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Los piratas del Caribe, al abordaje del fin de la trilogía

El éxito de la tercera entrega de «Piratas del Caribe» está asegurado, máxime cuando «En el fin del mundo» se anuncia como la culminación de la trilogía. Del entusiasmo de los espectadores y de la insistencia de los incondicionales de la franquicia dependerá su continuidad, mientras los implicados se dejan querer y escuchan las ofertas.

Mikel INSAUSTI | DONOSTIA

Ocurra lo que ocurra con la entrega final de la trilogía «Piratas del Caribe», cuyo éxito parece seguro, el proyecto pasará a la historia como uno de los más sorpresivos para la industria de Hollywood. Cuando se rodó hace cuatro años la película inicial, «La maldición de la perla negra», nadie salvo el productor Jerry Bruckheimer creía en él. Las aventuras de piratas era un género que llevaba sin funcionar varias décadas y había quedado relegado a los clásicos que se pasaban por televisión, así que la operación se presentaba como poco menos que descabellada. Además, nunca antes se había hecho una película de gran presupuesto sin material literario alguno de base, ya que ni tan siquiera procedía de una serie de televisión, un cómic u otra película precedente.

El invento nacía de un encargo de la Disney, que quería tener una superproducción en todas las pantallas del mundo inspirada en una de las atracciones de sus parques de recreo. Que el director elegido fuera Gore Verbinski -quien por aquel entonces todavía no había tenido prácticamente oportunidad de poder demostrar su talento, confirmado del todo dos años después con su pequeña obra maestra «El hombre del tiempo»- multiplicaba aún más el riesgo. El realizador, lejos de dejarse intimidar por la enorme responsabilidad adquirida, fue capaz de crecerse contra todo pronóstico y de recuperar el concepto de cine de entretenimiento, haciendo disfrutar al público en una sala de proyección como no se recordaba.

A Gore Verbinski, verdadero artífice de la reinvención del género de aventuras de piratas -incorporando a lo largo de la saga elementos nuevos como el terrorífico-, no se le ha reconocido el mérito principal, compartido con la visión de Jerry Bruckheimer para reorientar el negocio en direcciones inexploradas. Los honores se los lleva de calle el actor Johnny Depp, que es hoy por hoy la mayor garantía comercial para la hipotética continuidad de tan rentable franquicia. En efecto, a él se debe la afortunada creación del pirata Jack Sparrow, un personaje totalmente original y distinto con respecto a una galería cinematográfica que jamás había ido tan lejos en el diseño de un corsario o similar. Depp es un genio desarrollando roles románticos, a los que suele imprimir su sello personal, su particular punto de locura. Pero, esta vez, se la jugó con una caracterización completamente histriónica, tan salida de madre que asustó incluso al resto del equipo. Lo que hizo fue imaginarse lo que sería la vida en alta mar, alejado de tierra durante largos periodos, batallando y dando rienda suelta a los instintos bajo los efectos abusivos del ron. Esa mezcla de violencia salvaje y continuas alucinaciones da como resultado un ser que está más allá que acá. El toque ambiguo lo hace definitivamente irreverente, aunque se entiende que en el barco no había mujeres y el roce lleva a la amistad y a intimar.

Johnny Depp no ha ocultado que el aspecto externo de Jack Sparrow lo concibió a imagen y semejanza del que viene luciendo en su etapa de viejo rockero Keith Richards, quien siente una especial predilección por los ambientes caribeños y las sustancias fumables o bebibles. En definitiva, todas aquellas que le puedan animar a subirse a lo alto de un cocotero a pesar de su avanzada edad.

Estaba cantado que debía aparecer en pantalla como padre de la criatura, lo que por fin sucede en esta tercera y culminante entrega. El homenaje al guitarrista de los Rolling se ha visto empañado porque la Disney le ha prohibido aparecer en la campaña promocional, según una decisión tomada a raíz de unas declaraciones de Richards que los ejecutivos de la multinacional consideraron perjudiciales para su inmaculada imagen pública. De cualquier forma, no es la única aparición estelar guardada para convertir «En el fin del mundo» en un episodio culminante que remate el desenlace abierto dejado por la anterior «El cofre del hombre muerto».

Otro invitado de excepción es el actor chino Chow Yun-Fat, encargado de dar a la saga su definitivo toque exótico. Ya en la primera parte, Depp-Sparrow hablaba de sus aventuras en Singapur, ahora hechas realidad para que nadie pueda pensar que se trataba de una de sus alucinaciones.

Puede que el secreto de la entusiasta aceptación de que goza «Piratas del Caribe», se encuentre en el equilibrio entre la influencia disparatadamente fantástica y la interpretación romántica del fenómeno histórico de la piratería.

En «En el fin del mundo» está mucho más presente la figura de Lord Cutler Beckett, papel interpretado por Tom Hollander, que se erige en el verdadero malvado de la función. Desde su Compañía de las Indias Orientales ejerce un poder comparable en el siglo XVII al que hoy en día representan las grandes organizaciones económicas, como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional, que rigen los destinos de la humanidad. Es el enemigo común para todos los piratas, la fuerza destructora que les hace unirse para sobrevivir. Su libertad está amenazada, y con ella un estilo de vida que no conocía límites a lo largo y ancho de los siete mares. Al imponerles una regulación del comercio marítimo y unas fronteras jurisdiccionales se sienten condenados a desaparecer.

Es lógico que el título que cierra la trilogía tenga ese sesgo terminal, inevitable pero que tampoco impide la realización de nuevas continuaciones. Desde el punto de vista de la coherencia argumental bastaría con apelar al espíritu de resistencia de los piratas, que estarían dispuestos a pagar cara su derrota. Por lo que tampoco sorprendería demasiado que hubiera una cuarta o una quinta continuación, teniendo en cuenta, sobre todo, que la película seminal «La maldición de la perla negra» nació de forma aislada, hasta que su inesperado reventón en las taquillas de todo el mundo propició la consiguiente trilogía.

El problema mayor para las franquicias suele ser el de mantener el equipo unido, debido a que las deserciones rompen la consistencia que una serie necesita para alargar su existencia. A un director se le puede sustituir con ciertas garantías siempre y cuando se de con el relevo adecuado. Aunque por ese lado Bruckheimer puede estar tranquilo, porque Gore Verbinski no le va a hacer ascos a un contrato millonario que le permita sacar adelante otros proyectos más personales e independientes.

El apartado más delicado es el de los intérpretes estelares, puesto que sin la aceptación de Johnny Depp no habría manera de continuar con esta singladura cinematográfica.

La desaparición de otros personajes fijos en la trama también provocaría inestabilidad, siendo la actriz Keira Knightley las que más pegas pone para aparecer en posibles nuevas entregas. La chica se encuentra en un momento difícil de su carrera, en el que incluso ha hablado de una retirada anticipada al no soportar la presión mediática derivada de su creciente fama. Hasta ahora se ha divertido gracias a que los guionistas Ted Elliott y Terry Rossio han sabido hacer evolucionar el personaje de Elizabeth.

Estreno

T. O. : «Pirates of the Caribbean: At World's End».

Dirección: Gore Verbinski.

Guión: Ted Elliott y

Terry Rossio.

Intérpretes: Johnny Depp, Keira Knightley, Orlando Bloom, Geoffrey Rush, Tom Hollander, Bill Nighy, Chow Yun-Fat, Stellan Skarsgärd, Jonathan Price, Nomie Harris, Keith Richards, Jack Davenport.

País: EE.UU., 2007

Duración: 168 minutos.

Género: Aventuras.

La naturaleza de lo necesario para ser una buena persona

Terry Rossio, guionista junto a Ted Elliot de las tres entregas de «Piratas de Caribe», cuenta que el tema principal de «En el fin del mundo» es «la naturaleza de lo que se necesita para ser una buena persona y cómo cada uno enfrenta esa batalla». Los guionistas consideraron que las películas de piratas tratan generalmente sobre la ambigüedad moral y sobre «buenas personas que son forzadas a hacer algo malo». Así, en la última entrega de la trilogía cada personaje pasa por una transformación, «enfrentando su propia habilidad para hacer algo de lo que no se sienten cómodos. Cada personaje de la historia tiene un momento malvado en algún punto», concluye.

GARA

A SINGAPUR

En la tercera entrega, los protagonistas ponen rumbo a Singapur para conseguir las cartas de navegación y un barco que los lleve al fin del mundo y así rescatar a Jack Sparrow, atrapado en el buque Armarior de Davy Jones.

PERSONALIDAD

«La tercera película -cuenta Orlando Bloom- revela la verdadera naturaleza de los personajes. Es divertido hacer este viaje con Will -personaje que interpreta- sin estar muy seguro de qué dirección tomará».

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