«He querido poner en cuestión cosas que creemos inmutables»
Escritor, autor de «Hannah, la hija del Altísimo»
Con su nueva novela, «Hannah, la Hija del Altísimo» (Editorial Hiria), David Barbero (Grijalba, Burgos, 1944) propone una lectura diferente de las Sagradas Escrituras. El periodista y escritor imagina qué hubiera pasado si en vez de un Mesías varón hubiera nacido una mujer, un planteamiento que no ha gustado a la Iglesia y sí a los grupos feministas.
Karolina ALMAGIA | BILBO
El periodista David Barbero alterna la escritura de textos teatrales con la narrativa. Tras «La peregrina» (2003) e «Isla pequeña» (2005), ayer presentó su tercera novela, «Hannah, la Hija del Altísimo».
¿Qué le ha llevado a realizar esta «reescritura» de la historia de Jesucristo?
La búsqueda de alternativas a lo ya sabido. Es decir, nos han contado una historia que parece que aceptamos que tiene que ser así: yo propongo buscar un elemento que lo cambie, que ponga en cuestión la historia oficial. En este caso me he ido a un acontecimiento tan importante como es la llegada de Jesucristo que, seas creyente o no, ha tenido una gran trascendencia social. Y dije: propongamos un cambio en la historia y veamos qué repercusiones hubiera tenido. En definitiva, he querido que el lector se pregunte por qué las cosas no pudieron ser de otra manera.
¿Tiene algo de provocación este libro?
La mayoría de las personas nos sentimos seguros con lo que nos han contado y cuando de repente nos quitan esa base sólida nos descalabran un poco. En ese sentido, tiene de provocación el poner en cuestión las cosas que creemos inmutables, por ahí sí que he querido incordiar.
Es una novela que tiene mucha acción, incluso misterio.
Pues mira, te diré que eso me ha costado bastante. He querido contar esta historia en los mismos parámetros que te lo cuenta el Evangelio: en su mismo tiempo, con los mismos personajes y siguiendo sus acontecimeintos. Lo que tiene de novela de aventuras y de intriga viene dado por su paralelismo con los acontecimientos que cuentan las Sagradas Escrituras. Ha sido un gran trabajo buscar alternativas, sorpresas y reacciones inventadas a esos personajes reales. Quería, en definitiva, que el lector quedara enganchado esperando los siguientes acontecimientos.
Tiene muchos diálogos y pocas descripciones. ¿Influencia del teatro?
Bueno, podría ser. De todos modos, cuando escribí mi primera novela, que fue «La peregrina», comencé ya a utilizar este esquema de puzzle, de pequeños núcleos narrativos. Yo me lo imaginaba como impactos que lanzaba al lector, porque yo creo que entra mucho más directamente algo no descriptivo, una narración en la que los acontecimientos se presentan a través de los personajes.
Osea, que da más importancia al hecho que se narra que al envoltorio.
Sí. Yo doy mucha importancia al estilo literario, pero cuando éste se convierte en un valor absoluto ya no me interesa, el estilo debe ser un valor subordinado a los hechos que quieres contar.
¿Es cierto que la Iglesia ha intentado impedir la publicación de este libro?
Al parecer, en Madrid determinados grupos relacionados con el Arzobispado han presionado al editor para que este libro no vea la luz, seguramente porque están inmersos en una campaña que realza la figura de Jesucristo. Lo que me da rabia es que los que se han opuesto a este libro no lo han leído, simplemente la idea de que la novela convierte al Mesías en mujer ya les ha parecido algo perverso y maligno. A mí todo esto me ha desconcertado, yo no pretendo decir que esta historia es verdad, es un juego absolutamente de ficción. Sólo propongo un ejercicio mental sobre qué pasaría si en vez de niño hubiera nacido niña y sobre las dificultades que hubiera tenido una mujer para desarrollar esa labor. Todo esto me molesta porque ahora parece que si lees esta novela tienes que estar de acuerdo o con el Obispado o con las feministas, y no es eso.
¿Cree de verdad que pudo existir una mentalidad feminista en esa época?
Supongo que no. Imagino que voy más allá de lo posible, pues obligo a los personajes que rodearon a Jesucristo a posicionarse ante el hecho de que el Mesías es una mujer. Y una de las personas que más se entusiasma es María, la madre. Es un punto feminista que a mí me ha interesado, aunque sea irreal.
Otra obra suya, «Letizienta», también fue polémica.
Ahí sí que traté de hacer una obra polémica, porque yo creo que el teatro se está convirtiendo últimamente en un museo. Se cogen obras clásicas y se montan con un planteamiento estético revolucionario, pero sin pensar en la vinculación que el tema puede tener con los problemas actuales. Y la gente cada vez más ve el teatro como algo lejano, que no trata sus problemas. Por eso escribí «Letizienta», porque en ese momento el Príncipe se había casado con una periodista y quise tratar este tema de un modo polémico.
¿Qué le lleva a escribir un género u otro?
Mi propósito es escribir los dos géneros. La verdad es que creía que en el teatro iba a salir adelante con más rapidez, pero, aunque he tenido muchos premios literarios, me ha costado mucho que los textos se conviertan en espectáculos y eso me ha provocado un pique, de tal forma que he seguido insistiendo, aplazando así la escritura de las novelas. Yo creo que cualquier acontecimiento se puede contar en uno u otro género. Ahora estoy terminando dos obras de teatro: un musical satírico sobre Franco y otra obra en la que quiero adaptar una tragedia griega a la situación del País Vasco. En eso estoy.
«El teatro se está convirtiendo últimamente en un museo. No se tratan los temas y los problemas actuales y eso lo aleja de la gente»
«Me ha molestado esta polémica, ahora parece que si lees la novela, tienes que estar de acuerdo o con el Obispado o con las feministas»