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De cómo Don Nelson se la devolvió a mark cuban para que nowitzky se quedase sin anillo

Los play offs siguen su curso. Crueles. Espontáneos. Mágicos. La poderosa propuesta de Dallas besa la cuneta gracias al encanto «amarillo" de unos ilusionantes Warriors. Los Rockets fuera. San Antonio y Detroit con el camino despejado y los Bulls desafiando a la historia. Las semifinales de Conferencia están aquí.

Don Nelson, actual entrenador de Golden State Warriors, debe estar frotándose las manos tras derrotar en una espectacular eliminatoria a su anterior equipo, Dallas Mavericks. Al dueño de los Mavs, Mark Cuban, le debe haber salido una úlcera. Avery Johnson, entrenador actual de Dallas y pupilo de Nelson, no sabe donde meterse. Y Dirk Nowitzki, el jugador franquicia de los tejanos, se ha quedado con el rictus congelado. De un solo golpe, los Warriors y Nelson les han dejado sin título, gloria y trofeo al jugador más valioso. En ese orden. Nelson hizo más de un lustro en el banquillo de los Mavs. Sufrió un infarto. Sufrió presión por parte de Cuban. Y un buen día explotó y la relación se acabó. Con Nelson fuera de la disciplina de los Mavericks, afloraron los intercambios de de declaraciones. Para Cuban Nelson poco menos que «chocheaba». Lo decía en público. Para Nowitzki, Nelson no era un entrenador cómodo: Poca disciplina y poca exigencia. Lo dijo en privado. Nelson contestó a Cuban por delante, poniéndolo en su sitio. Y a Nowitzki en persona. Agazapado esperaba Avery Johnson, un base ramplón que ganó un anillo como jugador y que, como técnico, supo esperar su momento a la sombra de una figura de los banquillos enferma y entrada en años.

«I' believe» (Yo creo), decían las camisetas de color amarillo que se repartieron en la cancha de Golden State Warriors para recibir a los Dallas Mavericks. A falta de unos Lakers competitivos, bueno es el amarillo de los Warriors para tener fe en la «fiebre amarilla». Los de Oakland llegaban a play offs con un extraño intercambio con Indiana que dejaba en California a Al Harrington y a Stephon Jackson. Hasta a los tontos les daba la sensación de que aquello no era un buen intercambio para los Pacers.

Los Warriors lograron una victoria, la primera, en Dallas. Llegaron a su cancha con un 1-1 que ponía los nervios de los Mavs a flor de piel. Y eso determinó la eliminatoria. Eso y el juego de Golden State, una pequeña revolución baloncestística que ha recibido el beneplácito de la suerte. Una anarquía controlada por los invisibles hilos de los conocimientos de Don Nelson. Desmontando el maestro todas y cada una de las respuestas del alumno Johnson. Pagando a Nowitzki con la falta de disciplina que le recriminaba el alemán. Jugando al ataque. Desbocado. Sin reglas y sin orden aparente.

Con Baron Davis gordo y cojo, con un pívot (Kriapa) que lanza los tiros libres a una mano y con un macarra de callejón (Jackson) metiendo más de 20 puntos por partido, los Warriors vieron como se volvían a adelantar en el tercer y en el quinto partido. Del 2-1 pasaron al 3-2 y, de nuevo en su cancha, no dieron opciones al rival de volver a su casa y sentenciaron la eliminatoria. 4-2 y a semifinales.

Miedo a ganar

Los Warriors se las verán con Utah Jazz. O lo que es lo mismo, Don Nelson se las verá con Jerry Sloan. Dos clásicos de los banquillos y dos clásicos de la liga en busca de una final de Conferencia que sabrá a gloria. Aunque las esperanzas puestas en esta temporada hayan quedado amortizadas de sobra. A los Jazz les tocó Houston en primera ronda. Los Rockets ganaban en casa, sin convencer, y perdían fuera, haciéndolo peor. Con dos superestrellas como Yao Ming y Tracy Mcgrady, Houston Rockets ha jugado con miedo, sin posibilidad de convencer y de demostrarse que su récord de temporada regular les convertía en favoritos reales dentro de una eliminatoria sicológica. Utah levantó la eliminatoria por tres veces y en el séptimo partido, en Houston, dio el zarpazo definido.

La otra semifinal del Oeste es la que, desde el domingo, disputan San Antonio Spurs y Phoenix Suns. Los Spurs pegaron primero (1-0). El factor cancha es ahora para los tejanos, favoritos a la sombra y sabedores de que con los Mavericks fuera, la final está al alcance de cualquiera. En el Este, ventaja de Cleveland Cavaliers ante New Jersey Nets (1-0), con la sensación de que LeBron y los suyos pasarán por la vía rápida. La otra eliminatoria, la que enfrentará a Detroit Pistons y Chicago Bulls, promete guerra total, con los Bulls mirando al horizonte con esperanza.

Izkander FERNANDEZ

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