El primer ministro israelí, Ehud Olmert, dejó claro ayer a los parlamentarios de su partido el Kadima que no piensa dejar su cargo tras el resultado del informe de la Comisión Winograd sobre la guerra contra el Líbano. Es más, recomendó «a todos aquellos que se han apresurado a aprovecharse de esta situación que vayan más despacio».

Olmert realizó esta observación al inicio de un consejo extraordinario de su Gobierno convocado para designar un comité ministerial y un equipo de expertos que estudiarán el informe de la Comisión. Su función, según señaló, será la de «estudiar y aprender las lecciones» del conflicto y «analizar las relaciones entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas».

Pero, cada vez son más las voces que piden la dimisión del primer ministro. Una de esas voces es la de Tzipi Livni, ministra de Asuntos Exteriores, que pidió personalmente a Olmert su dimisión. «Le expresé en la entrevista mi opinión de que la dimisión es la decisión correcta en estos momentos».

Aseguró que piensa quedarse en el Gobierno para «verificar que los cambios que son necesarios se efectúan correctamente». Reveló también que aspira al liderazgo del Kadima.

Subrayó que, si bien apoyó la intervención en el Líbano, Olmert actuó «prácticamente solo» y sin contar con el Ministerio de Asuntos Exteriores, del que ella es titular.

El primer ministro también se enfrenta al rechazo de la opinión pública. La mayoría de los columnistas pidieron abiertamente que tanto él como el ministro de Defensa «se vayan a casa». «Echad a Ehud Olmert y Amir Peretz y salvad a Israel, éste es el grito de batalla ahora, ésta es la misión urgente de todo ciudadano», escribió, por ejemplo, el ex ministro Yosi Sarid.