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Jon Odriozola Periodista

Yeltsin y sus kurdas

Se muere Yeltsin (o Eltsin) y va la prensa burguesa, frívola, que lo apoyó a muerte en su día por «demócrata» y lo llama beodo. De esta manera se psicologiza este personaje: un borracho. Sólo el imperia- lismo sabe lo que debe a este contrarrevolucionario que acabó de rematar a la Unión Soviética. Y lo hace para recordarle a Putin que no se ponga tonto y asuma que Rusia debe ser un país tercermundista.

Todo empezó con Gorbachov y su famosa «perestroika» (un eufemismo para volver al capitalismo). Este dirigente revisionista soviético fue objeto de un «culto a la personalidad» que suponíamos sólo se daba, así nos decían, con Stalin. Con la «gorbimanía» el capitalismo puso fin a la guerra fría y eso. El comunismo se fue a tomar por saco y el «mundo libre» venció (no consta a costa de quién). Gorbachov no hizo otra cosa que, a cambio del precio político que suponía desmantelar las conquistas sociales logradas en la URSS después de tantísima lucha obrera y popular, pedir un precio económico, o sea, pedir dinero a las potencias imperialistas para que el trauma social fuera más llevadero y mitigar la lucha de clases. Pero no se lo dieron. Y ello porque vacilaba. Los tiburones occidentales tenían prisa. Ahí entró Yeltsin y el «plan Shatalin» de «capitalismo en 500 días». En medio, en agosto de 1991, hubo un «golpe de Estado» que trató de «negociar» con Gorbachov la desaceleración de la descarada vuelta al capitalismo. En vez de movilizar a la población sacaron los tanques y eso fue un error (cosa que Yeltsin no dudó en hacer dos años después: bombardear la Duma). Lo último que harían los «golpistas» sería disparar contra su propia población pero eso no los libró, no ya de que los compararan con Pinochet, sino de que los llamaran «conservadores», es decir, mantenedores del periclitado comunismo (de mierda). En ciencia política, la doctrina es pacífica y conviene en decir que quienes pretenden dar marcha atrás, en este caso del socialismo al capitalismo, eran reaccionarios. Suponiendo, claro está, como lo supongo yo, que el socialismo es superior al capitalismo apostando por el progreso en la Historia y no por el nihilismo. Mantener el socialismo en la URSS -con todos sus defectos- era «conservador» y volver al capitalismo no era algo retrógrado sino recuperar la quintaesencia de la democracia charlamentaria con sus elecciones y corruptelas que dan sabor a una democracia que se precie.

Como comunista, no me entusiasmaba el régimen soviético, y ello desde que dejó de existir, para que vean lo burro que soy, la dictadura del proletariado. Pero, al menos, supieron contener al imperialismo norteamericano. No se trata de echar de menos la guerra fría y el mundo bipolar. Para el imperialismo y su maquinaria de guerra, lo mismo el yanki que el europeo, antes el enemigo era el «comunismo», ahora es el «terrorismo islámico». Sin «enemigo», el imperialismo es un tigre de papel. Y sus pies de barro. ¡Viva el 1º de Mayo!

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