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Siemens navega entre la corrupción, los altos sueldos de sus ejecutivos y la reestructuración

4.000 empleados del proveedor automovilístico VDO temen por sus puestos de trabajo, porque Siemens está pen- sando en vender la empresa. La eventual venta, los altos sueldos de sus ejecutivos y los casos de corrupción mantienen a la multinacional en los medios de comunicación.

Ingo NIEBEL

Subida salarial del 30% en Siemens. No se trata de un sueño, es una realidad y obdece a una decisión del consejo de vigilancia, por lo que no beneficia a todos los empleados, sino exclusivamente a la Ejecutiva de la empresa, presidida por Klaus Kleinfeld. Desde el 1 de abril los integrantes de la cúpula de Siemens, reciben el aumento prometido en setiembre por el recien dimitido presidente del Consejo de Vigilancial, Heinrich von Pierer, quien tuvo que congelar su plan debido a las fuertes protestas recibidas desde los sindicatos, la política y las iglesias, porque la mayoría de los empleados tenía que renunciar a una parte de sus sueldos para no perder sus puestos de trabajo.

Un dicho alemán dice que «una vez que has perdido la reputación, puedes vivir como te da la gana». Parece que esa es la nueva máxima de la Ejecutiva de Siemens, porque su reputación está por los suelos después de los recientes escándalos de corrupción. Además no tiene el menor problema en tomar decisiones poco populares.

Según medios económicos, baraja la posibilidad de colocar en Bolsa o vender Siemens VDO, su proveedor de electrónica para la industria automovilística. Kleinfeld desmintió las informaciones relativas a la venta y sobre la colocación en bolsa aseguró que «eso es exactamente en lo que estamos pensando». Estas palabras no descartan la venta, todo lo contrario. Sea como fuere, los 4.000 empleados de VDO tienen razones para estar preocupados por sus empleos, porque el año pasado 3.000 trabajadores de Siemens perdieron su trabajo tras la venta de la telefonía móvil a la taiwanesa BenQ.

La operación entorno a VDO es parte de una amplia reestructuración para mejorar los beneficios y evitar que la competencia pueda lanzarle una OPA. La amenaza surge del propio capitalismo. Desde hace varios años, el capital estadounidense transfiere sus dólares de EEUU a Alemania a través de los denominados grupos inversores. Estos compran empresas para sacar el máximo beneficio económico en pocos años para luego deshacerse de ellas. Ante esta realidad Kleinfeld está reestructurando Siemens, buscando nuevas alianzas y despidiendo personal. Por eso ha liquidado su sección de telecomunicaciones, creando una nueva empresa con la finlandesa Nokia.

La otra actividad que ayuda a mejorar los beneficios es la corrupción y en Siemens ha habido personas que han sabido aplicarla a todos los niveles. A finales de marzo la Fiscalía detuvo al directivo Johannes Feldmeyer, actualmente en libertad provisional. Le investigan por los 14 millones de euros que la empresa pagó al asesor Wilhelm Schelsky entre 2001 y 2006. Dirigió la asociación de trabajo de empleados independientes (AUB por sus siglas en alemán). El grupo de Schelsky se presentó como un «sindicato alternativo» a IG Metall. El Sindicato Industrial de Metal, de índole socialdemócrata, ha denunciado a Siemens porque sospecha que la Ejecutiva intentaba así interferir en las elecciones sindicales. IG Metall no descarta que alguno de sus afiliados pueda verse implicado en el affaire.

La Fiscalía de Munich está investigando aún el paradero de 200 millones de euros que la multinacional mantenía en cuentas secretas. Considera que la empresa utilizó esta cantidad para «agilizar» las negociaciones con determinados clientes extranjeros. La sospecha se basa en otro caso de corrupción que se ha seguido en Darmstadt, donde se juzgó a dos ex directivos de Siemens por el supuesto pago de 6 millones de euros a dos altos cargos de la italiana Enel para lograr el pedidos de turbinas de gas por valor de 450 millones de euros entre 1999 y 2002. Un años después, Siemens indemnizó a su cliente italiano con 20 millones de euros. Uno de sus directivos reconoció ante el juez que se obtuvo un beneficio bruto de 104 millones de euro, del que «no sobró casi nada».

Todos estos casos no han afectado el valor de las acciones de Siemens. Al contrario, su precio ha subido de 70 a 85 euros desde noviembre, cuando empezaban a destaparse nuevos casos de corrupción. Los analistas indican que los escándalos podrían ayudar a Kleinfeld a acelerar la reestructuración y mantener en jaque a Von Pierer, que ya ha dimitido. Opinan que Siemens «está en buen camino», pero que aún le falta un buen trecho para poder competir a nivel internacion con General Electric o ABB. La multinacional presentará su balance y sus nuevos proyectos el 26 de abril.

Ingo NIEBEL

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