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Elecciones en Euskal Herria

«Admito el déficit, pero no el negar legitimidad a las instituciones»

Iñaki GALDOS

Candidato de EA a diputado general de Gipuzkoa

Mikel JAUREGI | DONOSTIA

Iñaki Galdos se muestra convencido de que Eusko Alkartasuna será «una fuerza determinante en Gipuzkoa» tras el 27-M, y advierte de que hay que fijarse en las posiciones de cada partido en relación a proyectos estratégicos a la hora de abordar pactos post-electorales.

«Vienen tiempos difíciles». Lo dijo hace escasas fechas. ¿Qué quería decir exactamente?

Quería expresar el sentimiento generalizado que existe en la sociedad. Tras un periodo de cierta esperanza, de cierta ilusión, por una tregua que parecía definitiva y por haber emprendido unos procesos de pacificación y normalización que parecían, o así se nos vendió al menos, relativamente bien encauzados, nos hemos encontrado con un paso atrás por parte de muchos agentes políticos: ETA, la izquierda abertzale, el Partido Socialista. Considero que ha habido un retroceso en los últimos meses, sobre todo desde el 30 de diciembre, aunque no es menos cierto que ya en los meses previos se empezaba a atisbar cierto retroceso en cuestiones que nos decían que estaban avanzadas. Considero que uno de los problemas que ha habido durante todo este proceso ha sido la falta de transparencia; creo que la discreción no está reñida con la transparencia y tal vez ha habido una guerra, si vale el término, entre agentes por intentar controlar no sólo la agenda política, sino también la sensación que se trasladaba. A la vista de todo ello, los tiempos que se avecinan no son sencillos. Y los procesos de impugnación e ilegalización ahondan más en ello.

Precisamente, aquel mismo día se refería a la anulación de listas responsabilizando al PSOE de la situación creada por no haber derogado la Ley de Partidos, y al mismo tiempo manifestaba que la izquierda abertzale «sigue sin espabilar». ¿No considera suficientes los pasos que ha dado, creando incluso un nuevo partido, recogiendo más de 80.000 firmas para las agrupaciones de electores...?

En gran medida, el culpable de esta situación es el PSOE, que se ha metido en su propia trampa. El Partido Socialista fue el adalid y el máximo impulsor de la Ley de Partidos y también del mal llamado Pacto por las Libertades. Zapatero, cuando pensaba que no iba a gobernar, pretendió erigirse en el máximo responsable de la mal entendida firmeza antiterrorista y se aventuró a una serie de cuestiones que ahora están pasándole factura. Lo que pasa es que el PSOE, por una falta de audacia absoluta, lejos de derogarla, está tratando de sortear esa ley, de gestionarla y de amortiguar el es- candoloso daño que hace a una democracia que se diga tal.

Sobre la izquierda abertzale, y refiriéndome exclusivamente a la cuestión de las listas electorales, pienso que no ha hecho lo suficiente. Y lo digo asumiendo que estamos ante una situación antidemocrática e injusta. Claro, alguien puede hacer una pregunta que resulta procedente: «Si se acepta que es una situación antidemocrática e injusta, ¿qué más se le puede pedir a la izquierda abertzale?». Pues voy a hacer una comparación en términos futbolísticos: si a un delantero un árbitro y un juez de línea le pitan injustamente, en un partido importante, cinco fueras de juego, lo que sus aficionados le piden a ese delantero es que se coloque medio metro más atrás. Asumiendo que está siendo víctima de una persecución arbitral y que ni siquiera tendría que hacerlo porque no está en una situación antirreglamentaria, le pedirán que se sitúe más atrás para ver si así se puede meter algún gol.

¿Pero qué le pide concretamente Iñaki Galdos a la izquierda abertzale?

Me da la sensación de que no termina de desprenderse del tutelaje de ETA. Yo diferencio muy bien lo que es la praxis política de postulados, manifestaciones o voluntades que se han podido poner sobre la mesa en Anoeta o en Iruñea. Desde Anoeta, lo que no he visto es una materialización práctica de aquellos postulados. Hay esa especie de dicotomía entre el mensaje político y esos pasos teóricos que ciertamente se están dando -por cierto, asumiendo tesis que otros hemos tenido históricamente y por las que hemos sido muchas veces vapuleados, pero bienvenidos sean- y su materialización, que no se está produciendo. Pero independientemente de todo ello, quiero dejar claro que la izquierda abertzale tiene derecho a presentar- se, no como ANV o como plataforma, sino como Batasuna.

Nuevamente, miles de vascos sin derecho a elegir y a ser elegidos. Se repite lo ocurrido hace cuatro años. ¿Tan poco se ha avanzado en este tiempo?

En algunas cuestiones ya se ha avanzado. Aunque a alguien podría parecerle poco, observo con cierto optimismo que la reacción que ha habido en este momento entre sectores intelectuales, políticos, universitarios y judiciales españoles ha sido mucho más radicalmente contraria a todo esto que en ocasiones precedentes. Es poco consuelo, lo sé, porque la verdad es que parece que estamos reviviendo siempre escenarios del pasado.

Pero yo sí realizaría una reflexión dirigida a la izquierda abertzale, porque se debería dar cuenta de que hace cuatro años la reacción que hubo en las calles de Euskal Herria ante esa injusta y antidemocrática decisión fue mucho mayor. Percibo que el cabreo de la sociedad hace cuatro años era mucho más palpable, y creo que la izquierda abertzale debería darse cuenta de que la sociedad vasca empieza a estar harta. Y eso no es bueno, porque necesitamos de una sociedad que se implique.

¿Cabe calificar de legítimas las instituciones que se formarán tras el 27-M?

Es innegable que si la izquierda abertzale no puede estar en las instituciones hay un déficit. Pero también hay otros muchos déficits democráticos contra los que la izquierda abertzale no ha hecho nada. A mí, por ejemplo, me da mucha pena que en Oñati, que es de donde yo soy, no haya ningún votante del PP o del Partido Socialista, y los tienen a centenares, que se atreva a presentarse en las listas. Asumo todas esas carencias, pero no admito que se niegue la legitimidad y el carácter democrático de nuestras instituciones. Y a la izquierda abertzale le pido que no cometa el gran error de estos cuatro años de presionar individualmente a concejales que ellos consideraban lapurras y cuya única voluntad ha sido trabajar por el pueblo.

Tras el debate interno vivido en EA y después de que se hubiera posicionado por repetir coalición con el PNV, ha afirmado «no tener vértigo» al hecho de concurrir en solitario. ¿Qué objetivos se marca en Gipuzkoa?

Cuando he defendido la coalición con el PNV nunca lo he hecho por cálculos electorales. En mi defensa de la coalición existían, sobre todo, postulados de estrategia política, que sigo defendiendo. Dicho esto, pensamos que en Gipuzkoa vamos a ser una fuerza determinante tanto en los ayuntamientos como en la Juntas Generales. Gipuzkoa es una sociedad políticamente tal vez más fragmentada que otros territorios, y el peso específico de los partidos aquí es mayor. Eso puede ser entendido como una debilidad, porque sí hace más difícilmente gestionable el día a día, pero yo lo entiendo como una oportunidad, porque obliga a los agentes políticos a pactar, a llegar a acuerdos. En la política se pueda dar el caso de que tengas cien parlamentarios y no te sirvan para nada, pero puedes tener cinco y te sirvan para mucho.

Hablemos de esos pactos post-electorales. Las palabras de Josu Jon Imaz en las que no cerraba las puertas al PP han traído cola. ¿Se imagina a Eusko Alkartasuna en esa hipótesis?

En el PNV nos encontramos últimamente con voces que abogan por reeditar el tripartito más Aralar en las instituciones forales y municipales, con gente que dice que ya tiene todo hecho con el Partido Socialista, sobre todo en Araba y Bizkaia, y ahora parece que tampoco se cierran las puertas al Partido Popular. A mí me gustaría que se nos aclarara cuál es la política de pactos de cara al futuro. Dicho esto, yo desde luego con el PP no me veo, porque hay un abismo que nos separa tanto en política nacional como en la social.

A la hora de hablar de pactos nos fijamos muy poco en los proyectos que tiene cada partido para el territorio. Muchas veces hablamos demasiado con la pizarra y poco con la realidad. Por ejemplo, con Ezker Batua creo que hemos discrepado en el 90% de las cuestiones en la gestión del día a día en Gipuzkoa en estos cuatro años. ¿Que me gustaría llegar a acuerdos con IU-Aralar? Por supuesto, pero veo difícil un acuerdo de gobierno para la Diputación cuando hemos discrepado en cada uno de los proyectos estratégicos que hay ahora en Gipuzkoa. Se habla demasiado de pactos desde despachos o foros ampulosos y desde las pizarras de los estrategas, pero aquellos que, día a día, debemos enfrentarnos a problemas más concretos ya sabemos con quién estamos de acuerdo y con quién no.

Debo entender que ya está cerrando alguna puerta...

No, no, no cierro ninguna puerta. Lo que digo es que, por ejemplo, para que EA y PNV gobernemos en Gipuzkoa junto con EB y Aralar deben producirse cambios importantes en ellos.

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