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Una muestra recuerda a Isidoro Guinea a través de su trabajo en artes decorativas

Isidoro Guinea, hijo del reputado Anselmo Guinea, fue muy reconocido en los años veinte y treinta, en los que, dada su destreza, se le dio el sobrenombre de «El Rey del Lápiz". Sin embargo, como otros artistas vascos de la época, ha caído en el olvido. A combatir ese olvido viene la muestra que le dedica el Koldo Mitxelena, que, además, está centrada en su trabajo en las artes decorativas, su faceta más desconocida, a pesar de que fue a la que más se dedicó.

Martin ANSO | DONOSTIA

«Isidoro Guinea y las artes decorativas» está constituida por un centenar de piezas que el comisario de la muestra, Mikel Lertxundi, ha localizado trabajosamente en diversas instituciones públicas y, sobre todo, en colecciones privadas.

En la sala Ganbara del centro Koldo Mitxelena de Donostia se pueden ver desde algunos de los bocetos, rescatados hace apenas dos años, que hizo en 1936, en plena guerra, para decorar la Casa del Huérfano del Miliciano de Bilbo, proyecto en el que colaboraron también otros artistas, como Félix Arteta, los hermanos Arrue o Julián Tellaetxe, hasta la serie de sellos «Nuevos puentes de Bilbao», pasando por carteles taurinos o de ferias de ganado, ilustraciones para libros como «Euskalerriaren Yakintza» de Azkue, anuncios del jabón Heno de Pravia o diseños de vidrieras, muebles e incluso panteones.

Isidoro Guinea (Bilbo, 1893-1947) dio sus primeros pasos en el mundo del arte de la mano de su padre Anselmo. Continuó su formación en la Escuela de Artes y Oficios y después, tras ganar en 1913 la pensión de artes decorativas de la Diputación de Bizkaia, en diversas academias de París y Milán.

«Fue muy reconocido en los años veinte y treinta, pero sobre todo -hace notar Mikel Lertxundi- por sus escenas costeras, en las que desarrolla temas habituales de la pintura costumbrista vasca, como los pescadores haciéndose a la mar, la espera de sus mujeres en el puerto o las sardineras». El Museo Naval de Donostia reunió algunas de estas obras en una muestra celebrada en 2004.

Pero, si bien Isidoro Guinea se presentaba ante los demás mediante estas escenas costeras trazadas con gran destreza a base de óleos y, sobre todo, lápices de colores -de ahí su sobrenombre de «El Rey del Lápiz»-, su verdadera dedicación profesional eran las artes decorativas, de ahí que la muestra de la sala Ganbara permita no sólo recuperar la memoria de un creador «injustamente olvidado», en palabras de Lertxundi, sino hacerlo además desde la que fue su principal actividad y, a la vez, la más desconocida.

En la exposición del Koldo Mitxelena pueden verse, por ejemplo, obras realizadas en gouache y lápiz sobre papel relacionadas con la decoración de interiores y la proyección de muebles. De hecho, el artista creó la empresa «El mueble de Guinea», destinada a dar soluciones tanto a viviendas como a locales comerciales, como la Farmacia del Arenal de J. Mutiozabal o el bar Chevis, ambos, establecimientos bilbainos. Paralelamente, desde muy joven trabajó con arquitectos como Guimón, Bastida y Smith, para quienes hizo pintura decorativa, así como planos, alzados y perspectivas de sus proyectos. Colaboró también con escultores como Joaquín Lucarini, diseñando placas conmemorativas y panteones funerarios, e hizo bocetos para la empresa Vidrieras de Arte.

Escenografía, sellos, cerámica...

Realizó escenografías para óperas como «Amaya», de Guridi, en la que, por cierto, también participó como cantante, pues Guinea aprovechó su estancia en Milán para estudiar bel canto en la Scala. Asimismo, desarrolló una amplia labor como cartelista de festejos populares e ilustrador de libros. También de periódicos, particularmente de «La noche», dirigido por Pedro Mourlane Michelena, en el que Isidoro Guinea era redactor gráfico. Todos estos trabajos están representados en la sala Ganbara, que muestra incluso sellos, como uno que realizó para la Asistencia Social y Casa del Huérfano del Miliciano, en el que, por cierto, se reproduce el motivo central de «El agur del Gudari» (1936), témpera sobre tabla que también puede verse en la exposición. La muestra incluye ex-libris y cerámicas que ocasionalmente decoró, así como algunos de sus pergaminos heráldicos y conmemorativos, entre ellos, el que realizó en 1939 por encargo del Ayuntamiento de Bilbo, para entonces ya en poder de los franquistas, en honor de José María Pemán.

«En realidad -señala Lertxundi-, la Guerra Civil truncó la intensa actividad de Isidoro Guinea. Todavía llegó a participar en la selección que hizo el Gobierno Vasco para la Exposición Internacional de París de 1937. Tras la victoria franquista, continuó exponiendo anualmente en Bilbao, pero los trabajos de sus últimos años de vida, lastrados sin duda por su enfermedad, no son ya tan variados».

Ficha

Título: «Isidoro Guinea y las artes decorativas».

Lugar: Sala Ganbara del centro Koldo Mitxelena de Donostia.

Fechas: Hasta el 23 de junio.

Horario: De martes a sábado, de 10.30 a 14.00 y de 16.00 a 20.30. Lunes, domingos y festivos, cerrado.

Visitas guiadas para grupos: 667 346 025.

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