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Sarkozy hora cero: «abrazo del oso» hacia la izquierda y proyección europea

La despedida de Nicolas Sarkozy a Jacques Chirac a las puertas del Elíseo marca el final de una época y el inicio de otra. Chirac abandona el poder tras doce años al frente de la República. Si hacemos caso a la opinión de los internautas, se va sin gloria ni honor, pese al uso grandilocuente de ambos conceptos que hizo en su discurso final ante la televisión. En la red, un 42% de los internautas califican su mandato de «pasable» y un 26% lo tachan directamente de «catastrófico». Chirac deja tras de sí un desgaste considerable con respecto a la institución que ha representado, hoy vista por los franceses como una referencia lejana, elitista y demasiado sensible a los grandes poderes económicos.

Nicolas Sarkozy pertenece a la misma familia política de Chirac, pero cuenta con marcar su impronta. No tendrá difícil mejorar el balance de su antecesor, pero un exceso de celo puede llevarle, según los analistas, a quemar etapas sin tener en cuenta los ritmos que requiere el mandato presidencial. Dejando atrás su polémica escapada a Malta, invitado por un millonario y mecenas de la derecha, Sarkozy dedicó su primer discurso a proyectar una imagen de «presidente de todos los que aman a Francia». Lo que, dicho sea de paso, excluye a una buena parte del censo, ya por adscripción a otra identidad nacional o cultural, ya por no compartir el concepto de Francia que Sarkozy refleja en su programa electoral.

De momento, la fama de intrigante que ha atesorado Chirac choca con el estilo abrupto de Sarkozy. A menos de un mes de las elecciones legislativas, el nuevo presidente lanza una ofensiva desde el minuto uno en el Elíseo. A la espera de que confirme nombramientos, dos mediáticos representantes del PS han recibido la llamada de Sarkozy. El ex ministro Bernard Kouchner y Jacques Attali, ex asesor de Mitterrand, suenan entre los candidatos a integrar el primer gabinete Sarkozy. Todo un «abrazo del oso» que, de hacerse efectivo, puede remover las ya agitadas aguas del PS, y que por ende será utilizado por el universo mediático de la derecha para proyectar esos u otros fichajes como un ejemplo de nuevo estilo presidencial, por encima de las «viejas ideologías»... claro está de izquierdas.

Antes de volar a Alemania para hacer partícipe a la canciller Angela Merkel de su voluntad de apoyar un nuevo consenso que relance la Unión tras el «no» de los franceses a la Constitución, Sarkozy buscó otro impacto en la misma línea al rendir un homenaje «personal» a los 35 fusilados en el Bois de Boulogne en vísperas de la Liberación. Primera decisión presidencial: que la carta personal escrita a su familia por Guy Moquet, sea leída en las aulas. El fustigador de jóvenes de las banlieu rescata para su particular altar patriótico a un resistente comunista.

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