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Juan Mari Eskubi Arroyo Bilbo

Algunas preguntas a Josu Jon Imaz

En primer lugar, hay que felicitar a Imaz por sus habilidades histriónicas y dominio de la escena. El 29 de abril, en el BEC, realizó una interpretación magistral de un personaje shakespeariano. Como un chacal rabioso recorría el tablado preguntando a los independentistas ausentes qué van a hacer cuando ETA cometa un atentado, hecho que estima probable... ¡Algo huele a podrido en Sabin Etxea!

A este despiadado privatizador neoliberal hay que preguntarle, no por lo que hará el PNV, sino por lo que hizo cuando el peligro nuclear pendía como macabra amenaza sobre Euskal Herria. Durante largos años los jeltzales defendieron la central atómica de Lemoiz contra la oposición popular, que anunciaba la posibilidad de una catástrofe como la que poco después ocurrió en Chernóbil. Un accidente similar en la cala de Basordas hubiera supuesto la desaparición de nuestro pueblo... ¿Esto no es violencia? Aún no han pedido perdón ni han sido juzgados. A los peneuvistas les interesaba un carajo lo que ocurriese en Basordas, porque lo importante para ellos era -y sigue siendo- el beneficio económico, objetivo que persiguen sobre cualquier otro. En esto no han cambiado. Ahora, en vísperas de unas elecciones antidemocráticas, se preocupan en acelerar la construcción del TAV, rechazado por la sociedad vasca. Como entonces, defienden una política de «hechos consumados» que les proporciona cuantiosos beneficios, con los que viven como dios. Son mamporre- ros del neoliberalismo, que favorece a los ricos y perjudica a los pobres, y provoca la degradación del medio ambiente, el expolio de recursos naturales y la privatización de un patrimonio público conseguido con el sacrificio de varias generaciones de trabajadores. ¿Qué les importa que la izquierda abertzale sea ilegalizada si ellos logran más votos? El dinero es su dios y su patria.

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