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DEIA - Gabriel Mª Otalora 2007/4/4. Euskal Herria.

El descargo del nacionalista «malo"

(...) Así pues, no existen los nacionalistas «buenos» que defienden a su patria con todos los signos posibles de cohesión grupal y de exaltación de su destino eterno compartido, unidos por una organización política propia que les da seguridad legal. No existen, porque a lo mismo aspiran y sienten, con el mismo derecho, los nacionalistas «malos» que no tienen Estado ni el reconocimiento de su nación que brota igualmente del sentimiento compartido y colectivo mayoritario.

El orgullo de una historia con Estado es muy proclive al olvido y la selección partidista del pasado (tantas veces violento) de todo cuanto va en contra su sentir patrio, y a cargar contra otras colectividades que se sienten nación en el mismo espacio territorial. Europa apunta a un Estado por lo que el derecho a la realidad nacional debe tener un cauce legal para todos, sin que nadie sea despojado de su sentimiento nacional (espero que no ocurra en Catalunya).

Nacionalismos malos son los que agraden a otras culturas tratando de asimilarlas y someterlas; es la globalización de los imperios y las políticas unifor- mizadoras ajenas al intercambio enriquecedor que brota del respeto al diferente. En una Europa cada vez menos rígida y vaciada de valores, se ha salvado la firme voluntad de sus nacionales a sentirse vinculados a su grupo de referencia: asisten tranquilos al vaciamiento de poder de cada Estado miembro, pero no así a los intentos para que se diluyan sus naciones de referencia, da igual si están blindadas legalmente o no disponen de tan preciado asidero.

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