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Elena Beloki Periodista

Argelia: Una compleja campaña electoral

Los atentados del 11 de abril en Argel contra dos edificios emblemáticos del poder argelino: El palacio de Gobierno y antigua sede del Gobierno general de De Gaulle, y una comisaría de la policía en Bab Ezzouar, periferia de Argel, han conmocionado la vida política y social de este pueblo magrebí, y por lo tanto, la campaña de las elecciones legislativas del 17 de mayo que se inicia oficialmente el próximo jueves. Buteflika ha visto así modificado un escenario que creía controlado, y además cuestionadas sus cartas de oro para la cita electoral: la reconciliación nacional y un balance positivo de la economía.

El 29 de Septiembre del 2005, la Carta sobre la paz y la reconciliación nacional que el presidente presentó al pueblo argelino lograba un apoyo mayoritario (el 97,38% de los votantes de una participación del 79,76%) . Esta Carta posibilitó la amnistía a más de 2.000 presos y el regreso del maquis a más de 300 miembros de diferentes organizaciones armadas a cambio de su rendición y de la entrega de las armas. Pero en opinión de Hamida Layachi, director de «Djazair News», los atentados de Argel han debilitado, cuando no cuestionado, el proceso de reconciliación de Buteflika y han supuesto un duro golpe para el presidente que alardeaba en sus comparecencias en el exterior de los resultados obtenidos y del final de la violencia en este estado magrebí.

En este sentido y a pesar de la divergencia de las opiniones sobre los efectos positivos y negativos de la Carta, resulta evidente que ésta no ha ido acompañada de otra serie de medidas políticas que hubieran animado a las nuevas generaciones a identificarse con el proceso político y social que se quería crear. Lahouari Addi, sociólogo argelino, señala que la transición inaugurada por la reforma constitucional de 1989 no ha sido capaz de desarrollar una forma de gobierno representativo. Addi indica que el multipartidismo existente tiene por función regalar una imagen democrática a un régimen que reduce el papel de los partidos a ser sus aparatos. Además, y por una lógica singular, que no es otra que un sistema hiperpresidencialista donde la misión de los partidos es representar al Estado ante la población y no a la inversa. Un juego en el que participan también las principales tendencias del islamismo argelino moderado y que ha cerrado las puertas a una verdadera oposición alternativa. Y un juego, del que se alejan importantes sectores de jóvenes.

Por otra parte, y fiel a la línea descrita anteriormente, el Gobierno actual sigue silenciando cualquier voz que le moleste; así, cinco periodistas argelinos del diario «Le Matin» han sido condenados y encarcelados por realizar su trabajo y su diario fue clausurado en 2004. De igual manera, los sindicalistas autónomos de diferentes profesiones, en especial los de la educación, son perseguidos y el Gobierno les niega su representatividad sindical. Además, en aplicación de una estricta ley de partidos políticos, son muchos los partidos rechazados y la candidatura de tres militantes del RSD, moderados islamistas, o el movimiento Djaballah han sido excluidas.

Así las cosas, no es de extrañar que tras los atentados, Buteflika intente restablecer la confianza en el proceso de reconciliación y adopte alguna iniciativa de calado político porque, como señala el periodista Mussa Achercour, no hay ni ha habido «última batalla» y en adelante el Gobierno argelino tendrá que contar con esta terrible realidad que ha golpeado en sus puertas

Argelia, con un PIB de 113,6 millardos de dólares, es el segundo país más rico de Africa y Buteflika contaba con el balance económico para la campaña electoral; con él coronaba ocho años de reinado durante los cuales, obvio es decirlo, ha realizado grandes progresos en lo referente a algunos datos macroeconómicos: disminución de la deuda externa, 4,7 millardos de dólares contra 16,7 el año pasado. Aumento de la reserva de divisas, consiguiendo 78 millardos de dólares, lo que supone cubrir más de tres años de importaciones. Un ahorro en el mercado del petróleo de 10 millardos de dólares. Las exportaciones han experimentado un alza de 14,83% con respecto a 2005 y las importaciones consiguieron un alza del 3,18%.

Pero, a pesar de diversificar la economía, ésta continúa muy dependiente de los hidrocarburos y del mercado que los regula. Así mismo el sistema bancario es muy lento y corrupto (escándalo Khalifa, que implica a 5 ministros). Sólo el 42,5% de la población es activa y el paro alcanza el 12,3%. Una tasa que afecta principalmente a menores de 30 años (el 70,1% de la tasa total); y otro dato cuando menos llamativo: según la Oficina Nacional de estadísticas-(ONS) el trabajo negro en Argelia alcanza un porcentaje del 53,1%, es decir, uno de cada dos trabajadores, y si se extiende a todos los sectores profesionales, los más afectados son los jóvenes y las mujeres.

Un dossier económico con claroscuros que responde más a los intereses regionales que a las necesidades de la población. Argelia es consciente del interés que porta para las potencias mundiales que se disputan el abastecimiento de energía. Pero su Gobierno debe ser consciente de que ofrece muy pocas alternativas a una juventud, descolocada con respecto a sus mayores y que sufre el peso de las tradiciones que ya no son las suyas. Testigos de la degradación de sus condiciones de vida, del nuevo circuito internacional de la droga y en ocasiones hacinados en apartamentos, en las escuelas y en universidades

La campaña electoral comenzó el día 11 en Argelia, es de esperar que los discursos de campaña se adapten a esta nueva situación, pero sobre todo sería de esperar que el Gobierno de Buteflika garantizara una elecciones libres, honestas y democráticas.

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