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Calentando banquillo

Aportación táctica: el 1-8-1-1

Imanol INTZIARTE

Tampoco se trata ahora de descubrir la pólvora, que quienes entienden de esto no cesan de repetir que ya está todo inventado. Pero resulta obvio que un gran porcentaje de partidos se ganan con la táctica del 1-8-1-1. Sobre todo, en el caso de los equipos modestos. ¿Y en qué consiste?

Bien. Los dos primeros dígitos son los que evitan que el partido se pierda. Así, el 1 corresponde a un portero que ofrezca unas mínimas garantías, tanto bajo palos como en las salidas.

El 8 corresponde a la «cuadrilla de currelas» que se faja para robar balones, trabar a los contrarios, hacer y provocar faltas, pelear...

Con estos mimbres tenemos como poco un puntito en el bolsillo. Para ganar entran en liza los dos que nos faltan: un lanzador preciso a balón parado y un rematador.

Hay ejemplos de sobra sin ir muy lejos. En el Athletic-Real Madrid, los merengues abrieron el marcador con Bechkam lanzando una falta y Sergio Ramos marcando con la testa. ¿Y cuántos puntos ha sacado el equipo bilbaino gracias a esas jugadas, con Urzaiz como estilete?

En el Getafe-Real Sociedad, el equipo dirigido por el alemán Bernd Schuster se llevó los tres puntos con un remate de Alexis a la salida de un saque de esquina. Por su parte, los blanquiazules han comenzado a ganar partidos -Levante o Betis-, cuando han comenzado a aprovechar este tipo de jugadas.

Un gran cabezazo de Roberto Soldado tras una falta botada por David López permitió a Osasuna cobrar ventaja ante el Sevilla en las semifinales de la Copa de la UEFA.

Es bien sabido que lo ideal es tocarla en el centro del campo, abrir a las bandas, regatear, marcharse en velocidad, centrar bien y rematar a las mallas. Pero eso es difícil hasta con la Play Station.

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