El Sadar va camino de no disfrutar de ninguna victoria liguera en lo que va de segunda vuelta
Mucha casualidad para ser cierta
Parecía que tres ya eran demasiadas, pero los rojillos volvieron a dejar escapar más puntos en el tramo final de un partido, apenas siete días después de que ocurriera lo propio en Riazor. Los de Ziganda hicieron méritos para la victoria, pero terminaron empatando
Natxo MATXIN | IRUÑEA
Seis puntos. La cantidad que le hace falta a Osasuna -ahora con cinco bastaría- para salvarse matemáticamente y los mismos que ha perdido en los minutos finales en lo que va de temporada. Recapitulemos: Anoeta, Riazor y los dos enfrentamientos caseros ante Valencia y, ayer, frente al Zaragoza.
Nada menos que en cuatro ocasiones -dos en las dos últimas jornadas- los rojillos han visto volar puntos cuando ya casi iban a enfilar los vestuarios. Demasiadas como para pensar en casualidades. Algo que reconoció el propio José Angel Ziganda al finalizar el encuentro. Esta adversidad se ve todavía más agrandada por el hecho de que la escuadra navarra sigue sin conocer la victoria en propio feudo en lo que va de segunda vuelta liguera.
Bien por falta de tensión defensiva, por errores en las marcas o por conceder una falta peligrosa en las cercanías del área, la realidad es que la llegada del tramo final de un choque lleva camino de convertirse en un auténtico episodio de psicosis colectiva ante el temor al presumible gol del rival.
Además de dolorosa, la pérdida de dos puntos en la jornada de ayer fue del todo injusta. Bien es verdad que el Zaragoza dominó más en la primera parte y dispuso de sus ocasiones -aparte del gol de Aimar, en este periodo hubo hasta siete remates maños, aunque la mayoría bastante desviados-, pero fue Osasuna quien dispuso de las mejores oportunidades para cerrar el partido, cosa que no hizo y pagó caro al final.
Un tándem engrasado
Como ocurrió ante el Sevilla, los rojillos volvieron a anular en la reanudación a uno de los equipos que se dice practica mejor fútbol imponiendo los navarros su potencial físico y técnico. Las pobladas gradas -apenas mil espectadores menos que en la semifinal de la Copa de la UEFA- de El Sadar pudieron disfrutar de uno de los partidos caseros más completos, sólo chafado por el detalle final.
Sin duda el regreso al doble pivote de la pareja Puñal-Nekounam fue un factor más que determinante para consolidar esa mejoría en el nivel de juego de los navarros. La presencia del uhartearra ya se dejó notar el jueves y ayer todavía se vio más agrandada por la ayuda y perfecta coordinación con el iraní. Ambos demostraron con creces que son un tándem perfectamente engrasado y muy necesario para lo que se avecina.
En ningún momento dieron la sensación de haber salido de un periodo de convalecencia relativamente prolongado por sus respectivas lesiones y ello es una magnífica noticia para el próximo y trascendental envite europeo a disputar en el Sánchez Pizjuán.
Puestos a ser positivos y aunque escaso, el punto sirve para agrandar un poco más la diferencia con los puestos calientes de la clasificación, gracias a que los cuatro últimos conjuntos que se hallan inmersos en la lucha por evitar el descenso perdieron sus respectivos compromisos.
Tras el empate cosechado ante el Zaragoza, Osasuna continúa en la decimocuarta posición de la tabla, pero ahora con más diferencia sobre las plazas de descenso. Los rojillos están ahora a siete puntos de los puestos de la quema, ocupados por Celta, Real Sociedad y Nástic.
Una jornada más, el discurso del técnico rojillo, José Angel Ziganda, no tuvo otro remedio que centrarse en lo injusto que resulta no recibir premio al trabajo realizado. «Hacemos demasiadas cosas bien para los puntos que sacamos. Son fallos puntuales y en cadena, pero no podemos volvernos locos», aseguró.
En cualquier caso, fue claro como acostumbra a la hora de asumir los errores y reconocer que ya no se puede hablar de mala suerte en estos lances. «Esto ya no es casualidad, ya que tenemos que corregir algunos aspectos, como cerrar el partido antes, no hacer faltas innecesarias o ser más estrictos en las marcas. Ya son cuatro veces que nos ha pasado y debemos estar más concentrados», confesó de manera autocrítica.
En cualquier caso, el de Larraintzar prefirió centrarse en el buen juego realizado por su equipo, «que está con nervio y transmite buenas sensaciones, que es con lo que me quedo al final, con lo positivo», afirmó.
«Ves que los rivales no te dominan, que tienes más ocasiones que ellos. Somos los que más jugamos al fútbol y, al final, quienes recibimos un gol de estrategia», se refirió amargo y crítico con algunas informaciones que venido apuntando que los rojillos sólo saben correr.
«Está claro que podíamos haber dejado prácticamente hecha la permanencia, pero parece que nos gusta sufrir y no queda otra que seguir peleando hasta conseguirlo», apostilló.
En el lado opuesto, un Víctor Fernández que se vio regresando de vacío a Zaragoza y acabó sumando un punto. «Cuando no se puede ganar, el empate es bueno, aunque siendo sincero, tras los primeros cuarenta y cinco minutos pensé que íbamos a ganar porque tuvimos muchas llegadas y el equipo estaba bien asentado. Pero el segundo gol le ha dado mucha energía a Osasuna, que no supo finiquitar el encuentro, como nos ocurrió a nosotros en la primera vuelta», argumentó.
N.M.
Según informó ETB, Osasuna estaría interesado en hacerse con los servicios del centrocampista suizo del Zürich Xavier Margairaz. El jugador, de 23 años -1,85 de altura y 80 kilos de peso-, llegaría a la plantilla rojilla con coste cero al finalizar contrato con su actual club.
Aunque a priori parecía que podía disponer de algunos minutos, finalmente Ludovic Delporte no jugó ante el Zaragoza. Ziganda ya había avisado que el regreso del francés dependería del devenir del encuentro y el técnico de Larraintzar apostó por otras opciones en los cambios.
Nekounam, que regresó al equipo inicial tras permanecer por espacio de un mes en el dique seco, fue el recuperador por excelencia de los rojillos. El iraní consiguió interceptar un total de diez pases del rival, mientras que en lado opuesto, Valdo fue el que más balones perdió.