«La exposición parte de una especie de ideología de la pintura entendida desde lo cognitivo, algo que sería lo contrario a la tradición romántica, de manera que haría un hincapié especial en el papel del espectador, tanto en las premisas de la obra como en los objetivos finales del trabajo». José Ramón Amondarain explicó así los pormenores de la muestra que será inaugurada en la tarde de hoy en Koldo Mitxelena Kulturunea.

Según expuso, para desarrollar este proyecto se ha centrado en una técnica que parte del trabajo de diversos artistas para poder hablar sobre la idea de la copia o sobre su función. Así, y con la tradición de la copia como hilo conductor, toda la muestra gira en torno al trabajo de otros artistas «invitados», tales como Jeff Wall, Cindy Sherman, Nan Golding, Oteiza, Palazuelo, Txomin Badiola, Richard Prince, Ritcher, Araki, Douglas Gordon, Shapiro, Opie, Serrano y Goober. En todo caso, eso sí, la copia incorpora otras aperturas, sea mediante la variación serial o mediante otras transformaciones de la imagen.

Por ello, Amondarain incidió en que «más que girar en torno a la obra de otros artistas, se trata en sí de incursiones en ese trabajo. Es entender el trabajo de los artistas como una especie de colaboración, que se ha hecho durante toda la modernidad y que es algo muy natural».

«Sin fin. Islaren isla» se divide en nueve salas, cada una de las cuales intenta mantener cierta independencia para que la lectura sea más limpia para el espectador. «Mi trabajo es no conceptual. El resultado sí se puede conceptualizar, pero el desarrollo se centra en el proceso. Cada sala tiene su propia autogestión, pero todo lo que sucede es algo que ocurre en el proceso en sí, no en una preconceptualidad. En general, son como unos acontecimientos, casi imprevistos, que van generando y haciendo más compleja la operación», puntualizó el artista.

Prueba del nivel de artisticidad

Amondarain explicó que una de las ideas que tuvo en mente antes de estructurar esta exposición fue «una frase que dice que `el nivel de artisticidad de un artista está en la capacidad que tiene a la hora de copiar'. Es decir, yo empiezo a copiar y cuando no puedo resolver algo, por la razón que fuera, entonces soy yo el que tiene que dar algo. Aunque te ciñas al supuesto original, nunca vas a alcanzarlo, y ése es tu granito de arena».

Ana Salaverría, responsable de Koldo Mitxelena Kulturunea, resaltó que el donostiarra ha tomado imágenes de artistas contemporáneos, y no de clásicos, como marca la tendencia actual. «Pero no estamos hablando de la apropiación de una obra, sino de una imagen. La idea del bucle está presente en toda la exposción. Cada imagen o cada propuesta escultórica nos reenvía a otras imágenes, y así se inicia una suerte de bucle. Por ejemplo -dijo en alusión a una de las obras-, Amondarain llega al Louvre y ve a un copista copiando un cuadro; él hace una fotografía de esa acción que se está realizando, y a partir de esa foto él hace su cuadro. Pero lo importante es que parte de la imagen; no es que copie una obra».