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«Dersu Uzala», el cambio climático y un «ecofestival»

«Dersu Uzala» nos habla de dejar arroz, sal y cerillas en una cabaña aislada para que, de este modo, el que necesite comida y calor en un futuro pueda abastecerse y resguardarse. Son principios que hemos olvidado, los olvidamos cada vez que dejamos la luz encendida innecesariamente o arrasamos bosques enteros

Iratxe FRESNEDA

Peridista y profesora de Comunicación Audiovisual

Hace tiempo que «Dersu Uzala», la conmovedora película del cineasta Akira Kurosawa, pasó a la historia de los grandes momentos del cine. La intuición me sugiere, además, que la mayoría de los que hemos visto esta oda a la naturaleza (y a la amistad) retenemos en nuestra memoria muchas de las secuencias plasmadas en la cinta. Momentos memorables como ese en el que el actor que representa al cazador de la tribu hezhen, Maksim Munzuk, dice aquello de «¡Soy gente, no disparen!» resultan difíciles de olvidar. Descifrando plano a plano los motivos de la eterna rivalidad mantenida entre la naturaleza y la civilización occidental, «Dersu Uzala» nos habla de dejar arroz, sal y cerillas en una cabaña aislada para que, de este modo, el que necesite comida y calor en un futuro pueda abastecerse y resguardarse. Son principios que hemos olvidado, los olvidamos cada vez que dejamos la luz encendida innecesariamente o arrasamos bosques enteros.

Quizás, como la tumba del anciano cazador de la película, nos estamos sepultando entre árboles talados y maquinas de progreso. Pocas palabras bastan para entender algo tan sencillo. Eso es lo que a primera vista puede parecer, porque algunos necesitan que figuras como la del ex vicepresidente de los EE.UU. Al Gore o la estrella de cine Leonardo Di Caprio se lo recuerden. Si el año pasado Gore presentaba su «Verdad incómoda», este año Di Caprio se pasea por Cannes con «The 11th Hour», una cinta dirigida con saña a los EE.UU. y a sus industrias. Mensajes como el de «háganse ecologistas ahora, porque después será demasiado tarde» nos alertan del calentamiento global que vive el planeta y de la imposibilidad de quedarse parados.

Mientras, aquí en casa, entre trenes de alta velocidad, macro-urbanizaciones costeras y puertos deportivos, los ecologistas trabajan discretamente pero reclamando nuestra atención. Durante toda esta semana, en cines de Gasteiz, Bilbo o Donostia se han podido ver y oír las voces de los expertos, afectados, activistas y cineastas que abordaban el tema de la deuda ecológica desde distintas temáticas. El cambio climático, la extracción de hidrocarburos o los embalses han sido algunos de los temas estrella del Ekozinemaldia organizado por Ekologistak Martxan y que acaba hoy.

Con un poco de suerte, puede que encontréis una butaca libre con un poco de sal, arroz y algunas cerillas.

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