No hubo sorpresa en la segunda etapa del Giro, pese a que el habitual puñado de aventureros intentó decidir la jornada con una fuga. La primera etapa en línea -205 kilómetros entre Tempio Pausania y Bosa- se saldó también con el primer esprint, mediatizado por una caída que cortó el pelotón, y culminado con la victoria de un clásico en estas lides, Robbie McEwen (Predictor-Lotto).

El australiano superó en los últimos metros a Paolo Bettini y a Alessandro Petacchi, que no pudo culminar el buen trabajo de Milram y deberá seguir esperando para congraciarse con una prueba en la que ha conseguido sus mayores éxitos, pero también alguno de sus mayores disgustos, como la fractura de rótula que sufrió el año pasado.

La afición italiana, al menos, puede seguir disfrutando con la magglia rosa, que cambió de manos, pero no de equipo. La caída que se produjo poco antes de que el pelotón entrase en el último kilómetro dejó cortado, entre otros muchos, a Enrico Gasparotto, pero no a Danilo Di Luca, que cruzó la línea de meta en el primer grupo y recuperó la sonrisa de la mano del liderato.

La montonera no tuvo mayores incidencias en la general: todos los favoritos, bien protegidos, se metieron en el primer grupo. A excepción de Michael Rasmussen, que perdió más de cinco minutos y las pocas opciones que pudiera tener de pelear por la victoria. El escalador de Rabobank, al menos, no tendrá marcaje al que someterse en las etapas de montaña.

Larga escapada

Antes de las caídas, el protagonismo recayó en las fugas. O en la fuga en singular, para ser más exactos, porque la primera fue también la única.

Apenas llevaba el pelotón media hora sobre la carretera, cuando saltaban cinco corredores: Mauro Facci (QuickStep), Simone Masciarelli (Acqua e Sapone), Arnaud Labbe (Bouygues), Frédéric Bessy (Cofidis) y Pavel Brutt (Tinkoff). Para el kilómetro 88 se acercaban a los seis minutos de ventaja, lo que convertía a Masciarelli en líder virtual, pero no fue sino el principio del fin de su aventura. Esprinters y peces gordos pusieron sus máquinas en marcha, con lo que las distancias empezaron a reducirse, mientras por delante los excesos se cobraban su peaje, rompiendo el grupo cabecero, hasta que Brutt se marchó en solitario. El corredor ruso se veía fuerte, pero no lo suficiente como para aguantar el ritmo del pelotón, que ni siquiera frenó una pequeña montonera -de la que Aketza Peña (Euskaltel-Euskadi) salió entre los peor parados- y que acababa por darle caza a diez kilómetros de la línea de meta.

El callejeo y la velocidad del grupo se saldó con una caída poco antes del último kilómetro. Los principales esprinters ya estaban bien colocados para entonces, con lo que el accidente no restó potencial al primer duelo de velocistas de este Giro. La muesca, para Robbie McEwen, que se pegó a la rueda de Petacchi para superarle en los últimos metros.