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CRÓNICA | ECOSISTEMA EN PELIGRO

Intentan salvar los tesoros del Mar Muerto antes de su extinción

El Mar Muerto agoniza. Se está secando. Su superficie se ha reducido de 1.025 kilómetros cuadrados a los 625 actuales, debido a la injerencia del ser humano, principalmente al riego de zonas agrícolas y a la evaporación de sus aguas para extraer minerales.

GARA | Jerusalén

El riesgo de extinción ha impulsado a Jordania, Israel y a los palestinos a tratar de avanzar en medio de un pantano de conflicto, para salvar un tesoro bíblico y ecológico, el Mar Muerto, que se reduce paulatinamente. El nivel de este mar, el cuerpo de agua más salobre del mundo, ha bajado un metro al año durante el último cuarto de siglo. Jordania e Israel advierten de que de persistir la tendencia, el mar y su ecosistema único desaparecerán para 2050.

Un proyecto crucial para elevar el nivel del Mar Muerto, el punto más bajo del planeta, incluye el bombeo de agua desde el Mar Rojo, pero ha sido motivo de disputas entre Israel y sus vecinos palestinos y jordanos.

«Sin embargo, comenzamos a avanzar hace unos meses ante la gravedad de la situación y el peligro que corre el Mar Muerto, que constituye una herencia única no sólo para los países que lo rodean, sino para el mundo entero», asegura el ministro jordano para el Agua, Mohamed Thafer al Alem.

La magnitud del problema ha quedado clara por un efecto colateral del agotamiento del agua: una serie de abismos que se abren repentinamente en los terrenos que rodean el mar. Varios letreros a la entrada de una aldea de 6.000 habitantes advierten sobre los peligros de los hundimientos y se observan grandes agujeros en los cultivos.

«Nuestra vida se ha vuelto mucho más incierta, porque no sabemos cuándo caeremos en un hoyo hacia una muerte segura», señala el campesino Jaled al Hueimel. Hace unos meses, Ibrahim Hamed, un trabajador egipcio, cayó en una fosa que se abrió repentinamente mientras sembraba y pudo ser rescatado horas después.

Los derrumbes subterráneos ocurren porque cuando el Mar Muerto retrocede, sus sales son absorbidas por el terreno circundante, lo que erosiona la tierra pues los mantos acuíferos de agua potable también se reducen y el terreno se colapsa.

El problema podría extinguir un mar que ha sido un lugar histórico para los cristianos. El Mar Muerto ha sido también una atracción turística en Jordania e Israel debido a sus aguas y su lodo negro, a los que se atribuyen propiedades curativas. Varios hoteles de lujo se han instalado en las orillas del mar, que ambos países quisieron convertir en centro de la «Riviera» de Oriente Próximo.

El retroceso del mar ha sido causado por Jordania, Israel y Siria, que han desviado y sobreexplotado el agua de los ríos tributarios, lo que ha agravado el problema de evaporación de las aguas en el clima árido.

Después de que Jordania e Israel firmaran un tratado histórico de paz en 1994, comenzaron a plantearse ideas para salvar al Mar Muerto.

Proyecto «Rojo-Muerto»

Coincidieron en la idea de construir un acueducto subterráneo que trajese agua desde el Mar Rojo, -el proyecto «Rojo-Muerto»-, pero la ruptura de las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos lo frenaron.

Las partes acordaron a finales de 2005 realizar un estudio sobre la factibilidad del acueducto, pero éste no comenzó al retirarse Israel de la mesa tras la victoria de Hamas en los comicios de enero del 2006. Jordania insistió en revivir el proyecto y logró un nuevo acuerdo para incluir a delegados palestinos de Al Fatah, encabezados por el presidente Mahmud Abbas, en un comité supervisor del proyecto.

En diciembre del 2006 arrancó el estudio de factibilidad. Aproximadamente 60% de los 15,5 millones de dólares que costará la investigación fue aportado por EEUU y otros donadores occidentales, y las tres partes en el programa buscan financiación para el resto. El estudio tardará dos años en completarse, y luego comenzarían las obras del acueducto de 1.000 millones de dólares, que discurriría sobre la frontera entre Jordania e Israel, una vez obtenidos los fondos.

Al Alem afirma que la reducción del Mar Muerto es «más catastrófica» que la del Mar Aral en el centro de Asia, «porque se reduce más rápido y el desastre que causaría es mayor en el ecosistema que lo rodea, la economía basada en sus minerales y el lugar como patrimonio cultural y religioso».

El Aral, entre Uzbekistán y Kazajstán, fue el cuarto mar interior más grande del mundo y se ha reducido a una cuarta parte de su superficie en menos de medio siglo, como resultado de una decisión tomada en la era soviética para desviar los ríos que desembocaban ahí, a fin de promover actividades agrícolas en esa zona árida.

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