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Unicaja echa sal en la herida y la afición culpa del fiasco a Maljkovic

Un Unicaja muy mermado echó sal a la herida abierta el viernes con una canasta final de Marcus Brown para condenar al Baskonia al cuarto puesto y la afición culpó a Boza Maljkovic, antes incluso de conocer el resultado, de la peor Final Four disputada en su historia

TAU BASKONIA 74
UNICAJA MÁLAGA 76

Jon ORMAZABAL | ATENAS

A pesar de que las responsabilidades deben repartirse en más de un frente, Boza Maljkovic, y por extensión su valedor Kerejeta, ha sido el gran perjudicado del mal papel de un Tau que terminó la Euroliga en cuarto lugar, tras dejarse remontar un partido que tenía en las manos ante un mermado Unicaja que le echó mucha más intensidad. El club se la jugó tomando la arriesgada e impopular medida de relevar al ilusionante proyecto de Natxo Lezkano, mirando a esta Euroliga de Atenas, donde se ha estado muy por debajo de lo esperado, y los seguidores azulgranas emitieron ayer su veredicto de una manera clara.

Y es que, los aficionados, que teniendo la oportunidad de vender sus entradas por una buena cantidad de dinero decidieron acercarse al OAKA, recibieron al técnico serbio con una fuerte pitada que se repitió cuando el nombre de Maljkovic fue pronunciado en la presentación de los equipos. Que la afición, lo mejor del Baskonia en esta cita ateniense, se manifieste no tiene nada de malo, pero sí que puede resultar peligroso que la situación se enquiste con los play off por la ACB, la última posibilidad para enderezar una temporada que comenzó muy ilusionante, pero que se ha ido torciendo duramente, tan cerca.

Se antoja complicado y está por ver hasta qué punto sería beneficioso un nuevo relevo en un banquillo que ya ha tenido tres inquilinos, pero la cosa tampoco parece sencilla si lo vivido ayer tiene su reflejo en Zurbano y se repiten las muestras de desaprobación.

La filosofía de juego estático y pausado desplegado en Atenas con un equipo que siempre se ha caracterizado por su dinamismo y su hambre ha terminado por crear una ruptura con un público acostumbrado a otra cosa. Siendo como es una plantilla diseñada para correr, con la nueva fórmula la gente no sólo ha visto a su equipo obtener su peor clasificación en una final a cuatro, sino que ha llegado a sentir como si a su equipo le hubieran robado su «carácter» y comienza a dejar de transmitir.

Ruptura

La apuesta por Boza Maljkovic supuso la ruptura con la filosofía de apostar por gente con hambre y ambición que ha marcado los éxitos de las últimas campañas, tanto de jugadores como de entrenadores, -Comas, Scariolo, Ivanovic y el mismo Perasovic llegaron a Gasteiz para labrarse una carrera, mientras que Maljkovic llegó ya consagrado- y, una vez que se ha fracasado en la prueba del nueve, la grieta que se ha abierto puede resultar infranqueable.

En valores reales, el partido por el tercer y cuarto puesto es un choque de compromiso condenado a desaparecer que en condiciones normales no debe servir absolutamente para nada, pero en el caso del Baskonia supuso echar sal a las heridas abiertas el viernes por el Panathinaikos, sobre todo por la forma en la que el equipo echó por la borda un encuentro que tenía absolutamente bajo control y que se escapó por simple desidia. Y es que, la mayor ilusión de los malagueños por agradar a su parroquia en una Final Four a la que acudían con todo por ganar, fue el argumentó que permitió la remontada de los de Scariolo, culminada por una canasta de Brown a 1,26 del final.

El partido comenzó por la senda de las dos semifinales, es decir, con muchas dificultades para ambos equipos para ver aro, pero más que por las grandes defensas, por la falta de acierto y de voluntad ofensiva en los equipos de Maljkovic y Scariolo. Los gasteiztarras no lograban sacar provecho de la teórica superioridad interior de los malagueños, por lo que Rakocevic tomó el mando con desigual acierto. Así las cosas, el primer cuarto concluyó con un 15-16 más que significativo de lo que expusieron ambos bandos.

Con los jugadores interiores bajo mínimos, -las alarmas saltaron cuando Carlos Jiménez, su mejor baza ayer se retiró al banquillo por un golpe que no pasó a mayores- Unicaja jugó con cuatro abiertos y la táctica les dio resultado mientras los triples fueron entrado. Tusek y Vasileiadis tuvieron momentos de acierto y los malagueños fueron tomando ligeras ventajas que no llegaron a más, porque la falta de efectivos le impedía aspirar a mucho más.

El recambio en la posición de base en el bando vasco fue mucho más sólida y los buenos minutos de Planinic, junto con el acierto de Rakocevic y las muy intermitentes apariciones de Scola dieron una renta de cinco puntos al descanso, 40-35, que bien pudieron ser siete si los árbitros hubieran dado validez a un mate de Mirza Teletovic que se salió de la red.

En la reanudación, el talento individual de Rakocevic y Planinic, aderezado con que Scola y Splitter comenzaron a ser incisivos bajo los tableros, permitieron al equipo gasteiztarra ampliar la renta a los diez puntos, 61-51 al término del tercer parcial, y el triunfo parecía asegurado ante un rival mermado.

Sin competitividad

El panorama cambió radicalmente cuando se terminó la hora del show y empezó la de competir, al comienzo del último cuarto. Como si de un resumen de lo ofrecido en esta Final Four se tratara, el Baskonia se diluyó cuando las cosas se pusieron difíciles y la ambición malagueña fue los suficientemente sólida como para dar la vuelta a una renta que se antojaba insalvabale para los andaluces.

En este tesitura, los triples de Tusek y los puntos de Marcus Brown, que se echó el equipo a la espalda, metieron a Unicaja en la pelea por una tercera plaza que para ellos sí significaba algo. Tras empatar el partido a 69 desde el tiro libre e intercambiar canastas de mucho peso con Prigioni, el escolta estadounidense resolvió en un aclarado y, pese a resbalarse y rozar el fallo a falta de 1,26, para que la experiencia de este mayo en Atenas resultara aún mucho más frustrante.

El técnico serbio no escucha a los seguidores baskonistas

Era inevitable preguntar a Bozidar Maljkovic por la sonora pitada que la afición baskonista en bloque le dedicó en exclusividad en la presentación del choque por el tercer y cuarto puesto. Los más de 1.200 aficionados del club gasteiztarra se sintieron lógicamente defraudados el pasado viernes con el juego de su equipo en la derrota ante Panathinaikos, y, con especial enojo, sintieron también que su entrenador no fue del todo honesto a la hora de asumir sus responsabilidades.

Sin embargo, el técnico de Otacec, bien fuera por concentración, bien fuera por estar al tanto de la presentación de sus jugadores, no debió escuchar los silbidos de los seguidores del equipo del cual ocupa el puesto de técnico.

«No he escuchado ningún silbido. Cada uno tiene derecho a expresarse. No he escuchado ningún silbido, pero, si es cierto, ¿qué puedo hacer yo?», respondió el serbio, con su flema habitual, aunque mucho más sombrío.

«No podemos estar contentos. No dimos nuestro nivel habitual. Es difícil preguntar por qué, porque es una pregunta delicada. Necesitamos un poco de tiempo y distancia para analizarlo mejor», comentó para empezar la rueda de prensa.

«Unicaja iba a parar, dormir el juego. Lo sabíamos. Perdimos los nervios rápidamente, hicimos faltas sin sentido, intentamos robar el balón sin trabajo. Después de tomar una ventaja de diez puntos en la segunda parte, los jugadores de banquillo no mantuvieron el nivel y nos remontaron. Luego, la victoria o la derrota se decidió en la última jugada».

Curiosamente, pese a ser el perdedor, Maljkovic acudió a la sala de prensa después de Scariolo, ya que hubo un conciliábulo con Josean Kerejeta y la plana mayor de la directiva.

«Para nosotros es ahora muy importante mantener el trabajo y jugar buen baloncesto hasta el final de la liga, porque este equipo puede jugar muchísimo mejor», dijo.

La razón que, a bote pronto, esgrimió Maljkovic acerca del mal juego y resultado de su equipo, fue la ansiedad. «Jugamos con mucha ansiedad, perdimos los nervios y debemos hacer un análisis serio y prepararnos muy bien para los play off de la liga. El equipo está tocado, pero todo lo que no te mata, te hace mejor», adujo el tetracampeón europeo.

«Mi deseo era que cada cual diera en este torneo su nivel, no necesariamente maravilloso. Pero es difícil jugar la Final Four, lo sé porque éste es mi séptima Final Four. Para muchos de nuestros jugadores es la primera experiencia en un evento de este estilo y están tocados. No estoy contento», terminó. Arnaitz GORRITI

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