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Iratxe Urizar y Julen Arzuaga Euskal Herriko Giza Eskubideen Behatokia

Extraña celebración

Con motivo del Día Internacional de los Presos Políticos, Iratxe Urizar y Julen Arzuaga reflexionan sobre las causas de la existencia de prisioneros, luchadores contra la injusticia, en el mundo, y ven motivo de celebración en dicha fecha: la celebración de la lucha, entendiendo eta jornada como un día de reivindicación y compromiso.

Mañana, 17 de abril, celebraremos el Día Internacional de los Presos y Presas Políticas. Extraña celebración, dirán algunos. ¿Qué es lo que hay que celebrar? ¿A quién se le ocurre celebrar que hay decenas de miles de personas encerradas entre cuatro paredes en todo el mundo? Porque, cuando decimos presos políticos, todo el mundo sabe de qué estamos hablando. Estamos hablando de aquellas personas que han dado con sus huesos en la cárcel por expresar su oposición al status quo, o por actuar en consecuencia, o incluso (por estas tierras tenemos una idea de esto) por actuar en solidaridad con las personas encarceladas.

Quizás nos vendrá a la mente la imagen de Leonard Peltier, indígena norteamericano que lleva ya 31 años en una cárcel federal por resistir a la puntilla genocida. O qué decir de Latinoamérica, cuyas venas abiertas (que diría Eduardo Galeano) no dejan de manar la sangre de los expoliados y donde la resistencia y la creación de un modelo de justicia mínima se paga, por supuesto, con la tortura, la cárcel, la desaparición y la muerte.

En la vieja Europa, parangón de libertades y modelo de sociedad para los «países en vías de desarrollo» (precioso eufemismo) el talón de hierro aprieta cada vez más y la lista de ofensas punibles con cárcel se alarga día a día. Así, el comodín del «terrorismo» se aplica a toda suerte de reivindicaciones. En Dinamarca se persigue la solidaridad internacionalista, de manera legal, eso sí, con referencia a unas listas de organizaciones convertidas por arte de birlibirloque en terroristas, sin derecho de réplica y punto.

¿Qué celebrar? ¡Si hasta el hecho de hablar de presos políticos, el mero uso del término preso político parece haberse convertido en carga demasiado trabajosa (¿peligrosa?) para algunos otrora fieros luchadores por el pueblo!

Pues bien, es sencillo: celebramos la lucha. Y mediante la celebración reivindicamos y luchamos.

El Día Internacional de los Presos y Presas Políticas es una ocasión en la que, en decenas de lugares del mundo (y cada año en más) se subraya un mensaje muy sencillo: las personas encarceladas por luchar contra la injusticia son presas políticas. Están en la cárcel como consecuencia de conflictos políticos (sociales, nacionales) y, por lo tanto, tienen derecho a ser reconocidas como tales, como presos políticos.

Este sencillo mensaje vale igual para Irlanda que para Chile, para los Estados Unidos que para Euskal Herria.

Así,mañana saldremos a la calle a insistir, una vez más, en que no se puede acabar con una causa deteniendo a un pequeño o gran número de personas, colocándoles el capirote en un auto de fe y el sambenito de «terrorista» (en otro tiempo fue el de hereje) encerrándoles en una mazmorra y tirando la llave a la más profunda sima.

Repetiremos que, aunque nos separan distancias y matices, culturas o experiencias de lucha, en lo básico nos identificamos en esta misma idea: quienes están en la cárcel a resultas de su compromiso con la lucha son presos políticos, se les debe reconocer como tales y la negativa a hacer esto no soluciona nada, sino que alarga los conflictos y los enquista; que no hay solución sin tener en cuenta las voces de los presos y presas, puesto que son agente indiscutible del conflicto, por ser consecuencia del mismo.

En Euskal Herria hablaremos del momento histórico que vivimos y del estéril intento de utilizar a los presos y presas políticas vascas como moneda de cambio, como instrumento del chantaje. Aquí dirigiremos nuestras miradas a las cárceles de la dispersión española y francesa (y Sabin Etxetarra, no lo olvidemos) y demandaremos la repatriación inmediata, en posesión de todos sus derechos, del colectivo de presas y presos políticos vascos.

Una fecha para la reivindicación y, en respuesta a la pregunta que nos hacíamos al principio, sí, para la celebración. Para celebrar que estos ejemplos de lucha y compromiso nos marcan el camino, sabiendo que la batalla que se pierde seguro es la que no se pelea. Y recordaremos la declaración del último comandante de los presos republicanos en salir de los Bloques H, tras largos años de lucha que llevaron al reconocimiento del estatus de preso político sin el cual difícilmente los presos pudieran haber aportado, como hicieron, todo su capital en el proceso de resolución. Jim McVeigh, aquel comandante, describió cómo salían aquellos últimos presos de un conflicto en el que las bases de la solución habían sido establecidas; volvían a casa «orgullosos e impenitentes».

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