La reciente victoria de Nicolás Sarkozy en las elecciones presidenciales del Estado francés, desde el punto de vista de una Europa que se reivindique defensora de las libertades, no puede ser sino un factor de preocupación, máxime cuando Sarkozy viene a ser un referente para la derecha conservadora europea. Sus señas de identidad, suficientemente acreditadas en su etapa en el Ministerio de Interior francés, son el recorte de libertades y el control social. Desde las escuelas, donde los alumnos deberán ponerse en pie, lo que deja patente el tic autoritario del nuevo presidente, hasta el rígido control de la inmigración, pasando por el recorte de las conquistas de los trabajadores. Hay quien en la victoria electoral de Sarcozy ha visto también en gran medida la victoria del Frente Nacional, toda vez que supondrá una normalización de las ideas de Le Pen.

La nueva situación tampoco se presenta muy esperanzadora en lo que a Euskal Herria respecta. Una de las preocupaciones de Sarkozy es reforzar la identidad nacional, y no es difícil imaginar que ese reforzamiento supondrá un ataque a cualquier reivindicación nacional que no sea francesa. En cuanto a la incidencia que podría tener de cara a la resolución del conflicto político que padece Euskal Herria, baste decir que su visión del mismo es más próxima a la del PP más retrógrado que a ninguna otra.