Red de abastecimiento de agua DE BILBO
La ausencia de control sobre el canal de Ordunte lo convierte en vulnerable
Cuatro años después de la alarma social que se creó en Bilbo a raíz de la contaminación bacteriológica del agua potable que llega al 65% de los hogares, su red de abastecimiento continúa siendo vulnerable, según ha constatado GARA.
Agustín GOIKOETXEA | BILBO
La alarma y la histeria que se apoderó del Botxo los días 26, 27 y 28 de marzo de 2003 podría quedarse en una simple anécdota a la vista de los potenciales focos de contaminación que se encuentran cerca del canal de Ordunte y ante la falta de un control efectivo del Consistorio bilbaino sobre esta red que nutre de agua del pantano burgalés a los depósitos de Elejabarri y Kastrexana. Estos aljibes abastecen al Ensanche, Altamira, Bilbao la Vieja, San Francisco, Casco Viejo, Indautxu, Rekalde, Basurto, San Adrián, Irala, Olabeaga y Zorrotza.
La decisión del equipo de Iñaki Azkuna de no reponer ningún puesto de guarda del canal, u otro personal que asuma sus atribuciones, ha posibilitado que se vayan produciendo invasiones de los terrenos del Ayuntamiento que son un peligro para las conducciones. Además, las explotaciones agrícolas y ganaderas establecidas junto a las tuberías son un potencial foco de contaminación.
Entre las situaciones irregulares está la de una vaquería ubicada al lado de la tubería de bajada a la planta potabilizadora de Sollano, en Zalla, en la que el estiércol producido por las vacas convive con el tubo que transporta el agua procedente de Ordunte. El Ayuntamiento es el propietario del dominio de tres metros a cada lado de la conducción, pero su falta de supervisión hace que sea ocupada por actividades que podrían afectar gravemente a la calidad del agua suministrada.
En Balmaseda, unos kilómetros antes de la vaquería próxima a Sollano, el ciemo procedente de una explotación ganadera y el vallado de acceso a los pastos interfieren en el acceso al castillete de salida del sifón de Angostura. Aquí, se han adueñado de los vados de paso a la sala de compuertas desde la que se controla la operatividad de las tuberías de cada sifón. Ante cualquier contingencia se precisaría del derribo de los vallados ilegales con el fin de atender los imprevistos.
No es difícil encontrar algún que otro montón de estiércol sobre el canal. «Una lluvia intensa podría generar lixiviados que podrían filtrarse sobre el canal de agua que se dirige hacia Sollano. Aunque esta depuradora dispone de medios para combatir la contaminación bacteriana de origen fecal -reconocen fuentes municipales-, cantidades elevadas podrían no ser eliminadas en su totalidad, tal y como quedó claro en 2003 con la cebolleta hallada en La Cuadra y que originó la prohibición de utilizar el agua potable para ser bebida».
Estos accesos son utilizados para circular por el canal, originando profundos surcos al transitar con maquinaria agrícola de gran peso, quads y camiones de transporte de pinos, principalmente en el entorno de Gueñes. Es tal el peso que debe soportar el canal -por ejemplo, en Balmaseda- que los baserritarras tienen que rellenar con piedras algunas huellas de las ruedas de sus tractores para no quedarse atascados en el barro.
Otra irregularidad se detecta en el sifón de San Pantaleón, en Zalla, donde una explotación ganadera se ha instalado sobre el castillete de salida de este equipamiento que regula el transporte de agua potable hacia la capital. Esta vaquería rellenó un terreno sobre el canal de Ordunte para emplazar un silo metálico. El desmonte prácticamente no deja espacio para abrir la puerta de acceso a la torre de salida del sifón del Ayuntamiento de Bilbo. Esta obra, según fuentes municipales, se acometió después de las reparaciones del canal en 1997.
Son los propios animales de las explotaciones, por otro lado, los que se encargan de limpiar de maleza y vegetación las conducciones, ya que no existen brigadas de mantenimiento para ejecutar estas labores básicas. Es el caso de las zarzas que cubren la tubería que discurre en las proximidades del depósito de Codujo, en Zalla.
Pero no son los únicos peligros que acechan al abastecimiento de agua de la mayoría de la población de la ciudad, ya que los medios que se pusieron para evitar la captación de agua en algunos sifones, de nada sirven si luego se dejan abiertas arquetas, a las que puede acceder cualquiera, o no se sustituyen otras antiguas, carentes de medios para cerrarlas adecuadamente. «Es fácil entrar en una arqueta abierta o sin cerradura y hacer una toma ilegal sin que nadie se entere durante meses», manifiestan. Un ejemplo se encuentra en el sifón de San Pantaleón, en Zalla, donde durante meses se ha podido acceder a la sala de válvulas porque la arqueta nueva, supuestamente antivandálica y antipiratería, se encontraba abierta. En este punto se transporta ya agua potabilizada en Sollano.
Otro caso es el de algunas arquetas viejas en las cercanías de Balmaseda que carecen de cerradura de ningún tipo, que hace que muchas estén abiertas.
Cabe recordar que la teoría «más pausible» para explicar la contaminación de agua de marzo de 2003, es que se debió a la sustracción de líquido por parte de desconocidos mediante una manguera con elementos contaminados después de violentar una arqueta en el barrio de La Cuadra, en Gueñes, según explicó a los medios de comunicación el delegado de Obras y Servicios del Ayuntamiento de Bilbo, Ibon Areso. El corporativo jeltzale anunció el 28 de marzo de 2003 que estaban estudiando el modo de implantar en las arquetas un sistema que permitiera detectar que estaban abiertas. No se supo nada más.
No fue la única vez en que se violentaron las arquetas de control de caudal en este canal de 20 kilómetros entre Ordunte y Bilbo, ya que posteriormente al grave incidente se forzaron tapas, en aquella ocasión -subrayan las fuentes consultadas por este diario- para coger agua con destino a la maquinaria de las obras del Corredor del Kadagua. «Se desconoce cuánto tiempo estuvieron cogiendo agua ilegalmente, pero lo cierto es que si no se descubre por casualidad, aún la estarían utilizando por las mencionadas obras, una agua de excelente calidad y nada menos que gratis», resaltan.
Los anuncios de mejoras en la red de aguas han sido una constante de los sucesivos equipos de gobierno del Consistorio bilbaino. Tal y como ya publicó GARA, en las últimas dos décadas, el Ayuntamiento lleva presentando numerosas planes de mejora de las redes de abastecimiento, algunos de los cuales se han repetido durante lustros, aunque finalmente no terminan de ejecutarse y nadie dice nada al respecto.
La contaminación bacteriológica del agua procedente de Ordunte obligó durante tres jornadas en marzo de 2003 a establecer una cuarentena en la red principal de suministro a la capital vizcaina y creó alarma social.
Nada menos que 265.000 personas se vieron afectadas hace cuatro años por la recomendación de los responsables municipales de no consumir agua del grifo hasta que se verificó su salubridad.
El Consistorio bilbaino desconoce desde hace meses el caudal que extrae del pantano burgalés de Ordunte, ya que no funciona el caudalímetro de salida, que es la vieja escala, la de medir centímetro a centímetro, para calcular el agua que se envía a través del canal hasta el depósito de Elejabarri.
Esta denuncia, efectuada por fuentes municipales a GARA, se suma a la que hace referencia a que desde «al menos dos años» permanece sin acabar el `by-pass' del aljibe de Elejabarri. Este proyecto tiene como objeto dividir el depósito en dos para que se puedan hacer reparaciones sin que sea necesario dejar de abastecer de agua a una parte importante de la capital vizcaina. Esta actuación exigió en su momento la colocación de un andamio de 500 metros de longitud, «además de otros elementos carísimos, debido a las dimensiones de los mismos, y que de continuar así ya estarán estropeados antes de ponerlos en marcha -subrayan-, si alguna vez se llega a hacer esto último».
Se critica, asimismo, que numerosos dispositivos de control entre Ordunte y Bilbo no han sido reparados.
Más de ocho meses ha permanecido la conducción Ordunte-Elejabarri al 50% de sus posibilidades de transporte de agua potable ante la falta de reparación de una gran fuga en el sifón de Rekalde, en Gueñes.
Algunos caudalímetros, válvulas, motores y arrancadores, muchos de ellos instalados no hace muchos años, están a la espera de ser reparados o sustituidos por otros adecuados y que funcionen regularmente.