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gira de aniversario de barricada

Veinticinco años de largas e intensas noches de rock and roll

Casi cuatro horas de concierto para festejar que llevan 25 años encima de los escenarios. Eso es lo que Barricada ofreció el viernes en Atarrabia, repitió ayer y mostrará en los recitales de la gira que durará hasta setiembre.

Martxelo DÍAZ | ATARRABIA

Hay muy pocos grupos que puedan decir que llevan 25 años tocando encima de los escenarios y que se mantienen tan vivos y contundentes como el primer día. Barricada es uno de ellos. Y lo demostró el pasado viernes en el pabellón Hermanos Indurain de Atarrabia -ayer se repitió el recital en el mismo recinto debido a la demanda de entradas para el primero, ya que el papel puesto a la venta se agotó en pocos días-.

No es habitual que un grupo toque casi cuatro horas sin la ayuda de teloneros, colaboradores especiales ni nada por el estilo. Como tampoco suele suceder que en un concierto de un solo grupo que no sean The Ramones se toquen 53 canciones.

Esto es lo que hizo Barricada ante un público entusiasta, que llenaba el polideportivo de Atarrabia, pero sin agobios, y que coreó todas y cada una de las canciones. «Esta es una noche de rock and roll», «Barrio conflictivo», «No hay tregua» o «La silla eléctrica» volvieron a ser coreadas con el mismo espíritu que lo fueron hace más de dos décadas.

Lo que no fue el concierto de Barricada en Atarrabia fue un ejercicio de nostalgia. Después de un cuarto de siglo en la carretera y encima de los escenarios, los de la Txantrea demostraron que siguen siendo un grupo compacto y con carácter.

Y además han sabido conectar con las nuevas generaciones. En Atarrabia compartieron recital seguidores de Barricada que peinan canas o calvas con adolescentes. Alguna hasta presumía de haber escuchado a «los Barri» en el rastro de la Txantrea.

Todos ellos, jóvenes y menos jóvenes, corearon las canciones más emblemáticas cuando el grupo dejaba de tocar, demostrando que Barricada ha conseguido convertirlas en himnos.

Una prueba de la vigencia de las canciones más clásicas de Barricada es «Okupa». En los años 80 del siglo XX, en Nafarroa y en el resto de Euskal Herria, se reclamaban espacios autogestionados para la juventud. En el siglo XXI la misma reivindicación está en la calle, tal y como recordó El Drogas al dedicar la pieza a Xabier Errea, preso en la cárcel de Iruñea como consecuencia del desalojo del gaztetxe Euskal Jai de Alde Zaharra.

Sonido acústico

De todos modos, en 25 años, hay cosas que cambian. No es sólo que El Drogas ya no luzca su característica larga y lacia cabellera y haya optado por taparse la cabeza con un pañuelo o con un sombrero de copa. Barricada ha sido un grupo valiente al que no le ha asustado experimentar cuando lo han considerado conveniente y han realizado versiones de sus canciones con un sonido que se aleja del rock and roll más purista.

En febrero de 2006 realizaron uno de estos experimentos en el teatro Gayarre de Iruñea, uno de esos recintos en los que el rock no tiene cabida. Versionearon sus canciones con un sonido acústico e introduciendo un coro de tres voces femeninas e instrumentos como el saxofón o los teclados, coqueteando con el soul.

En Atarrabia realizaron una demostración de ese experimento, insertada en el medio del concierto, lo que sirvió para calmar los ánimos de un concierto que, en el resto del mismo, se caracterizó por la caña habitual de Barricada.

A más de uno, y no sólo a los músicos, les vino bien este ritmo más pausado para aguantar el concierto entero. Y es que cuatro horas son cuatro horas. Más del doble de un partido de fútbol.

Tras este paréntesis, agradable y sorprendente en cualquier caso, vuelta a empezar. Rock and roll del bueno y en estado puro.

Con motivo de los 25 años de Barricada encima de los escenarios, se ha puesto en marcha una campaña para que se les conceda el premio Príncipe de Viana, un galardón que reconoce la aportación de una persona o de un colectivo a la cultura de Nafarroa.

Premio Príncipe de Viana

En cualquier otro herrialde, un grupo que lleva un cuarto de siglo siendo un referente musical acumularía distinciones y reconocimientos oficiales. Hasta el Estado español va a emitir un sello con motivo del 25 aniversario de Barricada, tal y como hizo con el quinto centenario de San Francisco de Xabier.

Pero Nafarroa es harina de otro costal. En un herrialde donde gobiernan la derecha y los sectores más reaccionarios de la Iglesia católica, ¿cómo la van a dar un premio a un grupo con canciones como «En nombre de Dios»? Y no es un pecado de juventud, porque la siguen cantando.

¿Cómo le van a dar el príncipe Felipe de Borbón y Miguel Sanz, en un acto solemne en el monasterio de Leire, un galardón a un grupo de rockeros melenudos que en una canción como «Bahía de Pasaia» denuncian una emboscada policial que tuvo como resultado de cuatro miembros de los Comandos Autónomos Anticapitalistas acribillados a tiros?

Y es que el rock casa mal con las moquetas, el terciopelo y el oropel. El rock es música de la calle, nacida de la rebeldía y en Euskal Herria una herramienta para la reivindicación y la denuncia. El rock se toca en gaztetxes, en polideportivos y en frontones.

Es por ello, que en su próximo disco, según anuncian, incluirán una canción en recuerdo a los presos que protagonizaron la fuga del fuerte de San Cristóbal en 1938 y el olvido oficial al que se ha sometido este hecho represivo.

Sólo falta que desde estas páginas digamos que el premio nos parece bien para que Sanz vete a los Barricada (si no les tiene vetados ya). Por eso, mejor callarse. Por si acaso.

lleno, sin agobios

El pabellón Hermanos Indurain de Atarrabia estaba lleno el viernes para ver y escuchar a Barricada. También se agotaron las entradas para el concierto de ayer. Eso sí, en ambos recitales no hubo sensación de agobio.

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