por el primer ministro británico, John Major, y el irlandés, Albert Reynolds, el 15 de diciembre de 1993. El documento defendía el derecho de autodeterminación basado en el consenso para todos los irlandeses y mantenía que cualquier acuerdo debía basarse en el derecho de la gente en el norte y sur de la isla a «ejercer el derecho de autodeterminación sobre la base del consentimiento presente y libre en el norte y sur de crear una Irlanda unida si tal es su deseo». Así mismo, a través de la Declaración, los británicos expresaban su intención de «defender el deseo democrático de la mayoría del pueblo de Irlanda del Norte en la cuestión de si desean mantener la Unión o una Irlanda unida soberana».
La Declaración causó horror entre los unionistas y, en su momento, el reverendo Ian Paisley describió el acuerdo entre británicos e irlandeses como una «venta» a Dublín.
Claves de Downing Street
La importancia de la propuesta de Londres y Dublín es que ya reconocía que un proceso de paz sólo funcionaría si éste trataba tres relaciones claves: la de las comunidades protestante y católica en el norte de Irlanda, que sería resuelta con la creación de un gobierno multipartito; la relación política y constitucional entre el norte y el sur de Irlanda, que pedía la creación de instituciones norte-sur para la isla; y la relación política entre Londres y Dublín, que se resolvería a través del establecimiento de foros de colaboración entre ambas administraciones.
He aquí las bases de la creación de las instituciones que serían retomadas de nuevo en 1996 por el nuevo primer ministro irlandés, John Bruton, y por el propio Major.
La Declaración también establecía que el papel del Gobierno británico era el «alentar, facilitar y capacitar» el proceso de paz, y en ella el Gobierno irlandés se comprometía a cambios constitucionales para poner fin a la aspiración de la República de `anexionar' el norte de Irlanda, que los unionistas percibían como una amenaza.
La Declaración de Downing Street, así como el fin de la política de censura impuesta en los medios de comunicación con relación a las declaraciones de los líderes republicanos por las administraciones de Londres y Dublín, fructificó en la creación de un contexto que permitiría a los republicanos avanzar en sus objetivos políticos a través de la vía negociadora.
Implicación del IRA
Sobre estas bases declaró el IRA su alto el fuego del 31 de agosto de 1994, que fue seguido por el alto el fuego de las organizaciones paramilitares lealistas el 13 de octubre del mismo año.
En su comunicado de anuncio de alto el fuego, el IRA afirmaba su creencia de que «una oportunidad para asegurar un acuerdo justo y duradero ha sido creada». «Señalamos que la Declaración de Downing Street no es una solución, ni fue presentada como tal por sus autores», seguía la declaración del IRA. «Una solución sólo puede ser encontrada como resultado de negociaciones incluyentes. Otros, incluyendo al Gobierno británico, tienen el deber de encarar sus responsabilidades. Es nuestro deseo el contribuir significativamente a la creación de un contexto que facilite este desarrollo. Pedimos a todos que se planteen la nueva situación con energía, determinación y paciencia».
En diciembre se produjo la primera reunión pública entre oficiales del Gobierno británico y una delegación de Sinn Féin, encabezada ya entonces por Martin McGuinness, jefe negociador de Sinn Féin. En febrero de 1995, Londres y Dublín presentaron los documentos estructurales para el desarrollo de negociaciones, que reiteraban el derecho a la autodeterminación irlandesa, que debe ser ejercida a través de mutuo acuerdo, a través de un proceso negociador en ausencia de violencia y con respeto a las identidades y tradiciones de las comunidades del norte de Irlanda.
Ya en este documento se establecen las estructuras institucionales que cristalizaron en el Acuerdo de Viernes Santo de 1998 con la creación de la Asamblea legislativa de Belfast, las instituciones para toda la isla de Irlanda y el consejo interministerial británico-irlandés.
Sin embargo, el cambiante balance de poder en el Parlamento británico, que estableció la dependencia de la administración de Major en el apoyo de los diputados unionistas, y el creciente énfasis por parte británica en el desarme del IRA como una precondición para las negociaciones paralizaron el proceso durante 1995.
En febrero de 1996, con la explosión de Canary Ward, el IRA puso punto final a su alto el fuego ante lo que los republicanos describían como «falta de voluntad para una negociación significativa y el avance del proceso». Sin embargo, la renovada actividad del IRA no frenó el proceso. El 30 de mayo de 1996 tuvieron lugar las primeras elecciones legislativas del proceso de paz, en las que Sinn Féin obtuvo por encima del 15% de los votos. Once días después se iniciaron las negociaciones multipartitas. Pero los avances en este periodo se vieron limitados por las inminentes elecciones generales británicas.
Paradójicamente, en esas elecciones se encontraba una de las claves del proceso político. La victoria y mayoría obtenida por el Partido Laborista de Tony Blair creó un contexto que favorecía el avance y desarrollo del proceso de paz. Para empezar, los unionistas siempre se han aliado con las fuerzas conservadoras en el Parlamento británico, lo cual las situaba ahora claramente en la oposición y limitaba su influencia sobre las decisiones del gabinete de Blair.
Alto el fuego «suficiente»
En julio de 1997, Hume y Adams reeditan su declaración de 1993, y el IRA declara un nuevo alto el fuego, que un mes más tarde es considerado por la secretaria de Estado británica, Mo Mowlan, como suficiente como para permitir la participación de Sinn Féin en las negociaciones. En octubre Blair se reúne con Adams y McGuinness en Londres.
Una de las claves de la unidad republicana durante las negociaciones han sido las constantes consultas de los republicanos con sus bases. Los laboristas supieron entender la importancia de la participación del colectivo de presos políticos en el desarrollo del proceso de paz. Londres y Dublín facilitaron el acceso de los líderes republicanos a las cárceles. Cuando en enero de 1998 los presos políticos lealistas se retiran del proceso de paz, Mowlan no duda en acudir a Long Kesh para reunirse con UDA y UVF y conseguir su apoyo al proceso.
Así pues, 1998 fue un año que empezó con buen pie y para el 10 de abril, los partidos políticos norirlandeses, con la excepción del DUP, que se retiró de las negociaciones en protesta por la presencia de Sinn Féin, y tras semanas de intensa negociación, se firma el Acuerdo de Viernes Santo, el documento marco para el desarrollo de un proceso de resolución de conflicto.
El Acuerdo de Viernes Santo establecía instituciones y estructuras políticas desde una perspectiva totalmente nueva. Acababa con la exclusión que el gobierno de la mayoría unionista había impuesto a los políticos nacionalistas y establecía la posibilidad de conseguir el cambio político a través de la negociación. La base del documento era la paridad entre unionistas y nacionalistas en el norte y la necesidad de que la minoría católica accediese a las estructuras de poder. Ello iba a facilitarse con la creación de un gobierno multipartito -que se hará realidad el próximo 8 de mayo- y una Asamblea en la que las decisiones se toman con el apoyo de la mayoría de los representantes unionistas y nacionalistas.
Logros republicanos
Desde el punto de vista de Sinn Féin, la creación de instituciones norte-sur, con la agenda y responsabilidad de crear políticas para toda la isla, es el punto esencial del Acuerdo.
El documento también establecía los términos que permitían la excarcelación de los presos políticos republicanos y lealistas y establecía una comisión independiente que evaluaría la actuación policial a través de encuentros con las comunidades nacionalistas y protestantes. Esta Comisión, encabezada por Chris Patten, presentó una serie de recomendaciones para una reforma profunda del cuerpo policial. Por su parte, el Gobierno británico se comprometía a poner en marcha un programa de desmilitarización del norte de Irlanda.
El apoyo mayoritario del electorado, norte y sur, protestante y católico, a este documento abrió las puertas del proceso de paz. Sin embargo, la implementación del documento, la formación de gobierno, el mantenimiento de las instituciones norirlandesas sufrieron a consecuencia de la debilidad del líder unionista David Trimble dentro de su partido, el UUP, lo que causó continuas crisis.
Y así se llega a otro punto que Tony Blair parece no querer admitir, el gran tabú que no quieren nombrar los representantes del Estado británico: su responsabilidad en el conflicto irlandés y en las crisis vividas por el proceso de paz.
Pero la verdad acaba por aflorar. Así, en los últimos meses se han producido cinco informes -el contenido del último de ellos, sobre las bombas lealistas en Dublín y Mohaghan, que causaron la muerte de 33 personas, no ha sido hecho público por el Gobierno de Dublín- que apuntan a la connivencia de las fuerzas de seguridad y funcionariado británico con grupos paramilitares en ataques contra activistas republicanos y ciudadanos nacionalistas.
Investigar la represión
Tras veintiseis años de espera, los familiares y víctimas del Domingo Sangriento (1972) consiguieron un tribunal público de investigación, cuyos resultados no se esperan hasta el próximo año. Fue también a través del Acuerdo de Viernes Santo y las negociaciones como Sinn Féin consiguió la creación de la figura de la Defensora del Pueblo, cuya labor está haciendo que los británicos comiencen a asumir su papel en los treinta años de violencia.
En cuanto al proceso de paz, es evidente que la decisión de la administración laborista de apoyar a Trimble, en su intento de mantener lo que consideraban el unionismo moderado en el lado del Acuerdo, ha causado años de retraso en la implementación de éste, y continuas crisis en el proceso. Sin ir más lejos, las instituciones fueron suspendidas en 2002, aunque volverán a ser una realidad dentro de unas semanas.
Pese a las crisis y retrocesos, Sinn Féin ha sido consciente de la necesidad de negociar, pero sin perder de vista la importacia de hacer avanzar su propia estrategia. Con su perseverancia han sabido ganar la mano a los unionistas y arrastrar consigo al Gobierno británico. Recordemos la declaración de abril del 2005, cuando Gerry Adams pidió al IRA que dejara de ser la excusa unionista para obstaculizar el proceso.
Desarme-desmilitarización
Y fue la declaración del 28 de julio del 2005 de que el IRA abandonaba su campaña, y la confirmación del desarme de la organización en setiembre, lo que dio pie a la implementación de la desmilitarización del norte de Irlanda, hasta entonces la zona más militarizada de Europa occidental. Las torretas de vigilancia que recibían al viajero en la «frontera» de la República con el norte ya han desaparecido, como lo han hecho las fortificadas comisarías de policías y algunos de los cuarteles militares. Este proceso culminará este verano, cuando el número de efectivos militares se reduzca a cinco mil soldados.
A la decisión del IRA de poner fin a sus actividades, le sigue en importancia la de Sinn Féin de apoyar a la Policía norirlandesa en sus funciones, que fue refrendada por los delegados del partido republicano en una asamblea extraordinaria celebrada en enero. Con ello, Sinn Féin cumplía con la condición impuesta por los gobiernos de Londres y Dublín para la transferencia de poderes al ejecutivo multipartito norirlandés y dejaba sin excusas al unionista DUP.
Por supuesto que si del DUP hubiera dependido, la fotografía del pasado lunes nunca se hubiera producido. La responsabilidad de que Paisley accediera a encontrarse con Sinn Féin recae en el Gobierno británico, que decidió cumplir con sus compromisos e iniciar el proceso de transferencia de poderes, negándose a un acuerdo bilateral con el unionismo y forzándole a negociar con el resto de los partidos norirlandeses. De ahí la foto, el acuerdo y el futuro gobierno. ¿Podría Londres haber forzado la situación mucho antes? La respuesta es evidente. Pero éste es un proceso de futuro, no de pasado.
Soledad GALIANA
En plena campaña del IRA, en 1990, el secretario de estado británico para Irlanda del Norte declara que «Gran Bretaña no tiene ningún interés egoísta, estratégico o económico en Irlanda del Norte». Sus palabras allanaron el camino.
Londres y Dublín proclaman el derecho de los ciudadanos del norte de Irlanda a «ejercer el derecho de autodeterminación sobre la base del consentimiento presente y libre en el norte y sur y de crear una Irlanda unida si tal es su deseo».
Los líderes de SDLP y Sinn Féin suscriben en 1993 una declaración que, basada en el derecho de autodeterminación, se demostró clave para favorecer el contexto político que hizo posible la famosa Declaración de Downing Street.
Firmado el 10 de abril de 1998, el Acuerdo de Viernes Santo acababa con la exclusión impuesta por la mayoría unionista a los partidos nacionalistas y establecía la posibilidad de conseguir el cambio político a través de la negociación.
El proceso irlandés garantiza la implicación en el proceso de los prisioneros. Tras considerar como «suficiente» el segundo alto el fuego del IRA, Mo Mowlan les visita en la cárcel. El 28 de julio de 2000 medio millar de presos abandonan las cárceles.
Para Sinn Féin el logro principal en el proceso, reflejado en el acuerdo de Viernes Santo es la creación de instituciones norte-sur, con una agenda concreta y la responsabilidad por escrito de crear políticas para toda la isla. Ése es el punto esencial del Acuerdo, ya que esas instituciones son consideradas como el primer paso hacia la construcción real de una Irlanda unida.
Los acuerdos se han traducido en medidas de desmilitarización, en la reforma de la sectaria Policía norirlandesa y en la creación de una comisión independiente para investigar los casos más flagrantes de violencia policial.