José Miguel Arrugaeta Historiador
Primero de Mayo: En la plaza con Fidel
A las viejas reclamaciones de los trabajadores se han ido añadiendo, como expresión de los cambios naturales del tiempo y de la sociedad, la aspiración de un mundo mejor y la lucha contra una globalización neoliberal que atenta contra la existencia misma de la especie humana
Si hacemos caso de un rumor insistente y de la noticia, imposible de confirmar, el Comandante nos acompañará este primero de mayo en la Plaza de la Revolución para celebrar fecha tan especial para una gran parte de la humanidad, y de ser cierto, sin duda, ocupará los principales titulares y espacios noticiosos de hoy a la tarde y de mañana.
A mí, qué quieren que les diga, me alegraría que fuese así, me emocionaría distinguir hoy, a lo lejos, rodeado de miles y miles de personas que enarbolan sus banderas con orgullo a pesar de las dificultades de nuestras vidas cotidianas, su uniforme verde olivo, su característica gorra y su sólida y reconfortante figura sobresaliendo en el centro de la tribuna, y no piensen que es romanticismo trasnochado, aunque tampoco es malo algo de romanticismo de vez en cuando; lo sentiría más bien como una pequeña e íntima victoria, compartida con más de medio millón de habaneros en directo y con millones de personas en el mundo, que comentarían con cierto orgullo que el hombre es un caballo -el animal que en cubano popular sintetiza la fuerza-, algo así como el Ave Fénix que renace una y otra vez de sus cenizas para amargura y desesperación de los poderosos de la tierra.
Y es que a estas alturas su enorme y trascendente figura histórica y política se ha convertido casi como en un mito, la prueba viva de que la fuerza de voluntad, las convicciones y la lealtad a principios políticos y sociales de un ser humano tienen un poder enorme y sorprendente, y que todas estas características reunidas en un hombre excepcional pueden llegar a resumir y representar las nobles aspiraciones de muchos de cambiar las realidades del injusto mundo en que vivimos.
Pero un hombre solo, aunque sea extraordinario, no puede transformar las rea-lidades o mover el mundo, por eso a pesar de que su posible aparición acapare los titulares de este día, en realidad su éxito de verdad no será sorprender de nuevo con su fortaleza física y su admirable capacidad de recuperación, que demuestran su enorme fuerza vital e interior; su éxito verdadero es bastante más de fondo, será llenar con varios millones de personas las plazas y calles de Cuba en defensa de la soberanía y de sus conquistas sociales, el reclamo a viva voz de su pueblo para que finalicen el bloqueo genocida y la impunidad del terrorismo de Estado que amparan los EEUU, y no está de más recordar en esta fecha que la justicia Made In USA acaba de dejar en libertad al autor confeso de múltiples y sangrientos atentados contra Cuba, Luis Posada Carriles, entre ellos la voladura en pleno vuelo de un avión de pasajeros donde murieron 73 civiles.
Cuba, su Revolución y su Comandante estarán además este Primero de Mayo más acompañados que nunca antes, pues una diversidad de procesos sociales y políticos van transformando de manera profunda América Latina en los últimos años, como muestra de una nueva conciencia en plena formación, y la recién terminada cuarta reunión del ALBA (Alternativa Bolivariana para las Américas), de la que Cuba es fundadora y parte esencial, es sin duda el más reciente ejemplo de estas realidades emergentes. Así que las manifestaciones multitudinarias serán también una constante en cada vez más puntos de esta América Latina que busca su futuro, aquí y ahora, tras decenios de un indecente saqueo foráneo e interno, y eso quizás no sea noticia de primera plana mañana, sin embargo es tan importante como la posible reaparición de Fidel, y al mismo tiempo forma parte inseparable también de este Primero de Mayo en Cuba, pues la Plaza rebosará de miles de estudiantes de medicina, magisterio, de deportes, de trabajo social procedentes de todo el subcontinente latinoamericano, que se forman en estos momentos en el país antillano, y que en un futuro muy cercano serán los responsables de que las transformaciones sociales y políticas en esta América que se levanta lleguen al fondo de las cosas y al corazón de las gentes.
Y aunque parezca evidente es oportuno recordar que el Primero de Mayo no es asunto exclusivo de Cuba, o de su Revolución, aunque aquí haya adquirido a través de los años una masividad impresionante. Esta jornada de lucha se convocó por primera vez hace un poco más de ciento veinte años, como respuesta internacional a la violenta e intensa represión del entonces movimiento obrero norteamericano. Desde aquel día y hasta hoy, los trabajadores de cualquier parte del mundo han tomado este día para reunir fuerzas y poner de manifiesto lo esencial de sus reivindicaciones nacionales e internacionales. Mucho ha llovido desde entonces, pero la triste realidad es que después de tantos años hay aún mucho que reclamar y demasiadas causas por las que luchar.
En los países occidentales hoy reivindicamos cosas que hace treinta años se suponían que eran conquistas adquiridas (y que costaron por cierto mucha lucha, esfuerzo y sangre inocente), como la jornada de 8 horas, derechos sindicales, seguridad en el trabajo, iguales salarios para hombres y mujeres o un trabajo seguro y con contrato, y que no forman parte del mundo conocido por nuestros hijos. En el llamado Tercer Mundo las reclamaciones laborales son mucho más dramáticas aún, y en cierta medida nos retrotraen a la Revolución Industrial del siglo XIX, que describió la literatura realista con espantosa fidelidad, el trabajo infantil, la sobre-explotación humana, el hambre, el comercio injusto y desigual que condena a estos pueblos a la pobreza y a la emigración, los salarios de miseria y un largo etcétera, que dan más para una enciclopedia que para un simple artículo.
A las viejas reclamaciones de los trabajadores se han ido añadiendo, como expresión de los cambios naturales del tiempo y de la sociedad, la aspiración de un mundo mejor y la lucha contra una globalización neo-liberal que atenta contra la existencia misma de la especie humana. Hay muchas razones, hoy como todos los años, como siempre, para que miles de personas se movilicen y llenen calles y plazas en muchos lugares del mundo, y aunque aún nos falte mucho, será esperanzador constatar que cuando nos anunciaban, a inicios de los noventa, con gran propaganda desde la capital del imperio, el fin de la historia, en realidad era cuando ésta comenzaba en un sentido estricto para nosotros y para nuestro tiempo, y todo eso también forma parte de este Primero de Mayo en La Habana.
De todas maneras los cambios sociales, la lucha por la soberanía efectiva de las naciones, la trasformación del ser humano, la lucha por la justicia y contra la explotación son parte de procesos colectivos, lentos y conscientes, y no simples sueños que se alcanzan un día de mayo. Por eso sólo avanzarán en la medida en que sepamos luchar y sumar a amplias mayorías. Pero también hay personalidades que influyen de manera particular en esta historia, aunque sean excepciones; Fidel ha sido a través de su vida una de ellas, qué duda cabe, y saber que su salud le permite seguir sembrando ideas, azuzando con sus verdades la mala conciencia de las elites y los países que dominan el mundo, sería una buena noticia, aunque pongan mala cara los de siempre que no saben ya qué hacer con este hombre que realmente impresiona y no se atiene a ninguna predicción.
Un Primero de Mayo en la Plaza de la Revolución habanera es siempre para no olvidar, para grabarlo en la memoria. Ver y formar parte de una enorme, inmensa, interminable marea humana que despliega al sol de la mañana sus sueños, sus reclamos y sus aspiraciones de una vida mejor, más justa y humana, no es experiencia habitual en estos tiempos; si además nos acompaña el Coman- dante, el día puede ser completo, pero si por alguna causa no está físicamente con nosotros, allí estaremos una cantidad inmensa de personas para llenar su ausencia, la de hoy o la del futuro, y ese será parte de su legado de luchador de revolucionario. Porque hay mucho que reclamar, mucho trecho que recorrer, muchas causas que defender, en muchos lugares del mundo. Por eso yo estaré hoy en la Plaza de la Revolución.