«Es una película hecha con absoluta libertad e independencia, como yo quería que fuera. Nadie me ha puesto ningún condicionamiento», explicó ayer José María de Orbe (Donostia, 1958) tras el pase de prensa de «La línea recta», su primer largometraje de ficción, en Donostia.

Se trata de un filme «realista», pero con un estilo «más bien abstracto», ya que, según expuso el director, no sigue una línea argumental concreta. «Me interesaba hacer una pelicula de personajes anónimos; es algo que echaba en falta en el cine español. Y también he querido mostrar el vacío existencial que se puede llegar a sentir en las ciudades». A este respecto, el donostiarra incidió en que «no es habitual encontrar películas de este estilo en nuestro país. En el cine español -agregó- no hay facilidad para ver este tipo de filmes, ya que peca de ese alejamiento de la realidad».

Con esas premisas,«La línea recta» es una historia urbana en la que la protagonista, Noelia, se comporta como la propia ciudad en la que habita, crece y avanza en una línea recta imaginaria que le lleva de un trabajo a otro, de una vivienda a otra, sin rumbo fijo, sin detenerse, sin descansar, sin saber a dónde va.

Es la actriz Aina Calpe (Mallorca, 1982) quien encarna a la joven Noelia, que de noche trabaja en una gasolinera y de día reparte publicidad por los portales. Esa situación propicia, además, poder retratar cómo afecta el entorno laboral en las relaciones humanas. «La joven adopta una actitud pasiva. Pero, devuelve lo que recibe, y no aporta nada porque cree que la vida tampoco le da nada a ella», puntua- lizó ayer el director y guionista.

Ése es el hilo conductor de este filme abierto, basado en el seguimiento de un personaje, en los pequeños detalles de la cotidianeidad y el paso del tiempo, a través de una mirada que observa a cierta distancia a la protagonista, en su entorno laboral y vital durante un mes. Según De Orbe, «no hay un comienzo ni un final, no hay arcos de transformación en los personajes. Su vida transcurre por la pantalla sin más, con momentos altos y bajos, sus pequeñas sorpresas y sus grandes dosis de cotidianeidad. Lo importante en este caso es la levedad propia de lo insignificante, de lo efímero».

Por un cine «más abierto»

Para ello quiso que los personajes huyeran de interpretaciones marcadas por pautas dramáticas. «No quería que Aina Calpe interpretara, quería que fuera lo más parecida al personaje -explicó-. Me costó encontrarla, pero al verla me dí cuenta de que tenía al personaje; luego todo resultó muy fácil. Es una chica espléndida, comprometida con su trabajo. Trabajamos durante meses, y le pedí que no fuera actriz, que no usara recursos interpretativos, sino que sintiera al personaje». A su entender, «es una película un poco radical. Reivindico un cine más abierto, donde el espectador cobre protagonismo. Estoy un poco cansado del cine que te da todo mascado. Por eso -dijo-, esta película es muy abierta y exige mucho al espectador, que debe completar la historia. Algunas cosas las dejo abiertas, porque tampoco yo sé las respuestas».

De Orbe cuenta con una amplia experiencia como director de cortos y cine publicitario, y ha recibido premios internacionales de prestigio en el Festival Internacional de Cine Publicitario de Cannes y de Donostia. Entre otros trabajos, coprodujo el largometraje «Héctor» en 1982.

Ya en 2000, conoció a Jaime Rosales, con quien coincide en sus planteamientos sobre el cine, y decidieron crear, junto con Mª José Diez Álvarez, la productora de cine Fresdeval Films, con objeto de producir sus propios proyectos cinematográficos, basados en criterios renovados del cine independiente -«La línea recta» ha sido producida por Fresdeval Films e Invitro Films-.

Según adelantó, ya prepara una segunda película en la misma línea, «incluso más radical».