Zigor Olabarria Contaminado-contaminante gasteiztarra
Contamíname
Contamíname,/ pero no con el humo/ que asfixia el aire./ Ven, pero sí con tus ojos y con tus bailes/ Ven, pero no con la rabia y los malos sueños/ Ven, pero sí con los labios que anuncian besos/ Contamíname, mézclate conmigo/ que bajo mi rama/ tendrás abrigo». Así rezaba el estribillo de una canción de Ana Belén, una de las figuras más representativas del progrerío español.
Yo era muy txiki y la canción era ya famosa. Recuerdo el día en que sonaba en la radio y mi madre soltó un «¡Qué mala leche me pone esta canción! Progres de mierda...» que no entendí. Y me recuerdo acto seguido poniendo atención a la letra, y comprendiendo lo desvergonzado de dirigirse a la comunidad árabe, desde Occidente, en esos términos. Te invito a que vengas conmigo, siempre que te acerques de buen rollito. ¿Que os colonizamos a cruz y espada en su día? ¿Que os vendimos como esclavos? ¿Que os aculturizamos, os robamos las riquezas y nos repartimos vuestras tierras? Y, sobre todo, ¿qué seguimos haciéndolo y seguiremos mientras podamos? Pelillos a la mar. Lo importante es la educación y la cultura, la amistad y las buenas maneras. ¡Vaya rostro!
Y aún así, viendo la que está cayendo, uno tiene la tentación de añorar aquellos tiempos de rebeldía y transgresión del progresismo estatal. Ahora Ana Belén, -el PSOE, «El País»... los progres del Estado- ya no aceptan que los salvajes acudamos al reino a contaminarlos. Ya no nos cantan contamíname ni nos ofrecen abrigo bajo sus ramas; ahora nos señalan como apestados al grito de ¡contaminados! y el único abrigo que nos ofrecen sus ramas policial, mediática, judicial y política tiene forma de archivos sin fondo y amenaza extensiva contra todo lo que se mueva.
Nos dijeron ven, pero no con la rabia y los malos sueños. Y nos dijimos; vamos a probar. Y hubo una larga época de distensión y llegó Anoeta y el alto el fuego, y la mano tendida mientras continuaban el inmovilismo, las detenciones o las prohibiciones. Incluso nos hemos comido algún sapo como pasar por la ventanilla de la Ley de Partidos, y se presentó una propuesta lejana al proyecto político de la izquierda abertzale con la esperanza de desbloquear la situación y llegar a acuerdos. Pero leo «El País», veo a los voceros del PSOE... y dudo que valgan ojos, bailes, ni labios que anuncien besos.
Al final, el problema es España. Esa España construida sobre culturas y pueblos, cuya creación va de la mano de valores colonialistas que justifiquen la legitimidad de invadir e imponer. La España imperial que está lejos de ser coto exclusivo de la derecha, que también los progres españoles llevan dentro. Y es que sin su complicidad no se entendería que su reino nunca haya hecho una revisión en profundidad de sí misma, que nunca hayan dejado una tierra si no ha sido por que les han sacado de ella con el humo que asfixia el aire y con la rabia y los malos sueños como en Portugal, América Latina, Cuba, Filipinas. Si el problema es España como idea, la solución pasa inevitablemente porque España se repiense a sí misma.
Uno tiene la sensación de que a las malas no... y a las buenas tampoco. Si vamos a continuar siendo contaminados-contaminantes, si se nos va a continuar negando de todas formas, ¿qué alternativas nos dejan? ¿Qué mensaje nos están trasladando? ¿Rendición o rabia y malos sueños? ¿Claudicación o humo que asfixia el aire?
No nos permitamos llegar a este cruce de caminos tan angustioso. Generemos la única fuerza que puede romper con este riesgo de que todo quede en manos de los tira y afloja entre esferas que nos quedan demasiado lejanas. Y que no juegan limpio. Contaminemos la calle y hagamos de ella un agente contaminador. No sólo es nuestro derecho, es nuestra responsabilidad individual y colectiva. Espabilemos.