GIRO 15ª etapa
Danilo Di Luca sale fortalecido del festival de Saunier Duval
Sólo Eddy Mazzoleni, que asciende a la seguna plaza de la general, fue capaz de poner contra las cuerdas al líder en una etapa espectacular en la que Riccardo Riccó, vencedor, y Leonardo Piepoli cruzaron de la mano la línea de meta en Lavaredo
Amaia U. LASAGABASTER | DONOSTIA
Saunier Duval, con doblete en Lavaredo; Di Luca, que volvió a superar a todos sus rivales; y Mazzoleni, que asciende hasta la segunda plaza y fue el único capaz de poner contra las cuerdas al líder; fueron los grandes vencedores de la etapa del Giro.
Triunfadores con peros. Por un lado, porque Gilberto Simoni no pudo redondear el trabajo de sus compañeros. Por otro, Di Luca mantiene el liderato pero ya tiene a Mazzoleni a menos de dos minutos. Y el de Astaná se tiene que consolar con ese segundo puesto después de acariciar la magglia rosa durante buena parte de los momentos decisivos de la etapa.
Triunfadores, con todo, aunque sólo fuera porque no hubo ni consuelo ni alegría de ningún tipo para el resto del pelotón en una jornada tan apasionante de ver como difícil de contar, con 192 kilómetros entre Trento y las Tre Cime de Lavaredo repletos de ataques, fugas, alternativas, batalla... El espectáculo, en definitiva, con el que todos los aficionados al ciclismo sueñan disfrutar cuando se asoman a las cunetas o, los menos afortunados, a la pantalla.
Era algo que, de todos modos, cabía prever, al menos hasta cierto punto. Viendo cómo transcurrió la teórica jornada de transición de la víspera, parecía evidente que capos de la general y escaladores en busca de su día de gloria no iban a dejar escapar la oportunidad que ofrecían los cuatro puertos de la jornada. Efectivamente, no hubo un solo momento para el pestañeo en una jornada que se convirtió en un sálvese quién pueda. No hay más que echar un vistazo al orden de llegada; ni siquiera hubo «autobús» en línea de meta, en la que ningún grupo superó los cinco integrantes.
Casi una contrarreloj, extensiva a los gallos de la general que, a excepción de los vencedores, Riccó y Piepoli, tuvieron que buscarse las castañas prácticamente en solitario. El propio Di Luca, Simoni, Cunego, Schleck, Savoldelli... Cada uno tuvo que vivir su batalla particular para perder el menor tiempo posible en Lavaredo, que presenció el hundimiento de otros corredores como Garzelli, Bruseghin o, lamentablemente, Vila, aunque teniendo en cuenta lo que sufrió el navarro ayer, los doce minutos que se dejó en línea de meta parecen un mal menor.
Su equipo fue, sin duda, el peor parado de la jornada. Bruseghin y Vila salen de los cinco primeros clasificados y Cunego que, definitivamente, no está en su mejor momento, cae hasta la quinta plaza.
Fuga tempranera
Así acabó la historia, pero comenzó mucho antes. Bien pronto, de hecho, porque en el kilómetro 21 se formaba una escapada que, por si fuera poco con los cuatro puertos y la lluvia, acabó de endurecer el día. 22 corredores -entre los que se encontraban Aketza Peña, Michael Rasmusen o Paolo Bettini- que llegaron a rondar los siete minutos de ventaja.
Saunier Duval acabó de romper la baraja cuando, en plena ascensión a San Pellegrino, saltaban Leonardo Piepoli y Riccardo Riccó, llevándose a rueda a Pérez Cuapio e Iván Parra. Al paso por el alto ya habían rebajado a un minuto su desventaja respecto al grupo de cabeza, mientras el trabajo de Lampre, Astaná y Liquigas -todavía le aguantaba algún compañero al líder- por detrás no evitaba que el pelotón principal perdiese casi cuatro minutos.
El cuarteto acabó por cazar a los fugados y también por marcharse de ese grupo -Peña aguantó con ellos algunos kilómetros-, ya en la ascensión al durísimo Passo di Giau. Por detrás se reproducía la batalla: Di Luca, Cunego, Simoni y Schleck se quedaban sin compañeros en un grupo reducidísimo cuyo ritmo endurecieron, hasta acabar marchándose los dos Astaná, Savoldelli y Mazzoleni.
Fueron, sin duda, los peores momentos para Di Luca. Veinte kilómetros letales con la doble ascensión a Tre Croci y Lavaredo por delante, sin compañeros, con Mazzoleni e incluso Riccó poniendo en peligro su magglia y sin la más mínima ayuda en un grupo en el que Simoni -obligado, además, a no tirar- y Cunego aguantaban por los pelos, mientras Schleck y Arroyo gastaban sus escasas fuerzas en inocuos ataques.
Pero el corredor de Liquigas acabó por confirmar que es el hombre fuerte de este Giro, incluso cuando llega la alta montaña. Mientras Riccó y Piepoli culminaban su festival cruzando la línea de meta de la mano, Di Luca rebuscó hasta encontrar las fuerzas que, en los durísimos últimos kilómetros, le permitieron acabar con la amenaza de Mazzoleni -llegó a tener más de tres minutos de ventaja, rozando la magglia rosa- y distanciar, incluso, a los dos corredores que, en Cerdeña, se presentaban como principales candidatos al triunfo final.
En su segundo año como profesional y su primera participación en el Giro, Riccardo Riccó se adjudicó ayer un triunfo espectacular -además de la sexta plaza en la general-, que incluso le valió los piropos de Eddy Merckx. «Él es el futuro», aseguró el campeonísimo belga.
Patxi Vila vivió ayer su día más duro en este Giro, en una etapa en la que Lampre encabezó la nómina de perdedores. El navarro, de hecho, consideraba un mal menor los doce minutos cedidos en meta. «Entre el dolor, el frío... Sólo pensaba en llegar, no en el tiempo», confesó.
El Giro vive hoy la segunda y última jornada de descanso. Y bien que la tendrán que aprovechar los corredores, porque no ha acabado la alta montaña. La habrá, en menor medida, mañana, cuando la carrera arribe a Austria y culminará el miércoles con la llegada al Zoncolan.