Raimundo Fitero
Sin perdón
En las televisiones, a no ser que sean las institucionales, pasteleras y partidistas, funciona la más extrema noción del neoliberalismo: si no das el porcentaje de la cadena te vas al guano, sin perdón. Se han cargado «Cambio radical», y lo han hecho por falta de audiencia. Este detalle es importante porque podrían habérselo cargado por malo, por tremendista, por vender una visión de la belleza a fuerza de cirugía e intervenciones varias y por mentiroso o por hacer unos montajes tremendistas que después no se correspondían con la realidad. El caso del agricultor que apareció con todo cambiado es ejemplar. En el episodio de despedida no podía comer un bocadillo porque la cirugía bucal no había logrado los objetivos de manera efectiva. Y así sucesivamente.
Este caso es bastante claro, porque se trataba de algo que se presentó como lo más de lo más, que empezó con unas audiencias provocadas por la publicidad y la novedad, pero por sus contenidos se podía considerar más un publirreportaje que un programa, pero que las audiencias le han ido dando con el mando a distancia. Es sintomático. No todos los éxitos son exportables. Hay que hacer las cosas bien, no parecer que todo es estupendo, sino que lo sea. Y este programa tenía muchas deficiencias estructurales, y buscaba simplemente lo espectacular. Las denuncias de los colegios de profesionales no se hicieron esperar, pero la decisión final ha sido a causa de sus bajas audiencias. Y punto.
Lo que le va a pasar a «Cuenta atrás», con Dani Martín como protagonista. Le dieron mucho bombo, la presentaron como la octava maravilla, la han colocado en la parrilla bien arropada por «House» (que logró el martes su máxima audiencia y superó en los momentos de coincidencia a «Los Serrano»), y sin embargo los policías que hablan de malas maneras no soportan el tirón. Va pediendo audiencia entrega a entrega, el mayor síntoma de un anuncio de fracaso. Y es que por la boca pierden toda la fuerza, los diálogos son aburridos y planos, las historias tienen alguna enjundia, pero la realización se queda en un quiero y no puedo. Seguramente está ya en su propia cuenta atrás.