La debacle casera se acentúa más
Es la cantinela de todos los domingos en El Sadar. A los rojillos se les ha olvidado ganar en propio feudo y ya ni siquiera empatan. La afición volvió a responder a la llamada del equipo, pero éste les obsequió con una nueva derrota, en este caso con goleada incluida.
OSASUNA 1
VILLAREAL 4
Natxo MATXIN | IRUÑEA
La mala racha rojilla de la segunda vuelta en El Sadar no sólo parece no tener fin, sino que se va acrecentando en intensidad conforme discurren las jornadas. Dejando claro que Osasuna no mereció semejante castigo, también hay que ajustarse a la verdad de que en esta ocasión no se puede atribuir a la mala suerte la derrota.
Protagonizó la misma cantinela de todos los domingos que hay fútbol en el estadio iruindarra, incapaz en esta oportunidad de contrarrestar el fútbol de su oponente, fallando oportunidades para encarrilar el encuentro y encajando goles con facilidad.
El Villarreal devolvió la bofetada de la primera vuelta, espoleado por sus aspiraciones de entrar en la lucha por la Copa de la UEFA, e igualó la mayor goleada encajada por los navarros en la presente temporada en casa, firmando el mismo resultado que el Real Madrid a mediados de noviembre del año pasado.
Perdido en la memoria del aficionado queda aquel envite en el que golearon al Betis a mediados de enero -la última victoria local en Iruñea- y, al paso que se va, todo apunta a que habrá que esperar a la próxima campaña para repetir la hazaña.
Los de Ziganda no hicieron un partido del nivel de seriedad que se les vio ante Valencia o Zaragoza y se contagiaron del ritmo cansino que beneficiaba al Villarreal, más acostumbrado a jugar al trote y sobar de manera continuada la pelota.
En esta ocasión, los navarros no fueron la escuadra que mordió en los encuentros mencionados y a la que sólo la fortuna apartó de sumar los tres puntos. Bien por el calor, bien porque falta la chispa de ese tono físico castigado por la gran cantidad de partidos, Osasuna sólo mostró sus señas de identidad en pocos tramos del choque y se terminó de diluir con el golazo de Forlán que supuso el 1-2, curiosamente cuando mejor juego estaban desplegando los rojillos sobre el césped.
La jugada clave que sacó a relucir las carencias de una plantilla en la que algunos de sus jugadores parecen estar todavía con la mente en los estadios europeos más que en poner toda la carne en el asador para finalizar con la mayor decencia posible la sufrida trayectoria en la competición doméstica.
No es que los locales hicieran el peor partido de su vida, pero les faltó ese último arreón para arrinconar al rival y no permitirle que estuviera cómodo. Al contrario, los de Pellegrini se encontraron bastante confortables sobre la hierba de El Sadar, a excepción del empate y del inicio de la segunda parte.
Feo gesto de Forlán
El resto del envite fue bastante apacible para los castellonenses quienes, además, superaron por goleada, y nunca mejor dicho, en el apartado de la efectividad. Mientras Valdo, Soldado y Webó se dedicaban a desaprovechar una ocasión tras otra, Forlán se bastaba él solito para anotar un hat-trick en la reanudación.
El jugador uruguayo fue héroe y villano del partido. Demostró con creces sus cualidades como delantero -buena colocación, rapidez y definición-, pero también encrespó los ánimos de la grada cuando anotó el cuarto gol con Cuéllar tendido sobre el suelo y lo celebró provocadoramente. El Villarreal ya se quejó de padecer algo similar en propias carnes contra el Atletíco de Madrid.
Los equipos que están en puestos de descenso no recortan la ventaja, pero Ziganda es consciente de que eso no va a durar siempre. De hecho, los inmediatos perseguidores ya han aminorado la diferencia y alguno incluso podría superarles, como en la próxima jornada en la que se enfrentan al Levante.
Por eso, y pese a que no deseaba llegar a esta situación, el de Larraintzar no ocultó que «es a partir de ahora cuando nos vamos a ver obligados a tener que empezar a jugar finales», con el agravante de que la reacción se encuentra con el obstáculo de un vestuario «que no está bien».
«Era un partido en casa que teníamos que ganar, pero nos está costando muchísimo conseguirlo, además de que, al contrario, ahora encajamos gol con demasiada facilidad y, a partir de ahí, llegan los nervios y las imprecisiones», analizó el míster rojillo en referencia a la derrota contra el Villarreal.
El Cuco no ocultó su tristeza por el hecho de que «estábamos bien y daba la sensación de que podíamos hacer algún gol para ponernos por delante después de empatar, pero tras el 1-2 hemos arriesgado y nos han matado a la contra».
«Llevamos los últimos partidos jugando siempre a remolque, con muy poco nos hacen gol, y tenemos que ser más serios y duros en lo que a concentración se refiere. Cuando estamos con un marcador adverso, llegan la precipitación y la falta de claridad», insistió.
En el lado contrario, Manuel Pellegrini, entrenador del Villarreal, celebró con una victoria el partido número 200 en Primera División de su escuadra. «Estoy muy satisfecho por el encuentro que han protagonizado mis jugadores y por los tres puntos. El primer tiempo fue muy equilibrado, pues los dos equipos tuvimos llegada, pero en la segunda parte Osasuna salió a por la victoria y nos dejó más espacios, lo que nos facilitó la tarea».
N.M.
Pese a la nueva derrota casera ante el Villarreal, se mantiene la misma diferencia de siete puntos que separa a los rojillos de los puestos de descenso. Sin embargo, los inmediatos perseguidores de Osasuna -Levante, Betis y Athletic- recortaron su distancia con los navarros, tras sumar en sus respectivos compromisos.
Osasuna truncó la formidable estadística que venía firmando en casa ante el Villarreal. Los rojillos les habían derrota en El Sadar en las tres últimas temporadas. Por contra, los castellonenses ampliaron una jornada más su buena racha liguera, sumando su cuarta victoria en otras tantas jornadas.