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Francisco Javier Meabe Secretariado Social Diocesano-Justicia y Paz

Elecciones, ¿para qué?

Los candidatos han de exponer sus planes, sus prioridades, los medios con los que cuentan para llevarlos a cabo, dejando a un lado la obsesión por la imagen y los debates estériles donde la descalificación del adversario suplanta las razones del programa que se ofrece

No es una pregunta frívola. Son muchos los que se la hacen. Es verdad que nunca se da una plena democracia en las elecciones. También las circunstancias actuales exigen una profunda revisión para que sean más democráticas. Con todo, la llamada electoral, hecha en condiciones de libertad e igualdad, es un paso importante en la consolidación de la democracia. ¿Dónde está la razón de esa pregunta?

1.- Las corporaciones locales, diputación y ayuntamientos, son los centros de poder más cercanos a los ciudadanos. Por eso se afirma que ellas son los elementos básicos imprescindibles de todo régimen democrático.

Las diputaciones forales, así como los ayuntamientos son los que desarrollan un trabajo administrativo más cercano para la resolución de los problemas de los ciudadanos. Sus tareas son cada vez más amplias y complejas. Necesitan un incesante incremento del presupuesto. Y es de capital importancia la capacidad de gestión de estos problemas que deben tener aquéllos en los que depositamos nuestra confianza. Evidentemente, no es menos necesaria su honestidad pública y la capacidad de relación con los ciudadanos.

Si queremos avanzar en democracia, en el interés por los asuntos públicos y en la participación ciudadana, es imprescindible la claridad y la información veraz del uso del dinero público y evitar el otorgamiento de prebendas públicas a particulares afines al gobernante. De ahí la necesidad del control de la gestión.

Con todo, tienen una vertiente política indudable. Los presupuestos, las decisiones que se toman han de estar inspirados en la justicia. Tienen un sentido. No todas las decisiones son iguales. ¿Qué sociedad se quiere construir y en razón de qué? ¿Tienen prioridad las necesidades de los más desfavorecidos?

Todo esto exige que los candidatos nos expongan sus planes, sus prioridades, los medios con que cuentan para llevarlos a cabo, dejando a un lado la obsesión por la imagen y los debates estériles donde la descalificación del adversario suplanta las razones del programa que se ofrece.

2.- En esta situación de pluralismo político polarizado que se da también en los ayuntamientos es necesario recordar que no solamente los grupos mayoritarios en sus decisiones, sino también los grupos en minoría, deben tener siempre como objetivo la realización del bien común, sin limitarse al ejercicio de una oposición obstruccionista por sistema. Lo que ha de exigir de otra parte, que el grupo mayoritario renuncie a una permanente utilización de una política de «rodillo». Por eso se hace difícil comprender el radicalismo y el nivel de visceralidad y enfrentamiento que presentan algunas fuerzas políticas y sociales. Por muy plural que sea nuestro pueblo, ni la prepotencia de las instituciones ni el sistemático enfrentamiento a las mismas pueden paralizar las decisiones que necesita este país para desarrollarse como una sociedad moderna y de progreso. Posturas de esta naturaleza no construyen nada. Hace falta un nuevo estilo de relación entre gobernantes y gobernados. Sólo en un escenario de las características señaladas se pueden dar unas elecciones auténticas e ilusionantes. De ahí que la pregunta que me hacía al principio no sea ociosa. La respuesta sí es una tarea a realizar.

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