Maite SOROA
Garzón, como chupa de dómine
Habrán observado que al juez Garzón le están lloviendo chuzos de punta desde las posiciones que antes le aplaudían. Ayer le tocó el turno a Ildefonso Ussia en «La Razón».
En el inicio se adivinaba la tunda: «No me divierte criticar a Garzón (...) Fue un bravo luchador, desde la Ley, contra el terrorismo». Dicho lo cual, suena el gong: «a Garzón le pierde la vanidad. Sus ambiciones políticas han sido, para él, devastadoras. Lo malo es que también lo están siendo para la sociedad». No se queda la cosa: «No actúa como juez, sino como político comprometido con los pactos del Gobierno con Batasuna (...) Cuando Garzón se sale de lo suyo, alcanza el más alto nivel de incompetencia. Su actitud confusa y partidista mueve al desasosiego, y haría muy bien, desde su vanidad, si intentara conocer el descenso en la valoración que se aprecia entre la ciudadanía».
Se suceden descripciones sin duda dolorosas para el juez: «Garzón es un desagüe, una boca abierta hacia el vertedero». Agrega que «está en el bore del precicipio», lo que sin duda le inquietará y, para ablandar el ritmo de la paliza, dice Ussia que «Le puede servir de satisfacción y consuelo saber que entre la animadversión por su persona y la lástima, vence la segunda. -¡Pobre Garzón!-. La gente es más bondadosa y agradecida de lo que se cree, porque las últimas actuaciones del juez no merecen la conmiseración sino el desapego que produce la decepción. Nos ha decepcionado a tantos, que su vanidad no soportaría la realidad. Pero la ambición del poder político insensibiliza la piel y la cordura. Todo lo que consiguió, hoy lo ha entregado. No se concibe estrategia más sonrojante contra uno mismo».
Para terminar de aplastar al púgil contrario, concluye: «Me dicen los muy enterados que aspira también al Nobel de la Paz. Es muy probable que se lo acaben concediendo. El Nobel de la Paz, es probablemente el premio más desacertado y demagogo de cuantos se conceden. Lo han ganado farsantes, terroristas, falsificadores e impostores. Garzón no pertenece a ninguna de esas especies, pero sí podría ingresar en la nómina en el apartado de demagogos. Pero la vanidad nubla. O ministro, o Nobel de la Paz. Adiós sin posible rectificación al juez». ¡Cómo se va a poner Balta!