Por primera vez desde el lunes, los estudiantes de la Universidad de Virginia llenaron la explanada del campus, en uno de cuyos extremos está el edificio Norris Hall, donde murieron la mayoría de los jóvenes en los tiroteos realizados por uno de sus compañeros, Cho Seung-Hui.

La mayoría usaba camisetas y chaquetas naranjas o granates, los colores de la Universidad de Virginia, y llevaba prendidos lazos negros en el pecho. Algunos alumnos pasaron por la capilla y otros escribieron mensajes sobre sus compañeros que perecieron en los carteles y paneles blancos levantados sobre el césped. Con el atardecer se encendió un mar de velas.

«Quiero que EEUU y el mundo vean esta expresión de apoyo. Esto es amor», dijo Zenobia Hikes, vicepresidenta para asuntos estudiantiles, al abrir la ceremonia. Con el mismo énfasis instó a los estudiantes a usar los servicios sicológicos para lidiar con sus emociones, y a ayudar a los compañeros que sufren. Muchos de ellos no se habían visto tras el tiroteo, ocurrido el lunes, pues las clases están suspendidas hasta la próxima semana. Algunos estudian- tes aprovecharon la suspensión de las clases para marcharse a sus casas, otros quisieron quedarse al menos para la vigilia, en la que después de 15 minutos de quietud, el silencio pesado y oscuro sólo lo cortaba el cuchillo áspero de los sollozos.

El gobernador de Virginia, Tim Kaine, por su parte, anunció que nombrará una comisión para investigar la actuación de la Universidad y advirtió de que no deberían hacerse juicios apresurados. Algunos estudiantes y sus familiares se han quejado por la manera en que la administración universitaria reaccionó tras el primer tiroteo.