Mientras los ministros de Justicia de la Unión Europea acuerdan considerar delito las manifestaciones de racismo y xenofobia; aquí en Navarra, el secretario de UPN, Alberto Catalán, sale en defensa de uno de sus concejales en Leitza, Pello Urquiola que, en una cosa con rima que él denomina bertsos, hace un llamamiento a la expulsión de España de todos los moros.

El libro ha sido presentado por la Fundación Leyre (UPN) y prologado por el insigne medievalista y medieval Pascual Tamburri. Pedro Pegenaute, director de Política Lingüística y Universidades, animó su compra y, a modo de ejemplo, indicó que su departamento adquirirá ejemplares para distribuirlos por la red pública (es decir, a costa de todos los contribuyentes, moros incluidos). En el libro escrito en bilingüe, lengua castellana y dialecto vascuence, nos encontramos con bonitas poesías que loan al pequeño, pero añorado, Caudillo de España; denuncias de las perversas prácticas de las llamadas ikastolas que, como diabólicos alquimistas, convierten las almas cándidas de los niños en malvados malhechores que atemorizan a los habitantes biennacidos de Leitza, perdón Leiza.

Los bertsos del bardo de Leiza, al decir de Tamburri, «no brotan de la búsqueda de lo bello, ni del refinamiento amanerado» (aquí nada de mariconadas tipo Silveira), los bertsos de Pello «son sólidos como las rocas de las que brotan». Por lo que se ve en Leitza unos las levantan y otros, los más sensibles, que no afeminados, con las piedras hacen bertsos o los sacan de las piedras. Me estoy haciendo un poco de lío, es tanta la profundidad del pensamiento de los requetés y de los requetefascistas que no sé si entiendo realmente la profundidad de su pedregoso mensaje. De litosfera ando un poco pez. La única piedra que poseo está a la altura del riñón derecho y cuando versifica noto un dolor que bajando a la parte testicular me produce una especie de irrintzi nada poético.

De piedra me he quedado mirando en internet una foto de un acto en el Cerro de los Angeles (Getafe), considerado el centro geográfico de la península ibérica: gentes adultas, venidas desde todas las Españas, vestidos de margaritas y pelayos con sus boinicas rojas, prometían el resurgir del carlismo verdadero. Todos en torno a una estatua de un Sagrado Corazón de piedra. Allí Pello el bardo recitando sus pedradas.