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Maite SOROA

Se le acabó la bula

En las cosas de la política, cuando sube la carne baja el pescado. Ahora a Garzón le toca el turno de bajar. Dicen que se olvidó de renovar el embargo de las Herriko Taberna, obviando que, como ayer informaba este medio, Garzón ha ordenado un nuevo embargo.

A pesar de ello, ayer el editorialista de «La Razón» clamaba de ira por las intenciones que suponía tras el inexistente despiste garzoniano: «Que la caducidad del embargo coincida, además, con el `proceso' de negociación del Gobierno con ETA es un dato muy elocuente. (...) Que el fiscal del Gobierno sólo sirva a quien le nombró, aun siendo escandaloso, es previsible. Pero que un juez actúe en sintonía con los intereses del Ejecutivo es más grave». En consecuencia, pide caña para el díscolo: «Le corresponde al Consejo General del Poder Judicial analizar si el comportamiento atípico de un juez no compromete su responsabilidad con la Justicia de acuerdo a las exigencias y cautelas del Estado de Derecho».

Más duro se presentaba el editorialista de «El Mundo»: «Garzón podría haber incurrido en una falta grave o muy grave recogida en el régimen disciplinario de los jueces, que prevé sanciones cuando un magistrado desatiende la tramitación de procesos o incurre en retrasos injustificados».

El rapapolvos subía de tono: «El caso de Garzón es, si cabe, más grave, por su desatención de relevantes sumarios que instruye mientras cultiva actividades que nada tienen que ver con las obligaciones propias de un juez. Es sangrante que no pueda dedicar el tiempo que requeriría un asunto como el del patrimonio del entorno etarra mientras se dedica a hacer entrevistas al presidente Zapatero, a Felipe González o al ministro Bermejo. Es difícilmente explicable que pueda concentrarse en la dirección de un documental sobre la dictadura militar argentina e implicarse hasta el punto de entrevistar personalmente a las víctimas, y pierda la atención sobre asuntos de terrorismo de los que se ocupa en la Audiencia Nacional. Contrasta el tiempo que utiliza en escribir artículos en prensa -en los que no duda en verter opiniones políticas- y en ausentarse reiteradamente de España (...) y el que parece faltarle para hacer bien su trabajo». Y al final, la sentencia: «Ya dijimos que esta suerte de pluriempleo bien remunerado merecía una investigación por parte del Consejo General del Poder Judicial (...) Y ya es hora de que rinda cuentas por ello». Cabalgar sobre el tigre tiene esos riesgos, Baltasar...

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