«Muchas mujeres se sienten invisibles ante los hombres después de los cuarenta»
Gerardo Herrero y Belén Gopegui hablan en la película «Una mujer invisible» sobre «la nostalgia del machismo», los códigos de la seducción y la falta de autoestima de algunas mujeres frente a los hombres.
K. ALMAGIA | BILBO
Luisa es una mujer de 47 años, separada y madre, con un alto cargo en una empresa de telefonía móvil, que se siente «invisible» ante los hombres. Para recuperar la autoestima se propone seducir a un compañero de empresa, un machista-progre que siempre se lía con mujeres jóvenes y guapas. Es el arranque de la última película del director Gerardo Herrero («Los aires difíciles», «El principio de Arquímedes»), que ayer se desplazó a Bilbo, junto a los protagonistas del film, María Bouzas y Adolfo Fernández.
La escritora Belén Gopegui, autora del guión, no pudo acudir a Bilbo, pero envió una nota en la que explicaba las razones por las que escribió esta historia. «La idea surgió como una forma de abordar el retroceso del feminismo que estamos viviendo. Tomé como punto de partida la sensación de que las mujeres, a partir de los cuarenta y tantos, dejan de ser miradas por los hombres. Y decidí que esa mujer iba a utilizar los mismos códigos de seducción que utilizan los hombres. Pero una amiga le hace ver que si aceptas el código del enemigo para vencer no logras casi nada, porque en el camino dejas de ser».
Herrero, que en los últimos tiempos parece haberse especializado en películas dirigidas a mujeres de mediana edad, confesó que espera que los hombres que vean esta película «se sientan algo incómodos». Porque, según dijo, «este es un proyecto que surge de la realidad. Varias mujeres me han contado que sienten esa invisibilidad. Y ningún hombre reconoce que es machista. Las secuencias de las conversaciones más machistas están sacadas de nuestro entorno». Encarnar a Luisa no fue fácil para María Bouzas, ya que el propio Gerardo Herrero no tenía clara cuál era la personalidad de esta mujer. «Luisa no se mostraba ante los demás con facilidad, quizás porque se mueve en un mundo de ejecutivos, y eso era una dificultad añadida. Tuve que interpretar a alguien de forma que al espectador no le quedara claro cuándo está fingiendo y cuándo es ella». Aún así, se identificó bastante con el personaje. «A mí también me ha pasado, como a muchas mujeres a partir de cierta edad: no te miran, no te escuchan, no te tienen en cuenta».
Adolfo Fernández piensa que su personaje está muy bien planteado. «Somos esclavos de una educación y a los hombres nos han explicado que cuando creciéramos teníamos que tener muchas cosas: muchas mujeres, mucho dinero... Nos han empujado a querer de una manera ficticia, por eso está muy bien en esta película ver cómo un hombre entra en crisis cuando descubre que una mujer ha utilizado sus mismas armas», dijo.
Adolfo Fernández no para. Además de compaginar la televisión con el teatro en «Cantando bajo las balas», este año ha estrenado en cine «Hotel Tívoli» de Antón Reixa y «Mujeres en el parque», de Felipe Vega. El actor es uno de los que participa en el documental de Ramón Barea «Nos sentamos a hablar» y lo hace diciendo, entre otras cosas, haberse sentido «ninguneado» cuando hacía teatro en Bilbo. «Aquí no hay nada que hacer: se mueren las compañías de teatro, no se hace cine, se destruye todo. Hay una pobreza intelectual generalizada; sólo interesa el txistu, el tamboril y la pelota», dijo ayer.
K.A.