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Julio Medem elige una vía más sencilla y lineal en «Caótica Ana", su último filme

El cine de Medem siempre ha estado marcado por la complejidad, algo «no buscado", sino que le sale «de dentro". Sin embargo, con su último trabajo, «Caótica Ana", ha elegido una vía «más sencilla y lineal".

GARA | MADRID

Una estructura «más clara y limpia», y un final cerrado, «que no deja dudas abiertas». Así es «Caótica Ana», según confiesa el propio Julio Medem, quien, desde que comenzó la escritura de su guión, y antes de empezar su rodaje -el pasado mes de febrero- se refería a su nuevo proyecto de ficción, tras el polémico documental «La pelota vasca. La piel contra la piedra», como «el más arriesgado» de su carrera.

La dificultad residía en un guión complejo con un reparto internacional, pero cuyo peso recae casi por entero en una actriz que nunca antes se había puesto delante de la cámara, Manuela Vallés, a la que el filme exigía «un sinfín de matices», comenta Medem, quien siempre repetía que, hasta finalizar el montaje, no podría saber qué película había hecho.

«Caótica Ana» fue para Medem una vía de escape tras la depresión que, durante un año, le mantuvo alejado del cine, después de la polémica que provocó su documental «La pelota vasca. La piel contra la piedra». «Fue muy duro, estuve hundido, pero ahora, ya recuperado, ha resurgido mucho más fuerte», cuenta Medem, quien no se arrepiente de su trabajo, pero que decidió alejarse hacia un territorio más naif con «Caótica Ana».

De hecho, Medem ha ejercido sólo como productor de dos documentales actualmente en cartel: «¿Qué tienes debajo del sombrero?», sobre el arte hecho por discapacitados psíquicos, y «Uno por ciento esquizofrenia», un crudo retrato de esta enfermedad que fue, precisamente, la que alejó al cineasta de su carrera de psiquiatra.

«Eran temas duros, en que me veía muy implicado, y no tenía fuerzas para meterme en ellos», comenta. El realizador cuenta cómo ya al escribir el guión de «Caótica Ana» empezó a encontrar su lugar. «Y luego, el rodaje lo viví en estado de euforia total. Era un reto difícil que se volvió fácil», afirma.

«Manuela Vellés va a ser todo un descubrimiento», comenta un Medem eufórico a quien el hecho de que su filme se desarrolle en escenarios tan diversos ha obligado a elegir un reparto internacional, donde destaca Charlotte Rampling, de quien dice: «Es la intérprete más fácil con la que he trabajado. Impresiona su elegancia y su tremendo bagaje». Y, consciente de que en el montaje se la jugaba, explica: «En la primera versión veía que no tenía película. Tardé mucho, y al final, en la cuarta versión, ahí estaba lo que buscaba. El montaje fue una nueva escritura del guión», cuenta.

Asume la complejidad que marca su cine, pero aclara: «No es una decisión previa, me gustaría ser más sencillo, pero me sale así», comenta este realizador en cuya obra tiene un gran peso la mente humana, como objeto de investigación.

La huida de una joven contra un fatal destino

«Ana es una joven -dice el cineasta- con la libertad y los defectos propios de su edad. De repente, algo ancestral llama a su puerta y le descubre el inmenso pasado que arrastra sin saber. Y ése es su caos».

La trama sigue a la protagonista durante cuatro años, desde que, a los 18, se somete a una hipnosis y llega a la conclusión de que su existencia es la continuación de la de otras mujeres de épocas anteriores y que todas murieron, de forma trágica, a los 22 años. Así, convencida de que ése será su destino, abandona su Ibiza natal para aprovechar el tiempo que le resta en una huida de ese fatal destino.

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